Vesania de Fundación Margen: «A quienes más beneficia la ilegalidad del trabajo sexual es a cabrones y proxenetas»

Escrito por el mayo 15, 2019

La trabajadora sexual, actriz porno y artista de performance estuvo en el programa Copadas de la Radio JGM, donde habló sobre las actividades que realizan como organización, de su experiencia tratando con clientes y de la necesidad de regular este trabajo en pos de obtener derechos laborales.

Se dice que es el trabajo más antiguo, que venden el cuerpo como un pedazo de carne y que están expuestas a violencias y a contraer infecciones de transmisión sexual por ejercer lo que ellas consideran su trabajo. La prostitución está llena de estigmas y juicios; la rodean críticas y suposiciones, pero son pocas las oportunidades que hay para conocer la experiencia de quienes desempeñan el trabajo sexual, pues aún hay muchas que lo hacen en clandestinidad.

De todas formas, las trabajadoras sexuales en Chile están organizadas desde hace años. La vuelta a la democracia, a comienzos de los ‘90, significó una serie de cambios y desafíos para las organizaciones de la sociedad civil. Tanto las territoriales como las de mujeres e incluso de la diversidad sexual vieron la posibilidad de organizarse y trabajar sin la represión propia de la dictadura.

Entre ellas, estaban las trabajadoras sexuales que se reunieron en el sindicato Ángela Lina y, tras cinco años organizadas, con apoyo de psicólogas, abogadas y trabajadoras sociales, levantaron la Fundación Margen en 1998.

Vesania es trabajadora sexual, actriz porno, artista de performance y es integrante de la fundación. La invitamos al programa Copadas de la Radio JGM para que hablara sobre el trabajo de Margen y compartiera su experiencia y opiniones sobre el trabajo sexual, en relación con el feminismo.

¿Qué trabajo hacen como mujeres organizadas?

– Hacemos capacitaciones, “talleres de sensibilización”, que en el fondo es decirles a Carabineros, a la gente que trabaja en los consultorios y en el sector público, que somos personas y que no nos pueden tratar mal por el trabajo que escogimos. Hasta el día de hoy los carabineros ni siquiera son capaces de decir con todas sus letras «trabajo sexual». Sacan a las chiquillas de la calle y como ellos no saben que no es un delito -porque después de ese trabajo que comenzó la Fundación Margen, se despenalizó y el carnet de sanidad dejó de ser obligatorio- llegan a molestar a los lugares de trabajo.

A lo anterior, Vesania agrega que como fundación hacen salidas a terreno para cuidarse entre compañeras: “Vamos a ver cómo están, les llevamos material de trabajo que son preservativos y lubricantes, además de darles una colación”. Además, la organización se encarga de impartir talleres de prevención de infecciones de transmisión sexual, para aprender a ocupar condón femenino y sobre el proyecto de ley de trabajo sexual.

¿Qué implica este proyecto de ley?

– Va a modificar el Código del Trabajo para que el trabajo sexual sea reconocido como tal. Porque no se puede ejercer el trabajo sexual en los cafés con pierna, burdeles, ni en los topless, y todos sabemos que igual ocurre. La idea es regular eso; que en los lugares donde siempre ha existido el trabajo sexual, en lugar de seguir prohibiendo y hacer que esto sea eternamente clandestino, poder permitir que esas situaciones se regularicen para que las personas que trabajan y ejercen el trabajo sexual en esos lugares, puedan acceder a derechos laborales.

“A los que más beneficia en este momento la ilegalidad es a los empleadores, a los cabrones, proxenetas y los dueños de los topless y de los cafés con pierna, que son los que más ganan, porque no contratan a sus trabajadoras y no se cumplen los requisitos mínimos para que existan derechos laborales”, critica Vesania.

¿Cómo es la estructura en la que se ejerce el trabajo sexual?

