Dime dónde vives y te diré cuánto vales

Escrito por el diciembre 16, 2018

El martes 20 de noviembre, al menos 50 personas murieron en Afganistán a manos de un atentado terrorista,  ¿vieron alguna noticia al respecto? ¿algún filtro para facebook o algún hashtag para twitter en apoyo a las víctimas?

A todas luces se trató de un hecho de grandes magnitudes, que conmocionó a la población afgana en lo que sería una celebración de Mahoma. Sin embargo, tras semanas desde la explosión, en Occidente la información que se conoce es escuálida para la gravedad del ataque. Paradójicamente, una de las cosas más estremecedoras ha sido, la falta de cobertura.  

Si se contrasta el trabajo realizado por la mayoría de los medios occidentales respecto a los atentados de noviembre de 2015 en París, o marzo de 2016 en Bruselas, resulta fácil reconocer el grado de prioridad a la hora de cubrir ataques terroristas en Europa -o Estados Unidos-, en comparación a lo que pueda suceder en África, Medio Oriente o Asia.

Estas diferencias se podrían explicar de dos formas, siendo ambas alarmantes. Por un lado, se podría haber normalizado el hecho de que, en ciertos países, los atentados son algo más habitual –el año pasado Afganistán también sufrió de un ataque de grandes dimensiones donde murieron 95 personas-, lo que hace perder “el toque noticioso” respecto a lo novedoso que pueda resultar algo. Esto significa que, por lamentable que pueda ser la muerte de inocentes, gran parte de Occidente ya ha asumido que es algo que pasa en ciertas partes y se debe considerar como una realidad y fin del asunto.

teleSUR

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Sin embargo, la segunda posibilidad, y es la cual pareciera ser de forma penosa, la más certera, es que en realidad 50 afganos muertos simplemente no valen lo mismo que 50 franceses muertos. Esto, por duro que pueda ser, se ve a través de la poca relevancia con que se trata en distintos niveles estos atentados. Desde la sociedad civil, que opta por cambiar sus fotos en las redes sociales, para utilizar filtros de la bandera de Francia, a celebridades que se ganan unos cuantos miles de seguidores producto de sus sentidas condolencias a las familias europeas que perdieron a sus seres queridos, hasta las autoridades, que se comunican entre sí para manifestar apoyo al gobierno del país afectado.

Lamentablemente, esta discriminación se ve tanto en los países del Primer Mundo, como en nuestra realidad subdesarrollada, donde resulta aún más absurdo.

Es urgente que se reflexione sobre nuestras actitudes ante estos crímenes. Es imperativo que se traten estos temas sin considerar el PIB de un país, o el color de piel o el idioma que se hable. Es esta misma indiferencia la que ha abierto grietas en la sociedad y entre países, que ha permitido que gobiernos racistas se impongan en elecciones e instauren su agenda.

Por supuesto que la idea no es jamás ignorar lo que pueda acontecer en Europa o EE. UU, pero si no se cambia el prisma, existirán más niños y niñas que hayan perdido familiares en atentados, y que crecerán sabiendo que, a una mitad del mundo, no le interesa en lo absoluto su sufrimiento.

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