[#FECH2017] Daniel Andrade: En busca de transformaciones más allá de la Ingeniería

Escrito por el noviembre 6, 2016

Aunque antes de entrar a Ingeniería civil mecánica no había tenido acercamientos a la política, Daniel Andrade toda su vida ha trabajado en equipo. Una vez en la universidad se vio enfrentado a un contexto nacional que lo llamaba a sumarse a la movilización estudiantil y hoy, junto al grupo de “A pulso, transformemos la Chile”, busca liderar la FECh.

Por Camila Magnet Morales

Fotografías por Marco Jiménez

“No vaya a pisar mijito que acabo de trapear”, le pide la auxiliar a una de las pocas personas que circulan por Beauchef 850 un sábado en la tarde. Al subir las escaleras del frontis, se logra distinguir un cuerpo alto y delgado a contraluz, justo debajo de la leyenda “Escuela de Injeniería”.

Ahí está Daniel Andrade Schwarze (24) sonriendo, con camisa varaniega y pantalones burdeo, ocupando sus característicos lentes rectangulares y con su dreadlock azulado colgándole hasta los codos. Con esa pinta aparecería en la decena de fotos que hace un rato estaban sacando para la campaña “A pulso, transformemos la Chile”, lista con la cual pretenden llegar nuevamente a la federación estudiantil en las próximas elecciones.

Este estudiante de sexto año de Ingeniería civil mecánica y actual Secretario General de la FECh se hace llamar floridano -porque en efecto lo es- pero en realidad es un sujeto errante: sale por una semana con un bolso lleno de ropa para quedarse en las casas de sus amigos y amigas. Sabe que la duración del viaje entre Beauchef y su casa en La Florida es pan de cada día para los hijos de Bello, pero él prefiere ahorrárselo y visitar sólo los fines de semana a su mamá, dos de sus tres hermanas menores y su sobrina de cuatro años.

Esto se ha transformado en un estilo de vida para Daniel, con el que deja en evidencia su sencillez y la facilidad que tiene para convivir con otras personas, muchas veces dejando de lado algunas comodidades. “Igual fui scout desde siempre porque mis padres lo fueron y volvería si tuviera tiempo, porque es un método de formación alternativa, donde se puede aplicar la educación popular”, dice dando a entender que fue una de las cosas que influyeron en su condición de “a todo terreno”.

Daniel Andrade, Lista B "A Pulso"

Destaca su amor por las actividades colectivas con dinámicas participativas, por el trabajo en equipo. Prueba de ello es que de niño jugaba hándbol y futbol, y en la enseñanza media básquetbol de alto rendimiento.  Además, sabe de circo; anda en zancos y hace malabares con dos diábolos; baila un poco de breakdance y toca guitarra, pero es muy autoexigente y bajo perfil como para reconocerlos como grandes talentos.

Antes de la universidad, su relación con la política fue prácticamente nula. De hecho, cuando niño tuvo algunas confusiones sobre lo que significaba ser de derecha y de izquierda, debido al matrimonio de dos antónimos políticos: su padre ha vivido siempre en la periferia y votó por el Sí; su madre era de Las Condes y votó por el No. “Hubo un tiempo en que pensaba que los que tenían plata eran de izquierda y los pobres eran de derecha”, cuenta dejando en claro que, aunque la política no hubiera sido un tema en su casa, siempre fue muy crítico y tenía sus convicciones.

Daniel es de aquellas personas a quienes les metieron miedo con la carrera, diciéndole que no iba a tener más vida fuera del estudio. Una vez adentro se dio cuenta que la cosa no era como se la pintaban: si bien dejó de lado varias actividades, tuvo la oportunidad de potenciar su lado humanista. “Hay cosas de filosofía, sociología, ciencia política y periodismo que me gustan harto”, dice, agregando que se decidió por Ingeniería porque puede aplicar las investigaciones de las ciencias y así transformar las cosas. Asimismo, cree que hay que hacer grandes transformaciones sociales y vio en la política un modo para lograrlas.

Corría el 2011 cuando la movilización nacional estudiantil lo hizo comprender que no bastaban solamente buenas voluntades. Comenzó su activismo político en la toma de Casa Central, cuando iba en su segundo año de carrera, y se dio cuenta que “estaba dispuesto a darlo todo por cambiar las cosas”. Ese año se consideraba anarquista, se encapuchaba y tuvo muchos enfrentamientos con Carabineros, los cuales motivaban aún más su lucha.

Cuenta que dos años más tarde identificó en una organización “un proceso de convergencia de diferentes colectivos con tendencias distintas en pos de entender que había que hacer una política estudiantil a nivel nacional y eso me llamó harto la atención”.

En 2013, entonces, inició su militancia en la Unión Nacional Estudiantil (UNE) y dejó de guiarse por el anarquismo; sin lugar a dudas, hoy se considera socialista. “Pero no del partido, donde la Presidenta de socialista tiene el puro nombre y el color rojo de la chaqueta que lleva a veces, sino de los latinoamericanos, donde sí se entienden las diversidades y las tensiones democráticas”, aclara.

¿Y qué piensas hoy de los encapuchados?

“Creo que son actos aislados, porque el movimiento estudiantil debe discutir su forma de movilizarse. Hoy sí es acordado hacer una marcha, una consigna, un corte de calle, un montón de cosas, pero sus manifestaciones no son acordadas por todo el movimiento. Hay actos que son excesos, como cuando murió un trabajador en Valparaíso porque a alguien se le ocurrió tirar mechas a una farmacia. Creo que no es un acto del movimiento estudiantil, pero debe ser discutido y la toma de las decisiones deben ser democráticas”.

Aunque es categórico al dar su opinión, Daniel también critica al típico dirigente de izquierda, quien muchas veces impone su discurso e ideas. “Yo tengo muchas certezas, pero creo que hay que sentarse a escuchar”, dice seguro de que hay que incorporar dinámicas participativas a los movimientos sociales. Él seguirá trabajando de esta forma, a pesar de lo dura que pueda llegar a ser la institucionalidad. “Es súper fácil perder la esperanza porque no te escuchan y pueden seguir avanzando”, asegura.

¿Cuáles son tus metas personales?

“No soy muy ambicioso personalmente. En realidad, yo podría estar tranquilo terminando mi carrera, viviendo en una casa piola, con tiempo para leer, carreteando, preocupándome del resto, pero desde una posición secundaria. Las metas que tengo son colectivas, trabajando en equipo. Nosotros buscamos hacer la revolución”.

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