El trabajo sexual abarca más que solo la prostitución, porque como yo lo defino es “todo trabajo que requiera de una explotación del capital erótico”. Es decir, si yo hago pornografía y no tengo necesariamente contacto físico con el cliente, no tengo coito, de todas maneras es trabajo sexual, porque estoy trabajando con mi capital erótico con fines comerciales, fines masturbatorios, o generar placer o erotizar al cliente o clienta.

¿En Chile se practica el modo trabajo en que el empleador se queda con el 60%, por ejemplo, y la trabajadora sexual con el 40%?

– Sí, se da mucho. Yo partí en una agencia así, donde vi un aviso por Facebook, les escribí y llegué a un departamento donde había un par de chicas más y trabajábamos con una jefa que coordinaba, que nos daba los celulares, nos ponía los chip, nos publicaba en una página de internet y hacía el contacto con los clientes.

¿Este modo de trabajo se diferencia con el proxenetismo?

-Es proxenetismo, solo que hay proxenetas más violentos que otros. Si bien mi jefa no me golpeaba, la violencia estaba en el hecho de querer ganar plata por el trabajo del cuerpo de otras personas. Yo nunca lo haría, pero existe y hay compañeras que prefieren trabajar con un jefe o una jefa, porque cuando una es independiente tiene que preocuparse de más cosas: pagar el lugar, comprar los insumos, lavar la ropa, hacer aseo… Claramente hay un vacío y ese sistema tiene que estar regulado. No puede ser que alguien esté empleando a otra persona sin preocuparse de sus derechos.

Cuando fue parte de una agencia, cuenta la artista de performance, se dio cuenta de que era un sistema violento cuando se enfermó y le dieron dos semanas de licencia. “Me dijeron ‘descansa el fin de semana y vuelve el martes’, y yo: ‘Tengo amigdalitis purulenta, tengo pus en la garganta, ¿y me vas a hacer chupar pico?’. (Mi jefa) también me dijo ‘si te vas por dos semanas, te vas nomás, porque este trabajo es así y tengo otras cabras que también quieren trabajar”, relata.

¿Cuál es la diferencia entre trata de carácter sexual y trabajo sexual?

– Tiene todas las diferencias. No tiene nada que ver porque la trata de personas es cuando una está obligada a hacerlo. Es decir, si a mí me secuestran, me llevan a un lugar y me obligan a trabajar, yo estoy siendo «tratada». Actualmente, en Chile existen esos casos, sobre todo con las compañeras que son migrantes y están trabajando directamente con cabrones que son muy violentos y que tienen ese tipo de prácticas. Claramente ahí hay una situación de trata, que está muy oculta, que hay que investigar, tratar de erradicarla por completo (…) porque te está obligando, es un atentado contra tu dignidad.

¿Qué opinas de la frase «prostitución es violación»?

A mí me han violado, pero no clientes. Me han violado parejas, “tiramigos”… Hay otros contextos donde claramente podemos estar hablando de violación en el acto sexual, pero para mí la sexualidad no es violenta. Para mí, compartir un momento sexual con alguien, independiente de que no sea afectivo (…) no es un acto violento. No me estoy exponiendo a que me haga daño.

De todas formas, Vesania es consciente de que sí podría verse involucrada en una situación violenta, pero ella toma precauciones: “Por ejemplo, conversar con los clientes, expresar claramente lo que puede y no hacer, con quién me siento cómoda y con quién no. Si uno establece las condiciones, no tendría por qué haber violencia de por medio”.

A esto, la trabajadora sexual agrega que existen muchos prejuicios sobre las características de los clientes: “Lo digo porque antes de ejercerlo, yo tampoco lo conocía y también tenía estos prejuicios. Yo pensaba que el cliente promedio es como un machito que está rodeado de minas, como medio Negro Piñera… Me imaginaba que me iba a relacionar con esas personas antes de empezar y me daba terror. Decía ‘no voy a aguantar una semana acá, no voy a tolerar esto, lo voy a hacer como un sacrificio, cuando pague la deuda me salgo’”.

