[#FECH2018] Adrián Medel: «Aunque no tengamos educación gratuita, lo más valioso es la organización estudiantil»

Escrito por el noviembre 6, 2017

A diferencia de las otras seis listas en competencia para liderar la federación estudiantil, aquella que preside este inapino se conforma sin colectivos políticos. Con confianza en la capacidad organizativa de los y las estudiantes, «Comunes y conscientes: a la FECh independientes» deciden tomar el riesgo y proponer nuevas formas de hacer política universitaria.

Por Camila Magnet Morales

Hace un par de semanas los y las estudiantes del Instituto de Asuntos Públicos (INAP) se trasladaron a Huérfanos #1724, después de haber exigido por aproximadamente 20 años una infraestructura decente, donde no estuvieran hacinados y que no tuviera pilares al medio de las salas ni ratones.

En la entrada aún hay escaleras apoyadas en las paredes y un polvillo blanco por las obras que se están realizando para amononar la nueva sede. De una puerta pegajosa por el latex casi fresco entra un estudiante de metro 60, castaño, de ojos azules. Adrián Medel Rodríguez (24) es uno de los anfitriones y había estado toda la tarde trabajando en la campaña de la lista que preside para ganar la federación, “Comunes y conscientes: a la FECh independientes”.

Pese a la reciente mudanza, pareciera que los estudiantes ya hicieron suyo el espacio: en el hall cuelgan tres mangas de las listas de colectivos políticos que se están postulando a la FECh.

¿Dónde está la de los independientes?

«No tenemos. No es nuestra forma de hacer política. A nosotros no nos gusta intervenir el espacio de una manera tan invasiva».

El estudiante de Administración Pública prefiere los banderines naranjos, verdes y celestes que han colgado en las distintas facultades como forma de campaña, junto a una foto del equipo de la lista E.

El quinto piso del edificio nuevo de INAP también tiene rasgos de mudanza: un montón de cajas de cartón están arrumbadas llenas de libros que dicen “Preuniversitario popular Víctor Jara”. Ésa es su oficina.

“Yo me enamoré de esta organización. Éste es el trabajo que más me gusta, el trabajo voluntario y popular”, cuenta Adrián, que lleva tres años como coordinador general del preuniversitario. “Soy tan consciente de la importancia de la educación y de que el más importante es el profesor, que mi trabajo va desde servirle un café para que él esté despierto hasta gestionar para que haga clases en el colegio municipal”, explica.

De todas maneras, asegura que este es su último año en el cargo. “Ya me despedí. Parte de un buen liderazgo es saber cuándo llega tu turno y dejar continuidad”, dice, aunque después asegura que no le gusta la palabra “líder”.

¿Por qué no te gusta?

«Ser un líder son palabras mayores. Por ahora no me categorizaría como líder porque creo que me falta experiencia. Todavía cometo errores que no debería cometer un líder. Pero sí soy una persona con capacidad de liderazgo».

Estas aptitudes ya las demostraba en su juventud: en 2010 fue vicepresidente del Centro de Estudiantes de su colegio de toda la vida, el San Agustín, y en cuarto medio fue jefe de alianzas, cargo demandante para una competencia que, como en buen colegio privado, era desgarradora. Además, participó de los trabajos voluntarios que organizaba su colegio católico.

A fines de enseñanza media, cuando se activó su vida política, bajó de peso debido a que no se sentía cómodo con su cuerpo, dejando de lado los videojuegos y “cerrando la boca”. ¿Y con deporte? No. Asegura ser malo en esta área, aunque ande en bicicleta, haya hecho algunos cursos de tenis y de niño haya jugado básquetbol “pensando que iba a crecer más, pero parece que no sirvió”, ríe, aludiendo a su baja estatura.

Para el 2011 él estaba en cuarto medio y, pese a que su colegio se hubiera mantenido ajeno a las movilizaciones sociales, el movimiento de ese año fue tal, que traspasó las barreras católicas y particulares del San Agustín. «Fui a las marchas y quedé loco. Cada vez me gustó más la política porque sentía cómo la gente podía ganar poder en base a organizarse. Yo tengo una postura de reconocer todo lo que se ha avanzado. Aunque no tengamos educación gratuita y de calidad, para mí lo más valioso ha sido la organización estudiantil. Ésa es la experiencia que la gente tiene que valorar y que te motive para delante», reflexiona.

