Volvió la derecha a Uruguay: “El Regreso de Murga La…”

Escrito por el marzo 3, 2020

por Nazareno Roviello, desde Montevideo

Corría el año 1982 y el comité de censura de la dictadura analizaba las letras de todas las murgas para ver si cumplían con los requisitos de “la gente de bien” y así poder salir en carnaval sin alterar el orden público. En ese entonces “Falta y resto” una murga nueva, jugaba siempre con el límite de la vida.  En ese año sacó “Murga La”, en su cuplé central hablaba de una murga que existía, pero no salía, que estaba, pero no estaba. “Era un lujo escuchar a esa murga callada”, cuando la murga salía era aplaudida por todos porque no cantaban y la gente imaginaba la letra a su gusto, diciendo sin decir, haciendo como se pueda. 

En el Uruguay de hoy, nadie duda de la libertad de expresión como concepto global, aunque siempre hay atropellos y pequeños golpes antidemocráticos, tanto a la murga como a la población que ha sido reprimida aún durante el gobierno progresista y la democracia más plena de américa latina… La pregunta ¿Cómo será en los otros países?

Al menos en este, parece que aún hoy, hay gente que se entera que las murgas son de “izquierda” y se quejaron diciendo que alguna incitaba a la violencia. Gritos pidiendo censura y basta a la financiación con la plata del Estado. Con la llegada del gobierno de derecha en su “coalición multicolor” llegó la famosa frase “Se acabó el recreo” parte importante del espíritu que impone el nuevo gobierno y que la gente en las calles repitió estos días sin parar. La grieta que se profundiza en todos los países bajo falsas ideologías y absolutamente carente de datos, pero que por astucia, poder y dinero, ganó las elecciones en todos los países. Sin tener un sentido profundo, ciertamente el recreo parece haber llegado a su fin.

Tabaré Vázquez, último presidente progresista del Uruguay, tuvo su despedida en su barrio de origen “La Teja”, el pasado sábado. Con la asunción a tan solo horas y luego de que el ex presidente sobrevivió a una grave enfermedad, el amor y la necesidad de juntarse de gran parte de los uruguayos se hizo más necesaria que nunca. Miles de personas se congregaron entre la alegría y el llanto con gritos constantes que se repetían “gracias Tabaré”. 

Previo a su discurso actuaron dos murgas que sirvieron para preparar el ambiente y dar un cierre a todo lo que había sucedido en estos años. Cada una con un significado y un peso especial, una nueva con una gran crítica constructiva al Frente Amplio y otra de antaño, del propio barrio, criada en un sindicato y que siempre representó a los trabajadores. Luego vinieron fotos y videos que resumen un poco la historia del hombre que deja al Uruguay con un 9% de pobreza. Un video narrado por el mismo y que no paraba de provocar llantos desgarradores entre el público. 

Los puntos más emocionantes fue cuando apareció su compañera, recientemente fallecida, el público aplaudía suspirado de dolor. El otro momento era el recuerdo de la primera asunción y la llegada del Frente Amplio al poder… Se veía a Tabaré gritar “Festejen uruguayos, festejen”. Cuando le tocó el turno de hablar en persona, más allá de los agradecimientos por el acto, el entonces presidente tuvo la astucia de enumerar algunos méritos de cada ministerio, para que quede claro cómo dejaba el país. Lejos de ser ideal, lejos de ser un paraíso, pero cierto es, no es el mismo país que cuando lo encontraron ni tampoco el país que relata la derecha. Con público propio, en su barrio, a metros del club de fútbol que fundó, Tabaré jugaba de local y como quería, pero sí algo de épica le faltaba, cerró el acto leyendo “No te rindas”, un poema de Mario Benedetti que es un golpe directo al corazón hasta para la objetividad más dura. Pasaba el relato y la gente gritaba y hasta daba alaridos. La mezcla era de tristeza con espanto por lo que temen que venga. Tabaré relataba “Por que yo te quiero, por eso te ruego, no te rindas… no te rindas” El público explotó y él alzó la mano diciendo gracias, como quien dió todo y hace un ademán al cielo esperando algo que caiga del cielo. 

Pocas personas no lloraban en ese momento mientras el pedía a sus compañeros de partido que subieran al escenario. Pepe Mujica y Lucía Topolansky fueron de la partida. Sonaba el jingle de su campaña presidencial y la gente cantaba mientras una bandera enorme con los colores de FA llegaban al escenario.

