Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”

Escrito por el noviembre 7, 2022

A raíz de la conmemoración de los 105 años del natalicio de Violeta Parra, el compositor chileno Felipe Ilabaca comparte su visión sobre la importancia de la agrupación dentro de la escena musical nacional. Navega por recuerdos, memorias y experiencias íntimas vividas durante 28 años tocando junto a sus compañeros. También, comenta los efectos que dejó la pandemia en su vida musical y personal, así como el proceso de vuelta a los escenarios tras dos años de coronavirus.

Por Juan Oportot Campillay

Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”

Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”.

El pasado 04 de octubre se celebró el Día de la Música y los Músicos Chilenos en homenaje al natalicio de la cantautora chilena Violeta Parra, como también, a las y los artistas musicales que han aportado y dejado huella dentro de la escena nacional. Dentro de la multiplicidad de artistas se encuentra Felipe Ilabaca, compositor, bajista y uno de los vocalistas de la histórica banda Chancho en Piedra.

El aporte de Felipe Ilabaca a la música chilena no se reduce a la trayectoria que posee junto a Chancho en Piedra. El músico ha sabido dejar su marca en varias y destacadas agrupaciones chilenas, en donde se encuentran las composiciones realizadas junto a 31 minutos; Pillanes, la agrupación formada por Francisco y Mauricio Durán (Los Bunkers), Pedropiedra, y su hermano, Pablo Ilabaca, con quien además colaboró en su disco “Canciones para Conversar Con la Muerte” y en Jaco Sánchez. Asimismo, también participa en la Cantata Rock Santa María de Iquique, Achú, entre otros proyectos personales. Frente a este vasto y contundente recorrido musical, Felipe reflexiona sobre la vuelta a los escenarios junto a Chancho en Piedra y sus otras agrupaciones.

Teniendo en cuenta que el pasado 01 de octubre se eliminó la obligatoriedad del uso de mascarillas en Chile, ¿cómo ha sido este proceso de volver a los escenarios?

Ha sido muy emocionante. El pasado 19 y 20 de agosto tuvimos un concierto muy importante con los Chancho en el Teatro Cariola, acá en Santiago, y estaba lleno. Me acuerdo de haber visto a mucha gente sin mascarilla en el concierto, y eso que todavía no deberíamos habernos sacado las mascarillas. Pero, fue emocionante ver a la gente así. Uno se olvida de que hace mucho tiempo no teníamos la posibilidad de encontrarnos de esta forma. Y a partir de ahí, junto al anuncio del ministerio de Salud, ha sido como volver a lo que era hace dos años atrás, algo muy cotidiano. Sin embargo, pienso que quedó una desconfianza en el ambiente y todo esto va a ser un proceso largo, cosa que nos influye a nosotros los músicos y quienes trabajamos en la escena. Es una confianza que dé a poquito vamos a ir recuperando.

Me imagino que volver a ver a las masas en los conciertos debe ser muy gratificante para ustedes…

Por supuesto, era algo muy necesario. Nuestro gremio se vio muy afectado, no solo por el trabajo, sino porque el feedback con el público nos inspira. Es gratificante. Quizá la mejor recompensa es sentir el calor y un reconocimiento. No es por ego, sino porque la música se entrega a la gente y durante dos años estuvimos cantando frente a computadores, cámaras de televisión y video, algo que era muy impersonal y frío. Terminaba una canción y no había aplausos o pifias. La verdad es que ha sido muy impactante volver a escuchar la fuerza del público. Eso yo lo había olvidado. Había olvidado el impacto de eso y wow, se te paran los pelos. Es increíble.

¿Cómo te afecto, tanto a ti como a Chancho en Piedra, estos dos años y medio de pandemia?

Desde lo más general a lo más particular. A la banda le afecto naturalmente el hecho de que no podíamos reunirnos. No podíamos juntarnos a tocar, ensayar y crear. Estuvimos buscando mil y una formas de poder tocar en vivo, como tocar vía streaming, pero la tecnología no estaba preparada al inicio de la pandemia, por lo que todo era muy maqueteado. Tienes que imaginar que el otro hará lo suyo en vivo, pero era la única forma de seguir vivos y en contacto con la gente, que para nosotros era muy importante. O sea, uno de los miedos que estaba latente entre mis colegas músicos, no solo nosotros como Chancho en Piedra, era que la gente te olvidara. Un miedo a darnos cuenta de que no somos tan necesarios como sector de la sociedad o sector de la cultura. Eso te lo recordaba todo el tiempo el sistema, pues no había ayudas, bonos, ni ninguna señal de que fuéramos importantes para la sociedad. Entonces, había mucha paranoia entre nosotros.

