Catalina Lufín, presidenta de la FECh: «Hubo un periodo de inactividad y de crisis que todavía no superamos»

Escrito por el abril 24, 2024

Catalina Lufín, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), se mantiene firme ante las críticas que ha recibido el movimiento estudiantil, haciendo énfasis en la desconexión actual en la que se encuentra la política. Tras un año ajetreado, y con la idea de renovar la FECh, comenta sobre su experiencia en el puesto y hace un llamado a seguir luchando por las demandas estudiantiles, especialmente cuando durante el primer semestre de 2024 se debe renovar la mesa directiva de la federación.

Por Amanda Ferrada Parada

La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh) fue fundada en 1906 y, rápidamente, se convirtió en un actor político relevante en la política estudiantil y gubernamental del siglo XX. Ha encauzado una serie de movilizaciones sociales de alcance nacional que han tenido por fin un sistema de educación público, gratuito y de calidad. Pero, los últimos tiempos ha estado sufriendo una crisis, tras cuatro años sin mesa directiva. Catalina Lufin, la actual presidenta de la federación, intentará darle respuesta a la interrogante:

¿Qué está pasando con la voz de la FECh?

Catalina Lufín Pacheco, estudiante de Literatura y Lingüística Hispánica con mención en Literatura, inició su activismo en la escuela secundaria como vocera del Centro de Estudiantes del Liceo 1 Javiera Carrera de Santiago. Posteriormente, en la universidad, formó parte de la coordinadora de su carrera entre 2019 y 2020, y participó en la Asamblea de Disidencias de Filosofía y Humanidades. Lufin es militante de las Juventudes Comunistas desde 2019 y actualmente preside la FECh y es vocera de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech).

Al hablar sobre su experiencia en la FECh, comenta que el cargo le ha brindado la oportunidad de fortalecerse. Asumió enfrentando numerosos desafíos, siendo el principal la necesidad de renovar -en una mirada más crítica, de revivir- la FECh después de cuatro años sin mesa directiva. «Hubo un periodo de inactividad y crisis que todavía no superamos, que fue muy extenso, más allá de los cuatro años en los que no hubo mesa directiva», comenta.

Para Lufín, formar parte de la FECh implica una vocación y una responsabilidad histórica que, idealmente, debería promover la opinión pública, lo cual representó un gran desafío para su mesa directiva. «Había que saber caminar y masticar chicle, como instalar orgánicamente la federación, que todos los cargos de consejería estuvieran electos, algo tan básico como eso. Por otro lado, salir a hablar de nuevo -después de tantos años de ausencia- en el ámbito público, retomar las demandas más gremiales pero no menos urgentes de los estudiantes que son de la universidad. Es muy desafiante, porque también se esperaba mucho después de tanto tiempo de ausencia».

El problema radica en que, al mencionar la FECh, surge un sentimiento de nostalgia. Nos remontamos a la FECh que se enfrentó a Carlos Ibáñez del Campo y que, tras ser prohibida por la dictadura militar, renació de las cenizas para contribuir a derrocar la tiranía. Recordamos a una federación histórica y reconocida por su lucha por la educación digna, pero también como un actor político importante para Chile. Sin embargo, parece que en los últimos años -junto con la crisis de la federación- se ha opacado esa voz guardiana contra las injusticias del país. «Diría que no estamos marginados de la palestra pública, sino que somos un actor relevante, pero en materia de educación, no tanto así en política nacional», responde Lufin ante esta inquietud.

Catalina Lufín

Catalina Lufín

Según ella, la federación ha perdido visibilidad principalmente debido al «agotamiento de la agenda respecto a las prioridades del movimiento estudiantil, porque una vez que consagramos el avance de la gratuidad, el 60%, y todo ese tipo de cosas que son cambios estructurales, como que no pareciera estar claro con qué continuar». Por ejemplo, dice, se trata de “hablar de tener condiciones adecuadas de alimentación es legítimo y urgente, pero es una discusión que suele abordarse más en el ámbito gremial. En cambio, cuando hablábamos de una política de acceso universal a la educación superior, era un problema a nivel país».