Negación absoluta de domingo

Una historia de 49 años cerraba una etapa histórica, donde sin duda, aún los que pertenecen a otros sectores reconocen los avances sí tienen una pizca de verdad. Ese día todos durmieron con frío y miedo, apenas faltan 72 horas para que se termine el recreo. La parte más bonita de la escuela, que uno nunca quiere que acabe, porque sabe que al volver al aula, le espera un docente, poco pedagógico, abusivo y autoritario, que nunca escucha ni deja ser feliz. Los uruguayos que pudieron se fueron a pasar el día a otro lado, negados absolutamente con la ascensión de la derecha, no querían ver ni por tele. El comentario que más se repetía “Estoy negado”, pero al igual que sus enemigos políticos, aunque lo nieguen, la realidad siempre será más fuerte.

El domingo llegó y los peores temores parecían cumplirse. Una horda de caballos había llegado como en el apocalipsis. Los jinetes llegaban desde cada departamento del país para ser parte de la escolta oficial del Cuquito, Luis Lacalle Pou. La previa picante con declaraciones políticas que desconocían el gobierno de Maduro en Venezuela mientras que negaban a Cuba y Nicaragua invitaciones.

El escenario en una alto dispositivo de seguridad estaba preparado para recibir a lo mejor de la “democracia” latinoamericana. Los baluartes de la justicia y la verdad que iban a dar el campanazo final al recreo iban a ser representados por Piñera de Chile, Bolsonaro de Brasil, Añez de Bolivia, Duque de Colombia y Almagro en representación de la OEA. Uruguayo expulsado del Frente Amplio por proponer el intervencionismo en Venezuela y quien después alienta el golpe en Bolivia y felicita oficialmente a Piñera por sostener la democracia a fuerza de sangre. Otra vez una pregunta, ¿si estos son los buenos como serán los malos?.

En un mar de incertidumbre por el operativo que había sido anunciado apenas unas horas antes, todos los periodistas acreditados se iban a sorprender con el correr de las horas. Ni la propia seguridad de presidencia sabía días antes que iba a pasar. El instructivo aclaraba que solo la “prensa oficial” tendría acceso al parlamento y al círculo más íntimo de la asunción presidencial. Fuera del parlamento nos quejamos cuando nos negaban el acceso mientras que canal 4, histórico opositor, gozaba de material exclusivo por ser parte de la transmisión especial. Los periodistas enojados por no poder trabajar se lamentaban diciendo “esto jamás pasó”. 

Con una distancia prudencial para que los periodistas jamás estemos cerca de los invitados, vimos cuando Bolsonaro llegaba con su comitiva. La gente comenzaba a aplaudir y vitorear su nombre. El presidente contento y cómodo agitaba los brazos y hasta se acercó a saludar a la gente. Se dió el lujo de ondear una bandera mientras recibía los gritos de uruguayos que decian “Enseñenos, Bolsonaro, hay que hacer como en Brasil, mano dura”  El mandatario sonreía y se despedía de la gente. La avenida principal preparada para el desfile presidencial estaba repleta de público partidario que constantemente se alentaba al grito de “Viva la democracia” “Que vivan los blancos” “Que viva la patria” y “Volvió la libertad”. 

En la rara y siempre pacífica convivencia uruguaya, apostados sobre ambos lados de Av Libertad, había grupos de izquierda con consignas contra los apenas asumidos y contra los presidentes visitantes. El grupo de Madres y Familiares de desaparecidos de la dictadura, ocupaba aproximadamente una cuadra con los carteles de sus desaparecidos en brazos. Carteles que indicaban que Piñera es un dictador y asesino  y todas las consignas que expresaban rechazo. En el ida y vuelta entre ambas facciones ideológicas se notaba una diferencia en la actitud hasta el momento. Una niña que no tendría más de diez años llamaba la atención con su tono agudo al grito de “váyanse comunistas de mierda, vuelvan a su país”. El paisaje parecía cambiar de intensidad y cada vez más simpatizantes de la derecha comenzaron a arengar. Una señora desbocada gritaba “Se acabó el recreo, se acabó el recreo” y muchos la acompañaban, hasta que se dieron cuenta que quedaban muy fachos y cambiaron los gritos por “Qué vivan los blancos” y “Que viva la libertad”. 

Prensa presente cobertura muda

Lejos parece estar siempre la capacidad de la gente de observar por fuera de sus biografías individuales y notar que esos gritos se repiten a lo largo del mundo, siempre en las facciones de derecha. La polarización volvió y con ellos todo lo malo que se pueda esperar. Una fila de jóvenes blancos comienza a tomarse de la mano y anuncian la salida de Lacalle. Se abren las puertas del parlamento y la gente grita sin parar, Lacalle se prepara para desfilar. 

