La batalla cultural en el proceso constituyente

Escrito por el marzo 31, 2021

En un país donde las materias artísticas son las primeras en perder al momento de hacer cambios curriculares escolares, no es de extrañar que la población sienta que la cultura es algo ajeno. Y mientras el sector aporta más de un 2% al PIB nacional, el presupuesto asignado para las artes solo disminuye. Sin la cultura como un derecho consagrado a nivel constitucional, las demandas de los y las trabajadoras de las artes tienen poco asidero para progresar.

Foto: Marcha en Valparaíso por la Cultura. Anfucultura.

Foto: Marcha en Valparaíso por la Cultura. Anfucultura.


Por Daniella Gálvez Santander, June García Ardiles y Jossefina Rojas Caroca

La edición oficial de la Constitución Política de la República tiene 150 páginas, de las cuales la palabra “cultura” se menciona cinco veces, “arte” solo dos y “patrimonio” (en su acepción no relacionada a la propiedad privada), también se nombra en dos ocasiones.

A diferencia de otras constituciones latinoamericanas, la Carta Magna chilena no consagra el derecho a la cultura, ni a la creación ni al acceso, como un derecho colectivo y social, lo que más se acerca a eso es el artículo 19 nº25: La libertad de crear y difundir las artes, así como el derecho del autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier especie, por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida del titular”, el cual la asegura en términos de “libertad” y no de “derecho”, con una preocupación central en la creación individual y su protección. 

Además, se consolida como algo accesorio a través de otros numerales del artículo 19: libertad de conciencia (nº6, inciso 1º), derecho a la educación (nº10, inciso 1º) y libertad de opinión y de informar (nº10 inciso 7º).

A pesar de la falta de firmeza constitucional, Chile sí ha participado de acuerdos internacionales que deberían haber fortalecido el derecho a la cultura, pero que hasta el día de hoy, no se han transformado ni en leyes ni en políticas públicas que así lo consagren: Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (1972, firmada en 1980), Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005, firmada en 2007), Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003, firmada en 2008) y Declaración de Friburgo sobre Derechos Culturales (2007).

Bolivia, Argentina, México y Perú son algunos de los países de la región que le dedican varios artículos o incluso capítulos a la cultura dentro de sus constituciones, protegiendo y promoviendo el derecho a esta desde el Estado, de manera directa y colectiva con la ciudadanía.

Mientras que, la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, entre los artículos 99 y 103, toca las aristas culturales, donde se establece que el Estado preservará las manifestaciones del arte, las industrias populares, los sitios y actividades declarados patrimonio cultural.

Por otro lado, la Constitución de la Nación Argentina garantiza la “democracia cultural”, fomenta el desarrollo de las industrias culturales del país, incentiva la actividad de los artistas nacionales, protege y difunde las manifestaciones de la cultura popular, a la vez que “contempla la participación de los creadores y trabajadores y sus entidades, en el diseño y la evaluación de las políticas”.

Las constituciones de México y Perú tienen un especial énfasis en las culturas de los pueblos originarios, protegiendo sus creaciones culturales, su patrimonio y lenguas. En el caso chileno, no se encuentra ningún tipo de mención de este tipo con respecto a los pueblos indígenas y sus culturas.

El rechazo de las trabajadoras de cultura

La gran demanda del sector cultural es el 1% del presupuesto nacional para las artes. En la actualidad se encuentra en el porcentaje más bajo de la historia chilena, bajando de un 0,4 de 2020 a un 0,3% en 2021, cuando la recomendación internacional de la Unesco es por lo menos de un 2%. 

Foto: Imagen de referencia.

Foto: Imagen de referencia.

No fue de extrañar, por lo tanto, que el 2 de noviembre de 2020, el mundo de la se encendiera ante los dichos de la ministra de las Culturas, el Arte y el Patrimonio, Consuelo Valdés Chadwick, en una entrevista con CNN Chile. “Un peso que se coloque en cultura es porque se deja de colocar en otro programa o necesidad”, fueron sus palabras ante la coyuntura del presupuesto para los programas culturales de 2021. Las organizaciones artísticas no se quedaron paradas, inmediatamente organizaron cartas, encuentros y manifestaciones para demostrar su descontento ante la falta de compromiso por parte de la titular de la ministra.

