Suicidios en RM: Baja calidad de vida y ausencia de políticas de salud mental
Escrito por Francisca Vargas Ramos el septiembre 10, 2019
De acuerdo con cifras entregadas por el Servicio Médico Legal (SML), entre los años 2010 y 2017 se registraron 5.409 suicidios en las 52 comunas de la Región Metropolitana, siendo Curacaví y La Pintana las que registraron las tasas más altas.
Por Marcela Benito, Wilson Ñanculef y Francisca Vargas
Atribuir los suicidios en nuestro país a una causa única sería algo erróneo. Múltiples son los factores que influyen dentro de la decisión, pero sean cuales sean estos motivos, se debe prestar más atención a la precaria salud mental que tiene el país, ya que Chile lidera el ranking mundial de depresión de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según las cifras aportadas por el Servicio Médico Legal, la Región Metropolitana registra alrededor de 700 suicidios por año, y las cifras no han disminuido durante los últimos cuatro. Entre los años 2010 y 2017 fueron 5.409 los casos de suicidio correspondientes a residentes de las 52 comunas que componen la región. De éstas, las diez comunas que presentaron las tasas más altas de suicidio durante dicho periodo fueron: Curacaví, La Pintana, Tiltil, Lo Espejo, Renca, Pirque, Lo Prado, El Bosque y La Cisterna. Por otra parte, las diez comunas que registraron las tasas más bajas fueron Independencia, Lo Barnechea, La Reina, San Miguel, Las Condes, Ñuñoa, Maipú, Vitacura, Macul y El Monte.
Además de las enfermedades mentales, los distintos expertos coinciden que hay otras causas que pueden incidir en los suicidios en la Región Metropolitana como los factores socioeconómicos, específicamente la calidad de vida de las personas. Tomando en cuenta el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), las comunas con condiciones sociales deficientes y que se encuentran en el rango bajo del ranking, coinciden en su mayoría con las comunas que concentran las tasas de suicidios más altas. Esta coincidencia da cuenta de que las condiciones de vida podrían ser uno de los factores que afectan la salud mental de las ciudadanas y ciudadanos.
El Estado chileno gasta alrededor de 90 mil millones de pesos anualmente para cubrir materias relacionadas con este tema, y el Ministerio de Salud busca que esta cifra se duplique a través de una nueva ley que busca reformar de manera integral varios ámbitos de la salud. En el año 2017, durante el gobierno de Michelle Bachelet se implementó el tercer Plan Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud, el cual establece objetivos y metas que se deben lograr entre los años 2017 y 2025 para cubrir las necesidades de la población. El plan incorpora entre sus puntos más importantes la necesidad de crear una Ley de Salud Mental, adaptándola a las exigencias de los estándares de derechos humanos, profundizar el Modelo Integral de Salud Familiar y mejorar mecanismos de financiación que impulsen el modelo comunitario
Suicidio y ranking ICVU: Cómo influye la calidad de vida de cada comuna en el suicidio
El ranking ICVU es un instrumento que mide la calidad de vida de las comunas y ciudades del país y las califica con un puntaje, siendo superior a 47,9 el puntaje ideal. De los seis ámbitos que evalúa, el de la salud y el medio ambiente corresponde al tercero que más influye en los resultados, con un 18,1% de la ponderación. Entre las consideraciones de dicho ámbito se incluye el de la salud mental. En el ICVU del año 2017 se tomó en cuenta la cantidad de tratamientos por depresión realizados el año 2011.
Las comunas de la Región Metropolitana que se ubican en el rango bajo, son las que en su mayoría presentaron tasas de suicidio más altas. Para comprender cómo la calidad de vida influye en el suicidio es importante considerar dos factores: en primer lugar, tomar en cuenta si las cifras corresponden al lugar de ocurrencia o a la residencia de la persona, pues durante los últimos años se ha tomado en cuenta la ocurrencia, lo cual es un dato que no refleja cómo una comuna se ve afectada respecto a salud mental y calidad de vida. Por ejemplo, en el caso de Providencia, que ocupa la tercera posición en el ranking ICVU y Santiago Centro que ocupa la 17, registran un número mucho más alto en ocurrencia, pues se trata de centros urbanos con una gran concurrencia de habitantes de diferentes comunas. El segundo punto para considerar es la densidad poblacional, pues comunas como Puente Alto, San Bernardo y Maipú presentaron números altos de suicidio, sin embargo, en relación con la cantidad de habitantes presentaron tasas más bajas, con alrededor de un 0,07%.