¿Y a ti como Felipe Ilabaca, como persona?

En lo personal me afectó como a todo el mundo. Me ayudó bastante en todo caso. Fue un tiempo para estudiar, crear y dedicarse a cosas que uno a diario va dejando muy postergadas, porque son muy personales y no competen al trabajo colectivo. Mi terapia era estar en familia y soportar esto juntos. Eso era el bálsamo en medio de tanta incertidumbre.

¿Cómo me cambió? En lo personal me di cuenta de la precariedad de nuestro trabajo y de nuestro sector en la sociedad. Estoy super consiente de que la industria musical chilena estaba alicaída desde antes, y que con esto de la pandemia termino agonizando. Si no fuera por las iniciativas independientes, yo creo que esto no existe, y cuando hablo de independientes me refiero a los autores, compositores, intérpretes, pero también a los productores, técnicos y toda esa gente que trabaja en este rubro. Nos dimos cuenta de que en Chile no hay un apoyo multinacional. Sobre todo, no hay recursos y lucas puestas para apoyarnos.

Memorias, recuerdos sonoros y Chancho en Piedra

El 01 de mayo del presente año Chancho en Piedra cumplió 28 años. Su huella dentro de la escena musical chilena se deja entrever en sus nueve álbumes de estudio, destacando La Dieta del Lagarto (1997) y Funkybarítico Hedónico Fantástico (2016); un álbum recopilatorio titulado Grandes Éxitos de Ayer y Oink!! (2007); y dos álbumes en vivo: Chancho 6 (2004) y La Porcina Comedia: Infierno, Purgatorio y Paraíso (2013).

¿Cómo han sido para ti estos 28 años de Chancho en Piedra?

Es harto tiempo, mucho tiempo. Yo miro para atrás y me doy cuenta de todo lo que ha pasado entre medio. También lo veo en cómo hemos cambiado nosotros, nuestros aspectos y nuestra propuesta artística personal. Antes te gustaba una cosa y ahora no estás tan seguro de si te gusta. Es mucho tiempo, pero al mismo tiempo siento que ha pasado volando. Hemos ido como en una máquina del tiempo con los Chancho de tanto estar juntos y de tantas cosas que hemos hecho.

Tantos viajes. Es una vida muy nómade. Un día estás en una ciudad, al otro en tu casa, y al otro de nuevo en otra ciudad a otro extremo. Y pasa muy rápido, volando. Años vertiginosos de mucha actividad y de mucha alegría, satisfacción, experiencia, con sus cosas buenas y con sus cosas, no diría que malas, sino las lecciones que te da la vida. Por lo tanto, si pudiera devolver el tiempo no la cambiaría por nada, sino que repetiría lo mismo. Volvería a disfrutar y yo creo que lo disfrutaría mucho más, y eso que he disfrutado harto eh.

¿Qué ha significado todo este proceso musical que has vivido junto a Lalo (Eduardo Ibeas), Toño (Leonardo Corvalán), Pablo, y ahora en reemplazo de tu hermano desde 2018, junto a C-Funk (Cristian Moraga)?

Es emocionante. De repente miro a los chicos y digo “wow, estas son las personas que conozco desde hace más tiempo”. Hemos sido compañeros de colegio, de trabajo y de ruta. Yo nos veo como los mismos cabros chicos todavía, pero estoy consciente de que ya estamos bastante grandes. Más viejos. Es siempre gratificante y motivante seguir juntos y encontrarnos en la vida haciendo más cosas. Creo que es una bendición tener un grupo musical, pues muchas veces es un refugio. Una tribu que te cobija y te acepta tal cual eres. Eso es impagable. Te aceptan no solo como un buen grupo de amigos, sino también tu forma de expresarte artísticamente, cachai, todos nos cuidamos y nos prestamos ropa. Si uno sale a hacer un solo de guitarra, lo apañamos. Si uno sale a hacer un solo de batería, los demás lo acompañamos. Si uno canta, lo coreamos. Ese cobijo da mucha tranquilidad. Te da seguridad frente a la vida y te ayuda a pararte en cualquier lugar y a defender tus propias ideas. Es algo muy lindo.