Adrián cree que el amor por el servicio público proviene, en parte, de los valores que le ha enseñado su familia. Sus padres son enfermeros y vienen de familias humildes de Concepción y Talcahuano. «Siempre éramos de compartir todo, de que cuando uno estaba bien ayudaba al otro y viceversa», cuenta y recuerda los momentos en que pasaron por muy buena situación económica y otro en que fueron ellos quienes necesitaron ayuda del resto. Esto sumado a sus aptitudes humanistas y matemáticas lo hicieron interesarse por estudiar Administración Pública.

En 2013, ya en la universidad, fue delegado de generación y de Bienestar en su instituto. Al año siguiente fue concejero INAP y desde el 2016 ha sido presidente del Centro de Estudiantes hasta la actualidad. Sin embargo, tuvo que dejar la mayoría de sus responsabilidades por haber protagonizado un desafortunado episodio que está siendo investigado.

«Una situación extraña»

Hace dos semanas una carta firmada por el representante de los funcionarios de INAP, Andrés Jiménez, se difundía entre los estudiantes. Ésta denunciaba el actuar de Adrián Medel el sábado 14 de octubre, cuando se le perdió el celular en la sede de Huérfanos y se enfrentó a los funcionarios de la Escuela. “Al dirigirse a ellos tuvo una mala reacción, maltrato y acusación sin fundamentos (…) llegó a registrar artículos personales y una caja de herramientas de los funcionarios”, acusaba la carta.

Además, agregaba que estas reacciones eran reiteradas de su parte y se solicitaba a la Escuela intervenir para que las relaciones con los funcionarios se dieran en un marco de respeto.

Sobre esta situación, Adrián admite que “no tuve una actitud que corresponde para ninguna persona, para ninguna; funcionario, estudiante ni autoridad”. Dice haber estado desesperado buscando su celular entre las sedes de Moneda y Huérfanos por aproximadamente dos horas y reaccionó alterado con las personas que se encontró.

Su celular apareció sobre un casillero en el hall de la sede de Huérfanos, cuando sonó la alarma de la aplicación de búsqueda por GPS. «Muy raro porque ya había hecho sonar la alarma ocho veces, yo creo», recuerda Adrián. «Estaba en el segundo piso buscando el celular como loco, bajo y me encuentro con las dos tías y el tío que encontró el celular. Les digo ‘tías, ¿qué onda? ¿por qué apareció ahora y no antes? ¿alguien tenía el celular?’. El tío, al que yo quiero mucho, me dice ‘Cómo dice eso, cómo desconfía de mí’ y yo le dije ‘pucha, tío, en este momento desconfío de todos'», narra Adrián y hace énfasis en que fue un error y debió haberse disculpado con ellos el mismo día.

Este episodio fue descrito al representante de los funcionarios de INAP, quien escribió y firmó la carta que, según el inculpado, contiene exageraciones y mentiras por malentendidos y, principalmente, por conflictos personales que había entre Jiménez y Medel. «Nunca peleó por los honorarios, nunca peleó por la gente que no votaba por él, nunca pescó a los de la Escuela. Hemos sido los estudiantes quienes más hemos defendido a los funcionarios de esta Escuela. La riña con él ha sido histórica«, cuenta el estudiante, quien se disculpó con los funcionarios que se sintieron pasados a llevar y con los que dice haber vuelto a tener la buena relación de siempre.

Para esclarecer los episodios del sábado 14, que Adrián describió como «una situación extraña», y dar cuenta de que no hubo maltrato, revisión de cosas personales por desconfianza ni que ha sido un comportamiento reiterado, él mismo pidió que se realizara una investigación de este caso. Esto para que las personas pudieran seguir confiando en él, pues es justamente la desconfianza lo que identifica como uno de los factores que han mermado el movimiento estudiantil.

«La gente ve que la forma de trabajar no es constructiva y eso te aleja. Ahora que es tan delicada la participación y cuesta tanto que la gente confíe en el otro, hay que cuidar esas formas de hacer política. Estás compitiendo igual, pero no por eso vas a competir en base a descalificar o no vas a reconocer el trabajo del otro«, critica. De todas maneras, él particularmente se considera una persona muy confiada: «Y como creo que hay más gente buena que mala en este mundo, voy a seguir confiando».

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