Según el ranking ICVU 2017, 29 comunas se posicionaron en el rango bajo, considerando variables como la condición laboral, la salud, la vivienda y el entorno. De las comunas que concentran las tasas más altas de suicidio en relación con la cantidad de habitantes, La Pintana, Lo Espejo, El Bosque, Renca, La Cisterna y Lo Prado se encuentran dentro de dicho rango. La Pintana fue la comuna que ocupó el penúltimo puesto de las 93 comunas evaluadas, y de acuerdo con los datos entregados por el Servicio Médico Legal y la población del último censo, sería la segunda comuna con la tasa más alta de suicidios, con un 0,12%.
Sin embargo, la comuna con la tasa de suicidios más alta fue Curacaví, que, si bien no fue considerada en el ranking ICVU, de acuerdo con el Reporte Comunal del año 2011 revelado por el Observatorio del Ministerio de Desarrollo Social, el ingreso promedio del hogar es de 174.718 pesos aproximadamente, con el cual sería imposible cubrir un tratamiento para la depresión o el trastorno bipolar en la salud privada.
En cuanto a la previsión de salud de los habitantes de Curacaví, la mayoría se encuentra en Fonasa A, con 10.722 afiliadas y afiliados, esto quiere decir que un 35% de la población total se encuentra en el tramo de personas indigentes o carentes de recursos de acuerdo con la clasificación entregada por la Superintendencia de Salud. Los ciudadanos que se encuentran en dicho tramo pueden acceder a la salud pública gratuita, pero sin posibilidad de comprar bonos. En el caso de Curacaví, esta no cuenta con un Centro de Salud Mental Comunitario (COSAM), siendo los más “cercanos” los de las comunas de Lampa y Melipilla, sin embargo, la conectividad de transporte público es prácticamente nula. Esto da cuenta de la precarización del acceso a la salud mental que tienen los habitantes de Curacaví, lo cual se refleja en la tasa de suicidios correspondiente a un 0,13%.
Además de Curacaví, Pirque y Tiltil tampoco se encuentran entre las comunas y ciudades estudiadas en el ICVU. Por otro lado, la gran excepción de esta tendencia fue Independencia, la única comuna del rango bajo que registró la tasa más baja de suicidios, incluso superando a las comunas mejor evaluadas como Lo Barnechea y La Reina.
En cuanto a previsión de salud, los ciudadanos y ciudadanas de las 10 comunas que concentran las tasas de suicidios más altas se encuentran en su mayoría en los tramos A y B de Fonasa, esto quiere decir que sus ingresos mensuales son iguales o menores a 250.000 pesos, lo que significa que de encontrarse en lista de espera, no podrían acceder a un tratamiento por otra vía.
Hablemos del suicidio en adultos y adultas
La salud mental y los suicidios comenzaron a ser un tema en nuestro país ¿Desde?, pero sólo en los adolescentes, ya que este rango etario ha estado en constante alza durante los últimos años. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016 – 2017, el 2,2% de los jóvenes entre los 18 y 24 años han considerado el suicidio como una opción, mientras que en adultos jóvenes de entre 25 a 24 la cifra aumentó a un 3,6% dejando en evidencia el alza.
Debido a los constantes episodios o casos de suicidio en jóvenes, se ha dejado de lado de alguna u otra forma, a otros rangos etarios como el de los adultos y las adultas.
Cifras oficiales obtenidas para este reportaje evidencian que el suicidio en edades mayores está más presente, pero entonces, ¿por qué no se ha visibilizado tanto el suicidio en este rango etario?
El número de suicidios en la edad adulta se ha mantenido similar a través de los años, pero aun así las personas solo se enfocan en los y las jóvenes. Claudio Duarte, Sociólogo de la Universidad de Chile agrega que esto tiene que ver con que “estamos en una sociedad adultocéntrica, que ve el origen de todos los males de la sociedad en los jóvenes, y las estadísticas nos muestran que es al revés, que el fenómeno del suicidio se da más en personas adultas”.
