“TEJER, una danza madre”: Más que lanas y palillos, una forma de expresión

Escrito por el mayo 25, 2018

Tras una ardua investigación sobre el tejido, la obra propone resignificar el valor del trabajo a mano en una cultura cada vez más acostumbrada a las industrias y a lo sintético.

“TEJER, una danza madre” es la primera materialización de una ardua investigación realizada por el coreógrafo, investigador y bailarín Pablo Cortés, que a través de la mezcla del tejido a mano con las artes vivas, como la música, imagen y poesía, crea este “primer tejido” como un llamado a no olvidar esta forma de expresión que ha marcado los avances de distintas culturas. Esta obra se estará presentando desde el 31 de mayo hasta el 2 de junio en el marco del primer ciclo del Séptimo Encuentro Coreográfico en Sala Arrau 2018.

La danza es la forma en la que nuestro cuerpo comunica y expresa emociones, experiencias y fantasías. Es la que a veces permite la conexión casi cómplice entre las y los espectadores, con la o el bailarín que deja todo en el escenario. El tejido es una forma de arte casi olvidada. Muchos al escuchar acerca de la lana piensan enseguida en sus abuelas o madres que pasaban tardes enteras sentadas cerca de alguna fuente de calor, tejiendo largas bufandas o chalecos que cobijaron a sus hijos y nietos del duro invierno. 

TEJER es una obra que muestra la unión entre estas dos formas de arte y que particularmente cuenta con la presencia de la madre del autor en el escenario, la que también aportó de forma importante en la investigación. Pablo conversó con la Radio JGM y profundizó en algunos aspectos de su obra, su vida y su apreciación del arte.

¿En qué consiste TEJER, una danza madre?

Hace un par de años tuve una crisis a la hora de crear. Cuando estaba en Francia me puse a tejer y me nació la idea de investigar y hacer una obra. A fin de cuentas este es el cierre de una investigación que comencé hace dos años, fecha en la que también empecé a tejer a palillo, y por ciertas  circunstancias conocí a más hombres tejedores. Entonces ahí tomé conciencia de que yo venía de una familia de tejedores. Además, noté que mi mamá tejía desde los 5 años, hace más de 55 años atrás, pero nunca le pedí que me enseñara a hacerlo, ni tampoco ella le había enseñado esto a mi hermanos. Con el tiempo le pedí que me instruya con el tejido. Lo más importante de la obra es que ella está presente.

Mi historia familiar también ha estado marcada por la lana. Yo soy mitad español y mi abuelo que escapó de la guerra civil española en el Winnipeg, le enseñó a mi mamá y a sus hermanos a tejer. Hace unos años decidí viajar a Europa pensando que iba a llegar a España, pero por cosas de la vida terminé en Francia. Allá el arte es financiado por el Estado y el sistema artístico, pero le da muy poca libertad de creación a los más jóvenes ya que los que tienen lucas y tiempo te ayudan, siempre y cuando continúes al alero de sus creaciones. Me considero un poco anarco con mis obras, por lo que no me gustó esa forma y decidí dejarla para hacer piezas poco convencionales.

Entonces «una danza madre» tiene total relación a la presencia de tu mamá en escena.

De hecho antes solo se llamaba TEJER. Pero claro, durante mi investigación sobre este arte se integraron alrededor de diez personas entre artistas, periodistas, audiovisuales, entre otros. Todos ellos fueron parte del equipo y me ayudaron en el estudio tanto filosófico como histórico del tejido. Mientras más aprendía del tema, más entendía que el tejido es una danza madre, ya que es el origen de muchas cosas y como mi mamá estaba involucrada también, le agregamos el ‘una danza madre’.

¿El tejido es apreciado en Chile o crees que lo sintético ganó protagonismo?

Durante este tiempo, en que viví en Francia y ahora me vine a Santiago, vi como el patriarcado, la industrial textil y el sistema capitalista neoliberal, empezó a enterrar la importancia del tejido que no solamente ha servido para abrigarnos. Antiguamente se hacían trueques con éste. También antes de la escritura, el tejido servía para dejar memoria en la tierra sobre distintos temas, principalmente el cuidado del planeta. Este último punto fue uno de los impulsos de la investigación. Queremos revalorizar lo que es el tejido, dejar de comprar tanta ropa nueva y crear nuestras propias vestimentas.

¿Cómo llegaron a agendar una presentación en el Municipal de Santiago?

Al principio yo estaba muy reticente a postular a fondos, quería hacer esto muy personal. El argumento de la obra después lo fui comentando con mis familiares y cercanos a los que la idea les resonó muy fuerte. Tanto fue el impacto, que por cosas de la vida, me crucé con una productora audiovisual a la que le interesó mucho el proyecto y quiso producirlo porque querían hacer un video sobre un grupo que teníamos hombres tejedores.

Con los años, me puse a escribir sobre la obra y una amiga me instó a postular a un Fondart. Quedamos en lista de espera, fue muy aceptado pero no ganamos. Luego postulamos nuevamente a otro fondo y tampoco quedamos. Después se abrió la convocatoria del encuentro coreográfico en la Sala Arrau y fuimos seleccionados.

Ahora que ya se embaló el proyecto nos dimos cuenta de que esta investigación no daba más que para esta obra, así  ya que estamos pensando en la otra. Nuestro objetivo es hacer una especie de ruta del tejido, queremos viajar al sur a estudiar los telares mapuches. Después planeamos ir al norte para darle poder a todo esto nuevamente.

¿Cómo relacionaste cada componente de la obra para que resultara algo armonioso?

Para nosotros los tejidos son como nomenclaturas, como textos o mapas que se pueden traducir a otros formatos o idiomas. Por eso nosotros lo transformamos en danza a través del análisis del movimiento y el estudio de cada una de sus partes.

El músico Tito Cerda también hizo su propia traducción respecto a las rítmicas, a la cantidad de puntos, a las corridas y todo lo relacionado con el tejido, para llevarlo a una sonoridad. Vio qué instrumentos servían para apoyar esto, por lo que los palillos juegan un rol importante en cómo musicalizar esto, al igual que las cuerdas, un poco de música electrónica, entre otros.

Lo bonito de TEJER es que conectó distintas historias que nos recordaron nuestras familias, por ejemplo al Tito se le viene a la mente la música que escuchaba su tía mientras tejía. Esta obra no está creada solo por una lana propia de experiencias junto a mi madre, sino que son un montón ovillos de lana cargados de recuerdos y experiencias que culminan con esta potente danza.

“TEJER, una danza madre” se estará presentando desde este 31 de mayo hasta el 2 de junio, a las 19:30 horas en la Sala Arrau del Teatro Municipal de Santiago ubicado en Agustinas #794. Las entradas tienen un valor de $4.000 y puedes adquirirlas en la boletería del lugar o a través de la web en el siguiente link.

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