Andrea Ocampo: “El perreo te conecta con una sexualidad que históricamente te han enseñado que está mal”

Escrito por el abril 29, 2018

La relación entre feminismo y reggaetón ha sido tema de debate en más de una oportunidad. En medio de una conversación sobre la aparente contradicción entre ambos, la feminista experta en ritmos urbanos compartió con el programa Copadas de la Radio JGM su particular visión del reggaetón y de la danza en general.

Por Equipo Copadas

En el tercer capítulo de Copadas, el nuevo programa de conversación feminista de la Radio JGM, hablamos de la aparente contradicción entre el feminismo y el reggaetón, y entrevistamos a Andrea Ocampo, comunicadora, licenciada en Filosofía de la Universidad Católica, autora del libro “Ciertos ruidos: nuevas tribus urbanas chilenas” y experta en ritmos urbanos.

La entrevista se realizó vía telefónica, debido a un esguince que le impedía a la escritora llegar al estudio de grabación. “Aquí estoy, con el pie vendado, lo que no me permite perrear libremente”, dijo Andrea, quien compartió en el programa su visión particular del reggaetón y de la danza en general.

¿Consideras que el perreo es un baile inventado por y para el placer masculino?

Hay una herencia que hace que el perreo emerja como una expresión cultural que llame al goce, pero no solamente al goce masculino, sino que también al goce femenino, en el que nosotras podemos soltar las caderas, desestresarnos, sentirnos sexies y livianas, desatando ese cuerpo que cultural y socialmente está signado por culpa, por violencia, por restricciones, por deber ser, por estereotipos.

A esto, Andrea Ocampo agrega que cuando la danza se ejercita desde cuerpos que no son los estereotipados, es provocador. “Por ejemplo, yo soy una mujer feminista y gorda. Entonces, me apropio de mi cuerpo gordo y cuando bailo se quedan los gallos mirando porque estos cuerpos parece que no tuvieran derecho a moverse, a expresarse, a sentirse, a exhibirse”, dice.

En ese sentido, la comunicadora cree que, si es ocupado para rebelarse, si está más en función de uno mismo que de otro, el perreo es una buena herramienta. “Pareciera que a las mujeres nos conectara con algo ‘femenino’. Desconozco si nosotras hemos signado ese movimiento o es la sociedad la que nos ha dicho que es un modo de expresión auténtico de la mujer. Si no tenemos clara esa distinción, el perreo al menos nos permite pensarlo, ponerlo en obra y pasarlo mejor”, afirma.

El reggaeton, entonces, es una forma de liberar los cuerpos reprimidos…

Claro, y de asumirse como cuerpos gozosos, deseantes. En el caso de la mujer, no solamente como un objeto de deseo, sino como un sujeto de deseo. Una mujer que baila porque se siente sexy, porque siente ganas y porque es capaz de exhibirlas sin miedo. En ese sentido, el baile, el perreo, te conecta con una sexualidad que históricamente te han enseñado que está mal, porque eso es ser una «mujer fácil» y las mujeres fáciles son infelices, las usan… Toda esta lógica conservadora con la que nos han educado.

¿Cuál crees que sería el límite para considerar una canción de reggaeton derechamente violenta, como “Agárrala, pégala, azótala”?

Creo que tiene que ver con tres dimensiones: la lírica directa; cómo esa canción se lanza al público, porque el videoclip, además de darle un sustento estético, permite que se viralice; y la otra tiene que ver con el lugar de enunciación. Tenemos más cantantes que hablan desde el hombre que sufre, desde el romanticismo. Por ejemplo, los últimos tres videoclips de J Balvin son de hombres que les va mal en el amor, y eso no ocurrió con Daddy Yankee, tampoco con Nicky Jam; eran hombres ganadores.

Andrea Ocampo explica que la canción “Agárrala” corresponde a “la vieja escuela” del reggaetón. “En esa época, ellos (los reggaetoneros «vieja escuela») reconocen que ocuparon el elemento violento de la sexualidad. Decían que, de algún modo, tener esas letras los volvía rebeldes, molestaba a la sociedad, y entendieron que, al mismo tiempo, irrumpían en el baile callejero y hacían que las palabras que antes eran juzgadas, tuvieran un espacio para pasarlo bien. Ellos nunca se propusieron hacer un manifiesto político”.

“El reggaeton después cambia, evoluciona y de apoco se va limpiando de esta lírica. Hay autores que insisten en la cosa más violenta, pero no les va bien, porque no las pueden poner en las radios, por ejemplo. Entonces, en términos comerciales, tampoco es conveniente tener canciones de alto calibre sexual, al menos en el reggaetón”.

¿Puede ser, además, que actualmente en los videos se ha sexualizado más al hombre?

Antes no recaían sobre las figuras del reggaeton las exigencias del mercado de manera contundente. Por ejemplo, que Daddy Yankee tenía que bajar de peso y no podía ser un gordito reggaetonero, que es lo que le está pasando ahora a J Balvin. Por fin -no sé si esto es bueno o malo- hemos llegado a un punto en el que ellos están siendo víctimas de la violencia machista y patriarcal (…) Sería mejor que no existiese esa cosificación de los cuerpos y que podamos ser sujetos de goce más que objeto, pero, al menos, vamos a compartir esta mesa.

Al referirse a los comentarios que reciben los artistas por las redes sociales y al acoso que sufren por ser figuras públicas, Ocampo dice que “tú tienes derecho a decidir quién te toca y quién no, siendo hombre y siendo mujer, pero no es lo mismo. Porque si hablas de un cantante famoso, estás hablando de un loco con representación, con cierta popularidad, que toma decisiones con respecto a su carrera, que tiene privilegios, que tiene dinero, que no depende de nadie”.

“(Él) puede denunciar. En cambio, hay miles de mujeres que no pueden hacerlo porque no tienen voz, así de simple”, agrega la activista feminista. De todos modos, concluye la entrevista haciendo énfasis en que “igual hay que entender que los artistas son seres humanos. Y creo que hay que parar de inflarles el ego, si son personas normales”.

Puedes escuchar la entrevista completa a Andrea Ocampo en el capítulo “Feminismo y reggaetón, ¿una contradicción?” de Copadas:

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