Se podría decir que los casos en la edad adulta (25 en adelante) se dan por un diagnóstico tardío o por la falta de conocimiento en torno al tema. Raúl Carvajal, psicólogo de la Clínica Santa María, explica que muchas veces un diagnóstico tardío trae por consecuencia un tratamiento tardío y más dificultades para la cura. Esto pasa porque ante los sentimientos de tristeza o los constantes cambios radicales de humor, las personas en vez de preocuparse prefieren no prestarle atención. Carvajal comenta que los y las adultas viven en un constante “yo soy súper fuerte y voy a salir de esto”, cuando en realidad la depresión es una enfermedad como cualquier otra y tiene aspectos bioquímicos que afectan la conducta y el pensamiento. Asimismo, agrega que el entorno y la sociedad en la que vivimos afecta mucho a este rango etario, ya que, “el estilo de vida, el sistema en el que vivimos favorece mucho eso, el individualismo, el sistema capitalista del consumo, hace que la gente se sobreexija y que se deteriore la calidad vida”.
Las personas no están considerando el suicidio de los y las adultas, ya que recién se está generando una cultura de preocupación en torno a la salud mental, pero por ahora sólo se está dando entre jóvenes, ya que, en palabras de Macarena Pérez, asistente social de la Universidad de Chile, ellas y ellos tienen más normalizado el socializar y poder contar sus problemas. Para la juventud, el tema del suicidio y la salud mental no es un tabú y pueden hablarlo tranquilamente, y asimismo buscar ayuda, a diferencia de personas adultas, quienes lo evitan por pudor, debilidad o simplemente porque a su edad es algo “prohibido socialmente”.
Todo parte desde la base: educación y formación sobre salud mental
Carteles con frases como “tengo sueño”, “única tarde libre = trabajo en grupo” o “no quiero sentir ansiedad en cada entrega” son algunas de las pancartas que levantaron alumnos de la carrera de arquitectura de la Universidad de Chile en abril del presente año. Entre sus denuncias señalaban la sobrecarga académica y un descanso que nunca llega como los elementos que detonan problemas derivados del estrés. Esta situación desató un intenso debate sobre el sistema educacional superior, provocando la continua paralización de otras universidades a lo largo del país. Las impresiones y críticas por parte de autoridades académicas demostraron el rechazo a la denuncia de los alumnos señalando que los estudiantes no tienen noción sobre el sacrificio que se debe hacer para alcanzar un título universitario. En el marco de estas paralizaciones, la Confederación de Estudiantes de Chile llamó a las autoridades del Ministerio de Educación, a poner más atención a las problemáticas que afectan la salud mental de las y los alumnos. Esta situación transparenta la urgencia de implementar un sistema educativo que se preocupe por la formación emocional de los ciudadanos en el país, tomando en cuenta que el campo académico y laboral posee muchos factores que pueden desatar ciertas enfermedades mentales.
Las patologías que afectan a la salud mental son parte de un arrastre de estos estados a lo largo de la vida de cada persona que no ha tenido acceso o conocimiento a cómo tratarse. Raúl Carvajal señaló que “hay una falta de información, de educación, entonces si uno mira la línea completa, nada ha fluido, nada es fácil. Además, hay un gran porcentaje de la población del país que cree que ir al psicólogo es porque se está loco”.
La idea de una educación emocional busca partir inculcando a las personas desde la enseñanza básica la necesidad de reconocer sus estados anímicos y sus emociones, dejando de lado los roles de género que pueden afectar en la formación emocional de niñas y niños, aboliendo la idea de que sólo las mujeres pueden llorar. Sin embargo, con una educación emocional no basta para mejorar el problema de raíz. Es necesario un cambio cultural a nivel país en donde se comience a prestar atención a las condiciones personales y el entorno que rodean a la persona que está atravesando una enfermedad mental. Es en esta línea que el psicólogo y especialista en salud mental Gonzalo Soto señala que:
Claudio Duarte, indicó que lo que se necesita en la educación superior es trabajar en profundidad la formación integral de las y los estudiantes, otorgándoles acompañamiento en su vida universitaria. Más que enseñarles a escribir ensayos o papers, es importante que aprendan a sobrellevar la alta exigencia de las carreras profesionales que, según el sociólogo, resultan ser prácticas antipedagógicas.