La indignación se sintió en las redes sociales y en las calles. La cantante Mariel Mariel se expresó en ambos frentes. La mañana del 11 de noviembre, la cantautora chilena, Pascuala Ilabaca, la pasó a buscar a su casa en Valparaíso para llevarla al Congreso, donde se realizaría una manifestación organizada por la Coordinadora Intersectorial Cultura en Emergencia (CICE) mientras sesionaba la comisión mixta de presupuesto.

Fue su primera actividad callejera en la ciudad desde que dejó Santiago y a pesar del día nublado, la emoción de ella y de quienes asistieron, no pasó desapercibida. Junto a representantes de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), colegas de la música, de la CICE, compañeras de la Red de Actrices Chilenas (RACH), del colectivo Corazones Rojos y diversos artistas porteños, se reunieron frente a la puerta del Congreso con un lienzo que exigía un aumento en el presupuesto de la cultura. Durante la protesta, también se sumaron algunas diputadas como Marisela Santibáñez y Maya Fernández, quienes expresaron su apoyo a las demandas del sector cultural. 

A las 11.30 horas la actriz Patricia López explicaba por altavoz las denuncias y exigencias de los y las trabajadoras del arte: “La crisis en la cultura es muy violenta. Miles de personas sin acceso a sistema de salud alguno, ni a licencias de trabajo, ni 10% que retirar. No podemos ejercer actividades con público, que es lo que a la mayoría nos da sustento, desde artistas callejeros hasta nuestras estrellas locales, con todos nuestros equipos de trabajo a cuestas. La pandemia está causando estragos profundos”.

Para la dramaturga, escritora y actriz, Nona Fernández, «la acción del ministerio ha sido vergonzosa y la situación del sector de la cultura en este minuto es de completo abandono a causa de la inoperancia y la falta de voluntad política y la falta de compromiso de una ministra específica con su sector” y agrega que la cartera no ha tenido la disposición a observar la realidad de cada sector, lo que califica como “tremendamente dramático, triste y sobre todo observando a otros países”.

Cifras engañosas

La confusión durante el mes en que se discutió el presupuesto no fue menor. Mientras el ministerio de las Culturas aseguraba que el crecimiento 2021 de la cartera correspondía a un 11,2%, lo que se traduce en 21 mil 499 millones de pesos adicionales respecto del año anterior, diversas organizaciones culturales denunciaban que éste solo había disminuido. 

El porcentaje que calculaba el gobierno correspondía a una comparación con una cifra menor al presupuesto aprobado por el Congreso el año anterior, debido a los recortes que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio habría sufrido durante ese periodo. Además, para que el cálculo del presupuesto actual, se habían sumado programas que antes pasaban por otros ministerios, como algunos recursos del CNTV, la Conadi y la Fundación Tiempos Nuevos, ahora pasarían a ser administradas por Culturas, por lo que, en realidad, platas que el Estado ya destinaba, se contabilizarán por primera vez en este presupuesto.  

El problema del financiamiento se vive constantemente para los y las trabajadoras de la cultura que, año a año, tienen que postular a fondos para poder tener ingresos y llevar a cabo sus proyectos, compitiendo así entre sus compañeros y compañeras por los pocos recursos que existen del Estado. 

La presidenta de la Asociación de Productores Independientes (API), Isabel Orellana, es tajante con respecto a la lógica de los concursos y su relación con la actual constitución. “El ministerio al llevar todos los recursos hacia la concursabilidad lo único que sigue haciendo es responder a la idea de fomento a la creación artística mediante un Estado subsidiario, como lo mandata Jaime Guzmán a través de su constitución, y no a través de políticas directas de implementación de programas culturales mediante el ministerio como bien podrían hacerlo”.

La necesidad de desvincular la cultura de las lógicas neoliberales y mercantiles es algo que resuena en distintos artistas, sumada a la idea de poder plasmarla realmente como un derecho humano dentro de la futura constitución: “Si la nueva Constitución va a cuestionar el actual modelo, sería bueno desvincular la cultura de la lógica de mercado y garantizar el acceso a la cultura porque es inherente a la vida de las personas y comunidades”, expresa Mariel Mariel.

