Dirigentes sociales: ¿Una especie en peligro de extinción?
Escrito por Radio JGM el agosto 19, 2024
Este mes se conmemoró el Día Nacional de la Dirigencia Social, una celebración instaurada a fines de los años 90’ en reconocimiento a las Juntas de Vecinos y otras organizaciones comunitarias, que a la fecha son más de 300 en el país.
Por Paulette L’Huissier
Presidenta Junta de Vecinos N° 13 Suárez Mujica
Las autoridades las reconocen como “el primer eslabón de coordinación, atención y ayuda a sus comunidades ante diversas situaciones, como cuando se requiere de iniciativas solidarias, para coordinación frente a emergencias de toda índole”. Ahora último queda patente este rol cuando se producen protestas sociales, crisis sanitarias y/o catástrofes naturales.
No obstante, independiente de su protagonismo ante las eventualidades, aumentan las amenazas para el ejercicio de estas dirigencias con una alta preponderancia de valores individualistas, bien lo han advertido algunos análisis políticos acerca de la actual “ausencia de un proyecto que integre lo personal con la construcción de un país y una sociedad”.
En este escenario, la figura del dirigente social queda en el olvido cuando en la práctica es un actor relevante. Hombres y mujeres dedican parte de sus rutinas en velar por los intereses de otras personas y pese al panorama desalentador mantienen la pasión por el bien común.
«Hoy es muy difícil encontrar gente comprometida con su barrio o sus vecinos», me comentan dirigentas con más de 20 años de experiencia y es que nos enfrentamos a uno de los tantos legados de la dictadura que borró del mapa a este tipo de organizaciones. Ha pasado el tiempo y el retorno a la democracia no garantizó la renovación de la convivencia, es más, estamos ante una profunda crisis de confianza en el mismo proceso de transformación social y en las instituciones.
Si pensamos en el diario vivir, es cada vez más difícil ayudar a las personas a salir del temor a los otros, obnubilados por las pantallas de celulares y de la televisión se pierde de vista la pertenencia a un grupo mayor. A esto se añaden los fantasmas de la pobreza y la inseguridad que acechan con los bajos sueldos y los delitos violentos a la luz del día que transmiten los noticiarios. También se suma la explotación laboral, que se evidencia en los trabajos formales y los no remunerados – como el doméstico y de cuidados –, ambos dejan sin tiempo para dedicar a tareas de servicio a la comunidad.
Atrapados en este cuadro con muchas ataduras del sistema y abundancia de pesimismo, aparecen uno que otro dirigente o dirigenta en los territorios que invitan a pensar en un futuro colectivo, estrechar vínculos y fortalecer el tejido social, todo con miras a resucitar la esperanza por la mejora de la calidad de vida.
Al respecto, el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Chile (PNUD) advierte que el 20 por ciento de la población considera que los liderazgos políticos no conocen los problemas de la gente lo que obstaculizaría acuerdos para resolver los grandes asuntos del país.
En ese sentido, resulta clave el impulso de iniciativas donde se empodere a los dirigentes sociales, juntas de vecinos y organizaciones, para que actúen como puentes entre las personas y los tomadores de decisiones, pues sin duda – tanto como el saber técnico- tienen un valioso conocimiento de las distintas realidades locales, sus problemas y urgencias.
En definitiva, si se evita su desaparición se gana en una mejor articulación, ya que se apuntaría a dos debilidades a la vez: impedir que las políticas públicas intervengan tratando a lo viviente como inerte y avanzar hacia la democratización del poder.
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