Violencia y represión policial: Acciones sobre el cuerpo como elemento traumático

Escrito por el diciembre 16, 2019

Una diversidad de instrumentos de represión han sido aplicados por Carabineros en el contexto de las manifestaciones sociales, jornadas marcadas con el uso desmedido de la fuerza y el incumplimiento de protocolos documentado incluso por organismos internacionales, dando como resultado violaciones a los DD.HH y miles de personas heridas en las calles. «Una forma de expresión de la biopolítica, del control del cuerpo por la vía de la inducción directa de violencia sobre la corporalidad», afirmó el psiquiatra de la Universidad de Chile, Carlos Madariaga. 

Por Noemí Nilo Soto y Pilar León Pardo

Foto: Mauricio Mendez | Agencia Uno

Desde el inicio del estallido social, uno de los temas que ha orientado las acciones y llamados de la sociedad civil ha sido la utilización de armas y el uso desproporcionado de la fuerza por parte de Carabineros. Situación que ha quedado en evidencia con las altas cifras de heridos, las que aumentan cada día.

Según el último reporte del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) hay 3.461 personas heridas, entre ellas 1.968 por disparos y 357 con heridas oculares durante las manifestaciones.

 

Esto, debido al uso de armas letales y no letales por parte de Carabineros y Fuerzas Armadas desde la declaración de Estado de Emergencia, las que se han utilizado sin respetar los protocolos establecidos en convenciones internacionales. Lo que se refleja de forma evidente en las calles a través de los distintos dispositivos para disuadir y dispersar las protestas sociales, tales como el uso indiscriminado del carro lanza aguas, del gas pimienta, de bombas lacrimógenas y vehículos lanza gases.

De acuerdo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tras su reciente monitoreo, tanto el INDH como la Defensoría de la Niñez entregaron información sobre «el grave incumplimiento a los Protocolos para el Mantenimiento del Orden Público, así como de la Circular de Carabineros No. 1.832 sobre uso de la fuerza».

«En particular, dichos órganos han señalado haber registrado, entre otros, disparos de perdigones en dirección al cuerpo, cuello y rostro de los manifestantes, disparos de lanza gases en dirección al cuerpo de manifestantes, falta de gradualidad en el uso de la fuerza sin previo aviso, la utilización de sustancias lacrimógenas en presencia de personas adultas mayores, NNA, mujeres embarazadas, así como personas heridas de gravedad por gas pimienta, perdigones, granadas de gases, y carabinas lanza gases», señala en su comunicado la CIDH.

Pese a que estos instrumentos de represión provocan distintos niveles de daño «cualquier forma de expresión de la violencia contra el cuerpo tiene la misma repercusión simbólica«, según el psiquiatra experto en Derechos Humanos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Carlos Madariaga. 

«No es lo mismo, claro está, que te llegue un perdigón en una nalga a que pierdas un ojo. Evidentemente que hay ciertas diferencias de profundidad en lo que es la carga de sufrimiento que esto trae, pero toda acción sobre el cuerpo tiene un peso muy potente como elemento traumático«, agregó el especialista. 

Es por esto que las consecuencias de la violencia policial y la represión tiene dos efectos: uno físico e inmediato sobre el cuerpo y otro traumático de largo plazo.  Sobre el segundo, Madariaga indicó que este no es solamente sobre la persona afectada y su entorno, sino que además «es la ciudadanía entera la que se asombra, se escandaliza, se afecta y genera reacciones de rabia y temor».

 

Responsabilidad por violaciones a los DD.HH

Referentes internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Naciones Unidas han confirmado que en Chile se han vulnerado los Derechos Humanos  (DD.HH) desde el 18 de octubre en el contexto de las manifestaciones sociales.

El gobierno rechazó categóricamente  las conclusiones de Amnistía Internacional presentadas el 21 de noviembre que señalaba que había una política de «ataques generalizados en contra de la población (…) con la intención de dañar y castigar a las personas».

No obstante, con el informe de HRW publicado el 26 de noviembre, el ejecutivo dio un giro rotundo y reconoció algunos «abusos graves» por parte de Carabineros y afirmó, mediante la Subsecretaría de Derechos Humanos que tienen «un compromiso absoluto con la verdad y la justicia».

Foto: Rodrigo Galvez

Sin embargo, pese a las posturas poco claras de las autoridades en materia de DD. HH, la sociedad civil ha mantenido un rechazo transversal al actuar policial. «Nadie le puede contar el cuento a la ciudadanía que acá no ha habido una experiencia horizontal a lo largo  y ancho del país con instrucciones que emanan desde los altos mandos en torno a reprimir con métodos violentos, que son castigados incluso por Naciones Unidas», comentó al respecto el psiquiatra Carlos Madariaga.

Justamente el alto comisionado de Naciones Unidas confirmó que tanto Carabineros como el Ejército han incumplido las normas y estándares internacionales sobre control de las manifestaciones y uso de la fuerza.

El continuo rechazo del gobierno chileno a los informes de organismos internacionales no solo deja en entredicho a las autoridades ante la opinión pública  sino que van sembrando daños irreparables en la memoria física y simbólica de una generación completa que atestiguan cotidianamente las violaciones de derechos humanos a manos de organismos del estado.  La biopolítica como estrategia de subordinación de la diferencia política será desde este 2019, un legado que la derecha no borrará tan fácilmente.

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