Crisis en Palestina: llegando a un punto de no retorno

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Medio Oriente (UNRWA), ha anunciado que producto de la falta de recursos, deberá limitar su capacidad de acción y despedirá a más de mil funcionarios hasta fin de año.

Esta situación se suma a la crisis financiera anunciada por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quién señaló que aún faltan más de 50 países por pagar las cuotas que les corresponden. De forma predecible, Estados Unidos se encuentra entre aquellos que aún no cumplen con sus obligaciones con la comunidad internacional, siendo su aporte un 22% del total del presupuesto de la ONU.

Sin embargo, si la situación desde el marco internacional ya parece precaria, la ley que establece a Israel como un Estado-nación judío, ha vuelto la situación de la comunidad palestina aún más insostenible. Se trata de una legislación que, en palabras de Raúl Sohr, es una vía al tribalismo, ya que discrimina entre la población judía y árabe, que representa alrededor de un 20% de los habitantes, estableciendo también la posibilidad de crear asentamientos para cada grupo étnico.

Este ley ha sido de tal controversia, que inclusive el presidente de Israel, Reuven Rivlin, quien ostenta un cargo más simbólico que de poder real, se refirió de forma crítica a la medida, señalando que podría ser usada en contra de su propio país.

A pesar de esto, quedó establecido el hebreo como el único idioma oficial de Israel, al igual que se reconoce Jerusalén como la capital unificada del país. Esto no solo desconociendo la partición árabe/judía de la ciudad, sino abriendo paso para borrar cualquier vestigio a futuro de la comunidad palestina que vive actualmente ahí. Este escenario hay que entenderlo como una consecuencia obvia del reconocimiento de la Ciudad Santa como la capital de Israel, por parte del gobierno de Donald Trump, el pasado mes de diciembre. Motivo del mayor regocijo para el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

Frente a las situaciones recién mencionadas, que solo abarcan lo más reciente, cabe preguntarse cuánto más se puede observar una situación y aguantar. La ley del Estado-nación judío echa por tierra cualquier posibilidad de poner fin al conflicto entre Israel y Palestina mediante la solución de los dos Estados, todo esto avalado por el único país que le brinda un apoyo sustantivo en el plano político, Estados Unidos.

Nos enfrentamos a una de las mayores tragedias en lo que va de siglo, y la historia se encargará de recordarlo. Tal como el mundo entero falló durante el genocidio en Rwanda, impidiendo que muriera al menos un millón de personas, hoy estamos presenciando otro fallo monumental de la comunidad internacional y que tan solo este año ya ha cobrado, en el marco del Nakba, conmemoración del éxodo masivo de palestinos, más de 150 muertos y 17.000 heridos.