¿Qué recuerdos y sensaciones se te vienen a la cabeza cuando recuerdas ese 01 de mayo de 1994? Ese concierto hito que marcaría el inicio y nacimiento de Chancho en Piedra y que, hasta el día de hoy, pareciera no tener un final cercano.

Me evoca mucha emoción. Me acuerdo de que antes de tocar esa primera vez juntos, nos abrazamos, como esos rituales que uno hace para darse coraje y valentía. Estábamos muy nerviosos en un principio, pero nos abrazamos para darnos ánimo, como hermanos, y eso fue muy bonito porque nos tranquilizamos inmediatamente. Nos dimos seguridad y energía positiva, y sentí que no íbamos a parar y que esto se venía para largo. Fue tal la conexión que tuvimos en el escenario, que sentí que no tenía freno ni techo lo que podíamos hacer, y empezaron a ocurrir paulatinamente un montón de hitos, como conciertos y discos.

Cada vez llegaba más público y seguidores, quienes empezaron a abalar esta buena energía que teníamos nosotros. Por ahí de pronto llegó un contrato para grabar el primer disco (Peor es Mascar Lauchas (1994)) y eso ya fue increíble. Me acuerdo cuando llegamos a la casa con Pablo, mi hermano, y se lo mostramos a nuestros padres contándoles lo que habíamos hecho, que teníamos concierto, que tenía caratula y que iba a salir al mercado en disquerías y lugares. Todas esas sensaciones están condensadas en ese primer abrazo del año ’94, pero no porque haya sido un éxito la presentación, sino que lo fue para nosotros. Lo pasamos muy bien e hicimos música. Desde ese primer momento que esto no fue para nosotros un trabajo ni una misión, sino que diversión, entretenimiento y un pasarlo bien entre todos juntos.

¿Cómo una unión provocada por el lenguaje musical? Al final, uno se puede comunicar con los sonidos.

Exacto. Es algo mágico, ¿no?

Felipe ilabaca: Animales Disfrazados y jamás encasillarse

(3) Felipe Ilabaca - Fotografía de Agustín León

Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”

Definir a Chancho en Piedra es difícil. Algunos lo consideran como funk rock, pero esa es solo una forma reduccionista de verlo. Cuando uno se adentra en la vasta discografía de la banda encuentra una variopinta gama de estilos que convergen en sus composiciones. Hay rock pesado, como en Historias de Amor y Condón; reggae, como en Locura Espacial; incluso hasta canciones en donde utilizan al trap y al reggaetón, como lo fue con su último sencillo Todo Se Me Pasa, lanzado en 2019.

¿De dónde nace esa curiosidad o afán en innovar, explorar y jugar por tantos terrenos musicales?

Yo diría que nace de nuestra naturaleza. Los cuatro originales (Toño, Lalo, Pablo y Felipe) éramos muy distintos entre nosotros. Distintos estilos musicales y aun así podíamos hacer música. Lalo era muy fan de la música new wave o electro punk; Toño es metalero, es un baterista de metal; mi hermano Pablo es mucho más cercano a la canción de autor, a la fogata y a la canción de guitarra, tipo Nirvana o Violeta Parra; y yo venía de otro mundo, pues me gusta el folklore, el jazz, el rock progresivo y el funk. El funk era el común denominador entre los cuatro. Entonces conservando esa médula, todo es permitido en Chancho en Piedra, de hecho, el nombre le viene muy bien porque es eso mismo: una pasta molida de cuatro o cinco ingredientes distintos, y muy chilena por lo demás. Si se entiende la música armónicamente, todo puede ser.

Un amigo diseñador con el que trabajé durante muchos años acuñó un concepto: Chancho en Piedra era una plasticina. Él lo veía así, pues la banda se puede moldear y hacer una forma distinta, pero nunca perdía su consistencia y sustancia de plasticina. Puede ser electrónica, docta, rockera, hermética, popular o densa. Todo cabe, diría yo.

¿Esta forma multifacética sería como el sello de Chancho en Piedra?

Sí, porque en el fondo y lo que siempre hemos defendido es que no importa la ropa. Hay una canción que se llama Animales Disfrazados que habla justamente de eso. No importa el look, es irrelevante. Lo que importa es la letra y lo que se está diciendo. Por su puesto que la estética importa, pero eso es solo la entrada. Es la portada del disco. Lo que importa es lo que está adentro. La canción es principalmente ese mensaje y que después se refuerza con su estética. Ese es el concepto artístico que hay detrás. Por lo tanto, la casilla no. Encasillarse, jamás. En el fondo, es desprejuiciarse dando importancia al manifiesto artístico que hay detrás de eso.

