La eterna indiferencia a los niños y niñas

Escrito por el junio 23, 2018

Si algo se le debe reconocer a Donald Trump, es que ha sido consecuente con su discurso en contra de la inmigración y la llegada de personas refugiadas a su país. Desde un comienzo anticipó medidas severas, siendo la construcción del muro en la frontera con México, quizás la más emblemática de sus promesas.

Sin embargo, la política de su gobierno de separar a las familias de personas indocumentadas ha llevado a otra dimensión lo que se podría haber esperado de Trump y sus colaboradores. Para ser rigurosos, es cierto que, a raíz de la polémica suscitada, el día 20 de junio decidió dar marcha atrás en estas prácticas y le puso fin a una medida a todas luces inhumana.

A pesar de esto, corresponde hacer un cuestionamiento general acerca de que es realmente lo que ha generado la molestia masiva ¿ha sido solo el uso de políticas de la época de Stalin? ¿o acaso lo que más ha disgustado es el tener que vernos enfrentado a las imágenes o audios de los cientos de niños encerrados y asustados por lo traumatizante que es ser separados por la fuerza de sus padres y madres?

Una centro de detención para los niños y niñas en Texas.

Es imprescindible reflexionar respecto a qué es, en nuestra sociedad de redes sociales y la instantaneidad e hiperabundancia de información, lo que verdaderamente nos perturba. Si bien es evidente que indigne el separar niños pequeños de sus padres, el gobierno de Estados Unidos nunca ocultó su intención de llevar a cabo dichas medidas. Ya desde comienzos de abril que el Fiscal General, Jeff Sessions, anunciaba una política de «cero toleracia».

Solo en las dos primeras semanas de mayo, más de 650 menores fueron separados por cruzar de forma irregular al país. Esto quiere decir que por más de un mes estas medidas se estuvieron llevando a cabo, de forma abierta por parte del gobierno, y aún así no lograron ser el foco noticioso.

Aún con Trump poniendo fin a la separación forzosa de menores, 2.300 niños y niñas no podrán reencontrarse prontamente con sus padres debido a trabas burocráticas del sistema. Tristemente, la realidad de estos pequeños esta lejos de ser la más dura en el mundo. Basta revisar las noticias para enterarnos de las grandes catástrofes humanitarias que se viven en países como Siria, devastado tras 7 años de guerra civil, con más de medio millón de muertos y casi 5 millones de menores desplazados, o Yemen, donde según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR) un niño puede morir de hambre cada 10 minutos, producto de una guerra civil subsidiada por Irán y Arabia Saudita -esta última aliada de Estados Unidos y socio comercial de Europa-.

De todas formas, pareciera que esas noticias pasan a segundo plano a menos que aparezca una foto que nos obligue a no cambiar de canal o seguir bajando en nuestras páginas de Facebook. Sino basta recordar el caso de Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años cuyo cuerpo apareció en las costas de Turquía, tras morir ahogado intentando escapar de la guerra junto a su familia. Su muerte conmovió a millones, sin embargo, no fue suficiente como para incentivar a la comunidad internacional como para hacer todos los esfuerzos necesarios como para conseguir la paz en Siria.

Ejemplo de esto es lo que ocurre en Francia, donde el Presidente Emmanuel Macron celebró que Trump pusiera fin a la separación de familias, aunque no parece tener el mismo entusiasmo en poner fin a la venta de armas francesas hacia Arabia Saudita, armas que luego son utilizadas contra niños en Yemen. Por supuesto que no son los ciudadanos a pie quienes autorizan las ventas de armamentos, ni mucho menos quienes colaboran estrechamente con el régimen Saudí, sin embargo, si es la opinión pública quien puede definir las pautas noticiosas y debiese tener la obligación de presionar a sus a autoridades.

Lamentablemente, en Chile tampoco somos ajenos a lo que significa el abandono a los temas de infancia. Lo que ha estado sucediendo en el Sename es de extrema gravedad y no ha logrado posicionarse como un tema de discusión nacional. No logró serlo durante la campaña presidencial y no lo ha logrado hasta el día de hoy. Podríamos preguntarnos entonces que tendría que pasar con los niños y niñas del Sename para que la ciudadanía considerara que este es un aspecto del país que ya no podemos ignorar.

Finalmente, lo traumante de las experiencias vividas por los niños en la frontera de Estados Unidos y México, no han sido más que un recordatorio de lo fácil que nos podemos olvidar de aquellos que no pueden marchar o votar, de aquellos que no se pueden valer por si mismos. De nada sirve si solo son las fotos y vídeos las que nos motivan a actuar, es imperante que sea la sociedad quien salga a enfrentar estos temas antes de que estallen y tengamos que lamentar más familias separadas, niñas y niños abusados y muertos en guerra.

 

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