La ropa sucia no debe lavarse en casa

Por Camila Monsalva

Ilustraciones por Sebastián Brize

“La ropa sucia se lava en casa”, escuchábamos sentenciar en las reuniones familiares cuando alguien empezaba a contar infidencias de pareja. Todas crecimos bajo la doctrina del silencio, creyendo que había que callar los malos tratos y los abusos porque era mal visto que el hombre quedara como un agresor. Lo era, pero en secreto, entre cuatro paredes, y ahí quedaba: en privado.

El 27 de marzo la Justicia nos dijo que esto ya no va más, que la violencia contra la mujer es un asunto de interés público porque comprende delitos cuyos efectos importan a la comunidad toda, haciendo que la consigna “lo personal es político” cobre sentido y razón. La Corte de Apelaciones y posteriormente la Suprema respaldaron a la periodista Javiera Tapia, quien publicó en el medio POTQ las denuncias de agresiones físicas, sexuales y psicológicas que cometían ciertos hombres del círculo de la música contra sus parejas.

Gracias a eso hoy tenemos un cambio de paradigma y no podemos sino promover los principios a los que se aferra la sentencia mencionada; y esto lo hacemos con gusto, pero también con el pesar de haber llegado tarde, de no haber acudido a la fuerza pública cuando escuchamos los gritos o golpes de un vecino a su esposa, de no haber denunciado lo que sabíamos que pasaba, de haber llegado tarde en ayuda de quienes hoy son las desaparecidas de la dictadura del machismo.

Este fallo es una lección, pero también un precedente importantísimo para respaldar a las futuras víctimas que se atreven a denunciar, porque si existen agresiones de por medio, la ropa sucia no tiene por qué lavarse en casa.