Los papeles de juventud de Roberto Bolaño

Escrito por el julio 14, 2017

Más de 300 cartas del diálogo que el escritor chileno mantuvo por 20 años con la crítica literaria Soledad Bianchi, se estarán exhibiendo en la Biblioteca Nicanor Parra de la Universidad Diego Portales (UDP).

por Constanza Romero Lecourt

“Hace un frío de muerte, igual salgo a comer, bailo solo, escribo y todavía no me vuelvo loco. A este ritmo, nunca”, escribió Roberto Bolaño en 1981. Tenía 28 años, era otro latinoamericano en Barcelona trabajando mal y sin dinero. Sólo se dedicaba a escribir poemas, cuentos, novelas y correspondencias a diversos destinatarios. Una de ellos, fue la editora y crítica literaria Soledad Bianchi con la que se comunicó por escrito por casi 20 años.

La correspondencia comenzó el 17 de agosto de 1979 y se extendió hasta 1997. En todos esos años nunca se vieron, sólo hablaron un par de veces por teléfono. Él estaba en España y ella vivía exiliada en Francia. Pero sería en Chile donde por fin se verían en 1998.

En París, Soledad comenzaría la relación. Había leído algunos de los poemas del escritor en una publicación de la Casa de las Américas y quiso difundirlos en la revista cultural “Araucaria de Chile”,  referente del exilio chileno y en la que ella era editora. Bolaño no sólo le respondió. También la hizo cómplice de sus proyectos, de sus libros y le mandó decenas de poemas. Entre ellos se formó una profunda y leal amistad.

Parte del amplio archivo de cartas y documentos que guardó Bianchi, lo reencontró y ordenó hace cinco años. En el 2016, la Biblioteca de Nicanor Parra de la UDP se interesó y se lo compró. Hoy son parte del fondo patrimonial de la institución.

De esta manera, se dio vida a la exposición “El escritor joven y la crítica, muestras del epistolario Bianchi/Bolaño”, compuesta principalmente por las cartas del autor escritas con letra clara y ordenada. En ellas, el autor de “Los Detectives Salvajes” deja entrever una serie de ocupaciones y preocupaciones personales. Las lecturas, los futbolistas, los cantantes, sus curiosidades y su afición a los juegos de guerra.

Pero también hay poemas, manuscritos y algunos ejemplares de las revistas “Berthe Trépat” y “Rimbaud Vuelve a Casa”, que Bolaño creó junto a Bruno Montané. Además, de una copia mecanoescrita de la primera versión de “La universidad desconocida”, que se la envió a Bianchi en 1992.

Del mismo modo, se puede apreciar parte del esbozo argumental de “Monsieur Pain” que se convertiría en “La senda de los elefantes” (1984) y algunas referencias a “El espíritu de la ciencia ficción”, publicada de manera póstuma en el 2016.

Todos estos documentos muestran al autor cargado de energía, a pesar de sus precarias condiciones de vida. Para subsistir, Bolaño se presentó una y otra vez a innumerables concursos convocados por ayuntamientos e instituciones.“El criterio de la muestra fue presentar a un Bolaño joven que le faltaba dinero, que buscaba cada vez más tiempo para dedicarle a la escritura, que hacía revistas y que quería forjar alianzas con otros escritores. Mucho más vital que el que llegamos a conocer en la década del ‘90”, explicó el curador de la exposición, Rodrigo Rojas.

Soledad Bianchi señaló que “fue por él que nuestra amistad duró tanto, era cariñosísimo. Nunca quedó duda en sus cartas su porfía y pasión por la literatura. Escribió tantas, que no sé cómo le quedaba tiempo para redactar novelas, cuentos y poesía”.

La editora comentó que lo que vio en esa correspondencia fue “al joven Bolaño que quiere ser escritor y que sabe que lo será, aunque deba dejarse el pellejo. Escribía como desaforado. Pero el modo de vida que llevó lo hizo morir tempranamente. A veces, casi ni tenía para comer y pasó mucho frío. Jamás tuvo plata para ir a verme a Francia, como me dijo muchas veces”.

Tal fue el lazo que forjaron, que Bianchi escribió la presentación del primer número de “Berthe Trépat”. Bolaño, por su parte, la acompañó en el proceso de la crítica para editar su antología de poetas chilenos “Entre la lluvia y el arcoíris” (1983).

Soledad fue su oído literario y su fiel confidente. Roberto le pediría ayuda en sus aventuras: quería la dirección de Raúl Zurita, publicar en revistas y saber de concursos.

La correspondencia se fue interrumpiendo con el paso de los años, hasta cuando por fin se conocieron en persona. “Por lo demás, sufro mucho. La literatura revolotea como un viejo buitre sobre mi casa, pero mis innumerables gatos la disuaden. De mi cuerpo no comerá”, escribió el autor en 1985, dispuesto a dar una batalla de la que literariamente salió victorioso.

A pesar de que sufrió muchas penurias, después llegó el éxito con “Los Detectives Salvajes”, publicada en 1998 y ganadora Premio Herralde ese mismo año, junto con el galardón Rómulo Gallegos en 1999, y la novela póstuma “2666” (2004). Luego de su muerte, se convirtió en unos de los escritores más influyentes de la literatura en español.

La exposición puede visitarse hasta el 1 de septiembre en la Sala patrimonial de la Biblioteca Nicanor Parra de la UDP, de lunes a viernes desde las 9:00 a 21:00 horas y los sábados de 9:00 a 17:00 horas. La entrada es liberada.

 

Conoce más de la exhibición “El escritor joven y la crítica, muestras del epistolario Bianchi/Bolaño”, aquí:

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