Lufín hace hincapié en la necesidad de encontrar un equilibrio que pueda unir las diferentes luchas, ya que “esa desconexión es multifacética, no solo una desconexión entre representantes y representados, sino también entre los estudiantes en general, que están desconectados de lo que quieren para su futuro y el de su país». También ha resultado difícil buscar un punto medio para unificar las propuestas de las bases, ya que cada facultad tiene sus propias luchas; paros de carrera, de facultades, pero muy difícil a nivel campus o Universidad de Chile.

Las sillas vacías de la izquierda

Al preguntarle a Catalina Lufín si consideraba que está bien representada la izquierda en la FECh, se sorprende, animosa de poder responder la pregunta. “Actualmente, no. Es super limitante la composición de la FECh ahora, y hay otros grupos de la izquierda, algunos más a la izquierda que nosotros y otros menos, que hoy día no la integran y que para mí sería súper interesante que volviéramos al sistema de una mesa integrada y abierta”, comparte, siguiendo la lógica de una federación más democrática, más pluralista.

“Hay muchos grupos que, o se han automarginado o se han quedado fuera por cuestiones electorales. Para mí sería super positivo volver a esas lógicas de pre-pandemia en donde había una mesa integrada y las distintas militancias conviven dentro de la Fech”, agrega, destacando que una mesa con mayores partidos representando entregan más espacio a sectores de las bases que no han tenido la oportunidad de plasmar sus intereses. “La izquierda hoy día conduce la FECh, en eso no me pierdo, pero creo que falta espacio para que el resto de la izquierda universitaria que hoy día su ideología no cabe dentro del PC o dentro del Frente Amplio también participe de ella, es super necesario”.

Ya pusimos la mesa, ¿quién nos servirá la comida?

La presidenta se sumerge en una profunda reflexión sobre los meses transcurridos al frente de la mesa directiva. «La mesa la dejamos mejor de lo que recibimos nosotros, pero, si fuese literalmente una mesa, dejamos los servicios pero falta la comida, el contenido», comenta con un tono introspectivo, consciente de la labor realizada y de lo que aún queda por hacer. Durante este período, el enfoque primordial ha sido en aspectos organizativos, sentando las bases para una política estudiantil más robusta y efectiva. Sin embargo, Lufín reconoce la incompletitud de estas estructuras sin propuestas concretas que las alimenten, sin un auténtico contenido que dé sustancia a las iniciativas.

Una de las propuestas destacadas es la necesidad de un nuevo modelo de financiamiento para la educación superior, impulsada por la crisis que afecta a las universidades estatales. Pero advierte: «Es solo una idea que está rondando suelta por ahí, a eso hay que darle cuerpo, una propuesta aterrizada, responder el cómo queremos ese nuevo modelo». A pesar de contar con todas las herramientas necesarias para impulsar la política estudiantil, destaca la importancia de definir claramente los objetivos. «Están todas las herramientas para propulsar la política estudiantil pero falta el qué», reclama, enfatizando la necesidad de buscar un punto medio para unificar las propuestas y satisfacer las demandas de las bases.

“Es difícil para quienes somos representantes estudiantiles conectar o que conecten con nosotros, por así decirlo, si no hay un trasfondo. No se va a reactivar si no hay un motivo que nos conmueva, que nos permita y nos mueva a reactivar”. Lufín reconoce que, aunque se va satisfecha con los avances logrados en términos de democracia y los desafíos enfrentados durante el proceso de renovación, aún queda un sentimiento de insatisfacción “me gustaría tener la oportunidad de cerrar lo que estamos haciendo en este periodo y terminar de instalar la federación. No es una responsabilidad individual mía o de nadie, pero al final está dentro de las cosas que uno asume con el cargo”.

Durante este primer semestre se vislumbran las próximas elecciones, un momento crucial para una FECh envuelta en un manto de incertidumbre. Sin embargo, entre la neblina de dudas, persisten las esperanzas de revitalizar y elevar la voz de la organización estudiantil más antigua de América Latina. En el contexto de un Chile en constante cambio, un país que emerge de las cenizas como el mítico fénix, y se distingue por su vertiginoso dinamismo, la FECh no puede ser menos que un reflejo de esta vitalidad. Deberá abrazar ese mismo espíritu de adaptabilidad y rapidez si pretende renovarse.

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