Que se deje de hablar de éxito para empezar a hacerlo sobre felicidad es el inicio de un cambio cultural que logrará que las personas tengan un mejor entendimiento sobre lo relevante que es llevar una sana salud mental. Mejorar las relaciones humanas, lograr un mayor acercamiento con las personas y no estar pendiente de lo que uno compra o logra son los elementos claves para aprender y educarse sobre los peligros que implica dejar de lado este ámbito de la salud.
La infancia y la adolescencia: etapas importantes para la prevención
Si bien las estadísticas muestran una tendencia mayor al suicidio en la etapa adulta, la cifra de suicidios en niñas, niños y adolescentes tampoco son menores, pues entre el 2010 y 2017 se registraron 363 casos en el rango etario que va desde los 10 a los 19 años. María Eugenia López, psicóloga especializada en salud infantil de la Universidad de Buenos Aires, plantea que es importante que todo problema sea tratado durante la infancia o adolescencia, pues de lo contrario todos los malestares en torno a la salud mental repercutirían en una mayor medida durante la adultez.
En esta línea, la especialista indica que todo indicio de riesgo debe ser tratado no sólo desde los centros salud, sino que desde la contención en el hogar y en las escuelas. En cuanto a materias públicas, López hace énfasis en que se tomen medidas a nivel gubernamental. “Falta esa ayuda por parte del Estado, vas a psicólogo y te dan turno para dentro de ocho meses, esas cosas tienen que estar cubiertas en la sociedad, y no lo están. Las posibilidades para que te ayuden, la gente no las tiene al alcance de la mano”, señala la especialista. En cuanto a la edad pertinente para educar respecto a salud mental y emocional, sería a partir del jardín, lo cual bajo esta mirada sería una medida preventiva fundamental en un escenario donde la salud mental tiene una cobertura tan reducida.
Salud mental en las aulas y conciencia social
Actualmente el catastro de los casos de suicidios del 2018 y 2019 está en proceso, por lo que aún no se sabe si las cifras han aumentado o no. En el marco del Programa Nacional para la Prevención del Suicidio en Jóvenes, se espera al año 2020 disminuir las tasas en un 15% entre los jóvenes de 10 y 19 años.
Hoy en día se están emergiendo nuevas miradas en algunas personas, unas que hablan sobre los problemas de salud mental y que se preocupa por el suicidio. Es importante que se trabaje desde temprana edad para conseguir diagnósticos a tiempo y así no llegar a lamentar los hechos a una edad más adulta.
Este cambio de paradigma está haciéndose cada vez más fuerte y masivo dentro de la población juvenil, pero no por eso debe quedarse ahí, la idea es que todos los rangos etarios internalicen la idea de que deben cuidar la salud mental y que ir al psicólogo no es algo malo. Por otra parte, es crucial mejorar el acceso a tratamientos para los sectores más vulnerables de la población, pues si bien la depresión se encuentra dentro de las Garantías Explícitas en Salud (GES), la información en torno a esto y disponibilidad de Centros de Salud Mental Comunitaria es algo que debe mejorar.
Esta conversación lleva tiempo, ya que el sociólogo clásico francés E. Durkheim realizó un estudio en el que se habla sobre quitarles las condiciones individuales al suicidio y empezar a verlo de manera sociológica, porque son las condiciones sociales, tanto el nivel de integración como regulación social las que propician su incidencia. Asimismo, los distintos expertos coinciden en que uno de los factores de los suicidios es la sociedad consumista e individualista en la que se vive, esto ha influido de forma determinante en el alza de los suicidios.
Es por ello por lo que se debe prestar más atención a aquel movimiento estudiantil en el cual se ha decidido a hablar y movilizarse por una mejora. La cultura de discusión en torno a la salud mental ha comenzado, en especial desde las aulas de clase. La idea es que no se quede entre esas cuatro paredes, sino que salga y que como país se pueda hablar sin tapujos sobre el tema.
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