Igualmente, Nona Fernández afirma que: “Hay que desbaratar esa lógica de cómo se comprende la cultura, esta lógica de élite, tan alejado del pueblo, tan estático”. Y agrega: “Cuando nuestros derechos culturales no están garantizados, lo que se nos quita es la posibilidad de gozar, de ser quienes somos”.

Miedos y esperanzas del proceso constituyente

Amaro Labra ha pasado más tiempo con un instrumento en la mano que sentado en el Congreso frente a un botón para votar. La música, la cultura, el arte han marcado profundamente su vida y su carrera profesional, pero también ha entendido que la política no es ajena a los escenarios, por el contrario, ha transformado su puesta en escena en lugares de reivindicaciones populares.

Junto a su agrupación musical Sol y Lluvia, lucharon contra la dictadura y participaron activamente en el plebiscito de 1988 por la opción del NO, que puso fin al régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Desde entonces, el militante comunista ha trabajado a través de un activismo cultural, convirtiéndose en diputado por el distrito 12 el año 2017. 

Actualmente, Labra participa de la bancada cultural, donde espera “seguir insistiendo en que esto sea real ahora, porque si queremos más dinero no es para que lo hagamos concursable, sino para que hagamos inversiones en las personas, bien en instrumentos que logren desarrollar mucho más las potencialidades que tienen nuestros pueblos de desarrollarse.

En eso, por ejemplo, labores de investigación, asignaciones directas, una investigación desde el Ministerio y los organismos que logremos construir, que lleguen a las personas, a los territorios, sobretodo a los territorios que estén más alejados del acceso a lo artístico, cultural, patrimonial”. En este momento constituyente, cree que su rol está en desatar energías que provoquen cambios de paradigmas, del “tiempo es oro” al “tiempo es vida”: “si la poesía penetra por los lados que pueda a la constitución, la discusión de la nueva constitución será amable”.

El poder de la palabra

El uso de las palabras en la constitución es una discusión recurrente en los espacios culturales, el lenguaje que se usará para construir la nueva carta fundamental. El director de LOM Ediciones, Paulo Slachevsky, menciona en “Encuentros Constituyentes: Comunicación, Educación y Cultura”, organizado por el Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, la importancia de ejercer la palabra cultura en nuestra constitución.

“Vivimos en una comunidad fragmentada y solo se puede unir por medio de la cultura. Hay una urgente necesidad de hacer una mesa común, de un estado social de derecho plurinacional, democrático que promueva la diversidad de a las expresiones culturales, que potencie, que toda persona tiene derecho a gozar de los derechos culturales y participar en la vida cultura, no como un espectador sino como parte de la creación”. 

“Creo que el proceso constituyente que ya estamos viviendo es un espacio donde nosotras y nosotros que pertenecemos al mundo de la cultura tenemos el deber de poner nuestros temas como parte del proceso. Si nosotros no lo hacemos, nadie lo va a hacer”, sostiene Nona Fernández.

Foto: Organizaciones Organizaciones feministas de la cultura presentan agenda de género.

Foto: Organizaciones Organizaciones feministas de la cultura presentan agenda de género.

Por ello, desde las artes tienen sus candidatos a la Convención Constitucional, entre ellos están los actores Ignacio Achurra, Malucha Pinto, Bastián Bodenhoffer y Andrea Gutiérrez, los artistas visuales Arturo Duclos y Concepción Balmes, el escritor Ernesto Garrat, la poeta Rosabetty Muñoz, el cineasta Silvio Caiozzi y el crítico de arte Milan Ivelic.

Desde el mundo de la cultura se espera que los futuros constituyentes velen por que se perciba de una manera distinta a la actual, es decir, que deje de lado el elitismo, de ser considerada como un producto de consumo y mercado, y que no sea un mero accesorio en la nueva Constitución.

La cultura y sus valores son parte de nuestra identidad y se expresan en nuestro día a día. Tiene distintas formas, desde lo religioso hasta lo artístico, pues “el término cultura abraza y ahí está su valor, en una multiplicidad de formas de expresión que se propenden a la paz, la tolerancia y el respeto por la diversidad”, como sostiene la ex presidenta del Sindicato de Actores (Sidarte), Andrea Gutiérrez.

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