Algo que también se deja ver en sus letras, demostrando la “alocada forma de ser” de Chancho en Piedra, en donde retratan expresiones y situaciones de la cotidianeidad chilena. Encontramos canciones que hablan de la picardía del chileno, como El Impostor, y otras de lo urbano y cotidiano, como El Almacén. ¿De dónde nació esa idea de mostrar eso en sus letras?

Porque somos del pueblo. Porque venimos de abajo. Porque somos personas sencillas y amamos a nuestra gente y a nuestros parientes que también son del pueblo. ¿Por qué pícaro y con humor? Porque es muy propio del ser chileno. Se que no es lo único, pero nosotros somos de esa forma y sintonizábamos con la gente a través de eso, dando un mensaje con ese doble sentido que tienen los chilenos.

Tienen canciones profundas como Da la Claridad a Nuestro Sol, pero también temas como Me Vuelvo Mono o El Durazno y el Melón que llaman la atención por su peculiar cercanía con lo cotidiano y desprolijo…

Es como encontrar riqueza en las cosas más simples y cotidianas. Una oda o debate de altura de miras sobre que es mejor para tomarse un vino blanco, si lo es un melón o un durazno, cachai. ¿Quién? ¿Quién haría una canción como esa si no son los Chancho en Piedra? Por ahí otros músicos dicen que es ridículo. Sí, puede ser, somos ridículos, pero nos interesan esas leseras. Yo creo que todo el mundo ha tenido tiempos de ocio en donde están mirando al techo y preguntando: “¿Qué te gusta más? ¿Un helado de vainilla o un postre de frutas? Así de simple nace de repente una canción.

Cuando Lalo dice “Darwin tenía razón” (Me Vuelvo Mono), está citando a la ciencia, por así decirlo, que es ridículo y chistoso que lo haga después de haber dicho “córtate el pelo/vístete bien/ se responsable y aprende a leer”. Está haciendo anti-poesía, porque al igual que Nicanor Parra, agarra una figura elevada como Charles Darwin y su teoría de la evolución, lo que hace que nos pongamos super cabezones, pero lo pone de cabeza cuando dice todas esas locuras. Es como chasconear. Como faltarle el respeto a todo. Una actitud bien punky…

“Peludo y alocado/ primitivo y porfiado” (Me Vuelvo Mono). Es como salirse un poco del estereotipo marcado de las cosas y ser como uno realmente quiere ser…

Exacto, y también es un llamado a ser salvaje, que es el manifiesto de Chancho en Piedra. O sea, la primera canción, Chancho, del primer tema del álbum lo deja claro: “no puedo tolerar la formalidad/ soy indiferente a toda esa huevá”. Y ahí está el Presidente Boric que se saca la corbata y nos hace el loco a todos. No viejo, si la huevá va por dentro. Nos afeitamos y cortamos el pelo, sí, pero tienes que dejar salir lo salvaje, en especial cuando eres joven. Nosotros teníamos como 18 o 19 años cuando empezamos a tocar. Te encargo las ganas que teníamos de tener el pelo largo, porque veníamos de un colegio en donde te obligaban a tener el pelo corto y usábamos corbata todo el año. Lo único que queríamos era cortarla y no ocuparla más.

¿Cuál es el disco que más te marco en Chancho en Piedra? ¿Existe alguno que le tengas un cariño en especial?

Todos son muy especiales porque reflejan distintos momentos y procesos. Nunca voy a olvidar cuando grabamos Ríndanse Terrícolas (1998). Fue algo muy bonito y un crecimiento artístico importante. Además, fue el primer álbum en donde trabajamos con un productor y crecimos mucho gracias a ese intercambio. Grabamos con orquestas de metales y de cuerdas, y estábamos haciendo la música que siempre habíamos querido hacer.