Primero se acercan las motos de custodia, atrás el cuerpo de Blandengues y finalmente aparece la “Cachila” con Luisito y su vice Argimon. La gente le grita y ellos saludan sin parar, hacen caras familiares y saludos personales como sí personas del público fuesen sus conocidas. No son tantos, pueden ser que se conozcan, pero lo que verdaderamente rompe el clima, son los gritos contra el. Luis parece no esquivar el problema y comienza a mirar para su derecha donde están todos los carteles. Parece que con señal de respeto sostiene la mirada a todo el grupo de familiares y sus fotos. Varios segundos parecen pasar de solemnidad hasta que se da vuelta para el otro lado y continúa saludando. Los fotógrafos corren desesperados porque es el único momento que estarán cerca de él y necesitan la foto, pero nadie se percata que lo acaba suceder no estaba en los parámetros de lo esperado. El auto sigue rumbo a la Plaza Independencia donde Tabaré Vázquez le pasara la banda presidencial, pero antes un grupo de más de tres mil caballos comienzan su desfile detrás del auto. Jinetes de cada departamento, que hicieron el trayecto al lomo del animal para mostrar la fuerza productiva del campo e imponer respeto. 

Los gritos se siguen desatando contra ellos “alcahuetes del patrón” y una diferencia marcada entre el campo y la ciudad. La gente detrás de las vallas arengaba a los jinetes que también incitaban a la gente al grito de “Viva la patria”. Si alguna vez las promesas cristianas se cumplen, aseguro que deben ser bastante parecidas a lo que se vivió en Montevideo. Entre el viva la patria y vayan a laburar mugrientos, nadie escatimo en libertad de expresión. Todos se dijeron lo que quisieron y el desfile siguió. No íbamos a correr la misma suerte los periodistas que a pesar de estar claro en el instructivo presidencial, al llegar a la plaza nos negarían la entrada para cubrir el paso de mando. Nos cambiaron la calle y uno a uno los puestos policiales nos derivaron a otro sin solucionar el problema… la libertad de expresión. Los oficiales decían que tenían órdenes directas de que en la entrada oficial no entraba más prensa. 

Todo estaba dado para que haya la menor cantidad de periodistas posibles, casi que hicieron el mismo esfuerzo con su público. Al llegar al cuarto retén policial nos dejaron pasar y los periodistas festejaron de alegría. Unos metros más adelante en el quinto retén nos indicarían que no estaba permitida la entrada y que presidencia tenía que autorizar. Colegas al borde del llanto que habían venido de lejos para cumplir con su trabajo. De repente aparece un superior que nos permite pasar y entramos todos corriendo. Lacalle con la banda, Piñera, Bolsonaro, el rey de España. Personajes de la política Uruguaya que intentaron bajar la edad de imputabilidad y un plebiscito para sacar los militares a la calle. Negacionistas de la dictadura, xenófobos, racistas, represores, bingo! cantó alguien en la tribuna. Era la panacea del periodismo independiente, lastima que no quisieron que preguntemos nada. Luego de la firma de algunos ministros el acto termina y el Cuqui se retira. Lo siguen los presidentes y sus comitivas. Entran al palacio Artigas donde el flamante presidente luego de saludar y hablar un poco con sus colegas, sube a saludar desde el balcón. 

La gente grita pero la energía ya no es tanta, parece que entre tanto gritar viva la patria había quedado cansados. El Cuquito parece emocionado y hace sus gestos típicos, mano al pecho, se toca su anillo de casado, junta las dos manos y las coloca bajo la nariz, ese gesto tan peculiar, que parece como pidiendo perdón por adelantado. La tarde va llegando a su fin y el primero que se retira es Bolsonaro, que otra vez con los brazos en alto responde a los gritos de la gente. Sonríe como si el mundo fuera suyo y por momentos lo parece. De repente aparece Sebastián Piñera solo en el balcón, solo como siempre y triste. Saluda a la nada y nadie le grita porque no lo conocen. Tiene la cara como extraviado y levanta las manos al cielo, parece que pide ayuda para que se terminen las protestas en Chile. El quizás fue el más repudiado de la jornada, con pasacalles y paredes pintadas por toda la ciudad. Sale el Rey de España, lo sigue Duque y en un momento aparece Felipe Solá, nuevo canciller de Argentina. Responde preguntas sobre la grieta y el comercio pero nada sobre su responsabilidad política en la Masacre del Puente Pueyrredón. 

Luis Lacalle se quedó saludando a todas las comitivas de cada país. Finalmente Añez no se hizo presente y mandó su canciller. Las calles despejadas de la Av 18 de Julio en un evento extraño donde la gente no fue la principal protagonista y se retiro rápido del tan ansiado regreso de “los blancos” al poder. Parece que lo que primero se comentó en la redes, fue la censura a la prensa y la queja de los periodistas. Casi todo el material que circulaba era de la cobertura oficial, de periodismo, no se habla. Como que están, pero no están. Es como ellos, que siempre estuvieron aunque parezca que no. Como Murga La. Parece que volvimos a tiempos de más silencio. Quizás cuando dicen “Se acabó el recreo” lo que quieren decir, es, se acabó la libertad.

 

Crédito Imagenes: Nazareno Roviello

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