Opinión: Senderos de Libertad

Escrito por el octubre 1, 2017

Hace poco cumplí 68 años. Ese día leí en un texto de Albert Camus que «la misión del hombre es ser rebelde y combatir el absurdo y la crueldad. Luchas por la libertad, la justicia y la felicidad en un mundo que las niega». Me pregunté si acaso en el período histórico que me ha tocado vivir puedo levantar la cabeza y mirar de frente por tener una «conciencia digna». O tal vez pertenezco al grupo de quienes bajan la cabeza y afirman no recordar sus cobardías y pequeñeces de espíritu. Es una pregunta válida, porque los años vividos no han sido fáciles: perdimos todos nuestros derechos y continúa presente el inmundo e inexpresivo rostro de nuestros opresores que insisten en decirnos que somos lo que ellos dicen que debemos ser.En realidad, he sido libre porque a cada instante, para continuar existiendo sin ceder ante nadie, en público y en privado, cuando el mal se enmascara como bien, he dicho no. Ya durante la ocupación alemana en Francia, dijo Sartre que que «esta responsabilidad total, en soledad total, es la revelación misma de nuestra libertad». Pareciera una insensatez, pero es una demostración de libertad.

Hay quienes quieren mostrarse sensatos, pretendiendo hacer el bien a todos por igual. Debido a ello, son aniquilados por las fuerzas que chocan entre sí. Se ven, entonces. condenados a la esterilidad. Y es así como se retiran resignados o se entregan incondicionalmente al más fuerte. Hay otros fanáticos enfrentados al mal con la pureza de sus principios. Luego se cansan, se enredan en detalles y caen en las trampas tendidas por los más hábiles. Algunos luchan solitarios contra la superioridad de situaciones disyuntivas que les exigen decisiones. Pero la envergadura de los conflictos enfrentados les destroza y se contentan con una conciencia tranquila en lugar de una conciencia digna.

El camino del deber pareciera el indicado para eludir las propias responsabilidades, porque las órdenes son asumidas como la máxima verdad. La responsabilidad queda en manos de quien ordena y no en manos del ejecutor, quien se limita a obedecer, sin asumir responsabilidades personales. Y así llega a cumplir órdenes demoníacas.

Aquel aceptará lo malo para evitar lo peor y no será capaz de reconocer que lo que ha querido evitar habría sido mejor. Es éste el comienzo de las tragedias. El de más allá. para huir de todo debate y decisión, buscará refugio en las virtudes individuales, cerrando los ojos, los oídos y los labios ante las injusticias que se cometen a su alrededor. Sus acciones no podrán tranquilizar la conciencia por lo que habrá dejado de hacer, aniquilándose o convirtiéndose en el más hipócrita de los fariseos.

Con mis 68 años, hoy camino tranquilo, «con serena firmeza y viril energía». Sólo me arrepiento de no haber hecho aún más para «humanizar a la humanidad». Espero continuar siempre fiel al compromiso que asumí en mi juventud de dar testimonio en momentos difíciles.

Santiago de Chile, 27 de septiembre de 2017.

Hervi Lara B. 

Radio JGM. 

 

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