Recuerdo que nos fuimos a la montaña acá en la región Metropolitana, en donde estuvimos viviendo y haciendo fuego en la noche, comiendo rico, y metiéndonos a grabar a las 02.00 am si queríamos, y así surgió está música. Y después el resultado, la estética del álbum y el concepto que hay detrás que lo enmarca, que es este contexto de fin de milenio que estábamos viviendo y con todo lo que eso implicó: la paranoia, los charlatanes de último segundo, el humo que se vendió, pero un humo increíble que siempre se va a seguir vendiendo. Eso, transformarlo en arte y en propuesta estética, tocar un rock pesado desde el principio y luego una música disco y sofisticada, creo que vuelve a este álbum como mi favorito de Chancho en Piedra.

Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”

Bajista Felipe Ilabaca respecto a Chancho en Piedra: “Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez”. Grupo Chancho en Piedra.

Día de la Música y los Músicos Chilenos

Desde el año 2015, cada 04 de octubre se conmemora el Día de la Música y los Músicos Chilenos a raíz del natalicio de la gran Violeta Parra, lo que generó un día de unión y homenaje para las y los artistas que han aportado a la escena nacional. Frente a esto, ¿qué lugar, espacio y significado crees que tiene Chancho en Piedra dentro de la música en Chile?

Yo creo que somos un puente entre una generación de excelentes músicos y artistas que nos precedieron, junto a una escena underground de la que nosotros nacimos. Venimos de la gente que le gusta y toca rock callejero, y que le gustaba todo desde el fondo, desde Faith no More o Los Tres, hasta Mecano y La Ley. Creo que la carrera del grupo está reconocida y bastante consagrada en la escena nacional como una banda de rock popular, funky, bailable, muy chilena, sin pelos en la lengua, y en ese sentido creo que tiene una patita puesta entre lo alternativo y lo popular. No diría que es underground como tal, pero tampoco es mainstream. No tiene ese estatus como de banda limpia. Esta es una banda peluda, chascona y callejera que se atreve a sofisticarse, pero que después se despeina otra vez.

Felipe Ilabaca ¿Qué le recomendarías a aquellos que buscan iniciarse en el mundo de la música y/o las artes?

Les recomendaría que cada uno trabajara en sí mismo. Ahora hay muchas más herramientas que antes. Hay más profesores, más música y más formas de acceder al conocimiento. Les recomendaría que ojalá compusieran sus propias canciones, porque en lo propio uno se conoce a sí mismo y defines tu identidad y forma de pensar. También, les diría que toquen con muchos músicos y ojalá en vivo, porque el vivo te da mucha experiencia.

Por último, les aconsejaría que nunca pierdan de vista que esto no se trata de fama y de lucro, porque claramente no es el mejor negocio en este país, y que si ese es su objetivo sería preferible que buscaran otro horizonte. En el fondo, esto se trata de expresión artística, y que, si eso es el centro del asunto, todo va a fluir y lo demás vendrá por añadidura. Estoy seguro de que a todas esas personas que les va bien es porque pusieron en el centro de todo a la música y la expresión artística. La pasión, o sea, sin fuego no hay música. Y se siente.

Por último, y desde una perspectiva muy personal, ¿qué es la música?

Yo creo que la música es una herramienta de conexión espiritual, con el interior de una persona y con la conciencia e inconciencia de nuestra colmena como humanidad, en el lugar donde estemos y en el tiempo que sea. La música de Bach o Mozart fue compuesta hace siglos atrás. Esas personas ni siquiera son polvo en este mundo y sus obras nos siguen estremeciendo e identificando. Violeta Parra está hecha un hueso por ahí, bajo tierra, y su música y su mensaje nos siguen encontrando. Tú pones un disco de alguien que ya falleció y lo sientes vivo. Está vivo y te está cantando. Dices: “no lo puedo creer, yo podría haber sido amigo de esta persona”. Por lo tanto, la música es si o si conexión de la gente.

Es un oficio. Una profesión que te ayuda a expresar tus sentimiento y emociones. Vas a un lugar a bailar con una tribu una música, a Fiestas Patrias o Año nuevo, y suena una canción que es popular y altiro todos nos sentimos alegres y felices. O vas al cine y ves una película, y en un momento importante suena ese acorde de piano que gatilla que se te empiecen a caer las lágrimas porque potencia esa emoción. Entonces, yo diría que es conexión espiritual, y los músicos, al igual que sus instrumentos, son instrumentos. Son instrumentos de esa energía. Eso es lo que tiene que hacer un músico: transmitir emociones, las de uno o las de otros. Ser intérpretes de eso. Viste algo que te impactó, interprétalo y sácalo. Es eso, una herramienta energética. Eso es la música.

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