La verdad, dice, es que se topó con personas muy distintas a lo que había esperado. “Hay personas tímidas, que no se sienten cómodos relacionándose con mujeres pero les gustan. Hay otras que tienen asperger, que les cuestan las relaciones sociales; hay quienes se sienten inseguros con su cuerpo. Obviamente están los machitos, los hueones desagradables, pero hay otras corporalidades con las que yo ni siquiera considero que estoy tratando con un macho. Para mí, es muy lejano sentir que me expongo a que me hagan un daño”, comenta.

«La idea es regular, en lugar de seguir prohibiendo y hacer que esto sea eternamente clandestino»

Pero también es un privilegio de los hombres que exista este mercado de posibilidades, al alcance de la mano, para satisfacer su propio placer. En cambio, las mujeres no fuimos formadas para anhelar algo así y satisfacer el placer femenino.

– El patriarcado es transversal a todos los trabajos y todos los sectores que podemos habitar. Entonces, yo nunca podría decir que el trabajo sexual está libre de machismo porque es absurdo. De hecho, así se ha establecido, pese a que hay que visibilizar que no son solo mujeres las que ejercen el trabajo sexual, porque también hay hombres y personas no binarias, pero sabemos que es un trabajo que ha sido feminizado desde los inicios de la historia. En general, el capitalismo nos enseña que si nosotros queremos algo y tienes plata, vas y lo obtienes.

“A mí como feminista me puede molestar porque esta no es la realidad, no es el orden que a mí me gusta, o esta no es la sexualidad que a mí me gusta, pero hay que combatirla desde adentro. No podemos llegar a prohibir algo, erradicarlo,por esta situación, porque si fuera por eso, hay muchas otras profesiones que han estado fuertemente marcadas por el machismo”, expresa.

Para Vesania, la prostitución es comparable con la actuación: “Estoy tranquila y no siento que estoy alimentando el patriarcado, porque soy artista de performance y el trabajo sexual es un trabajo performático. Todo lo que yo haga, ya sea virtual o real, es una fantasía. Yo trato de explicarlo y muchos clientes lo entienden así, otros quedan en shock, otros se enamoran, pero la realidad es que somos actrices”.

«Para mí, es muy lejano sentir que me expongo a que me hagan un daño”

Para ti, ¿cuáles son los estigmas y prejuicios que existen hacia las trabajadoras sexuales?

– Que el trabajo sexual es un trabajo indigno porque vendemos nuestro cuerpo, nos denigramos, que nos ofrecemos a los hombres como mercancía, como un pedazo de carne. Está el estigma de que somos ignorantes, de que no nos alcanzó la cabeza para nada más y por eso estamos ahí viviendo de nuestra vagina y muchos otros más. Siento que todos los prejuicios que hay al respecto tienen netamente relación con los juicios morales que nos hacen creer. La falta de educación sexual nos hizo concebir el sexo como algo negativo, oscuro y oculto. Una vez que concibes el sexo como algo natural, que es parte de las relaciones humanas, dejas de pensar que estás haciendo algo malo.

¿Crees que las trabajadoras sexuales están más expuestas a infecciones de transmisión sexual?

– Hace poco hicimos un programa de test rápido de VIH para trabajadoras sexuales. Fuimos a distintos lugares, donde las compañeras de Plaza de Armas, en Emiliano Figueroa, y las invitamos a hacerse un examen gratuito del VIH. Curiosamente, no había ninguna chica infectada con el VIH. Es decir, creo que el tema de las infecciones es un prejuicio. Decir que la puta porque folla más, está más expuesta… Yo creo que es todo lo contrario, porque como trabajamos con nuestro cuerpo, estamos conscientes de que tenemos que cuidarlo.

También se dice que el feminismo retrocede al legalizar el trabajo sexual. ¿Qué opinas sobre eso?

– Que el trabajo sexual siempre ha existido entonces no retrocedería en nada, porque no hubo una época anterior donde no existía el trabajo sexual. Eso no existió, así que es imposible que retroceda. Solo es un avance que las compañeras que decidieron trabajar en esto, puedan acceder a los mismos derechos que cualquier otro trabajador.

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Escucha la entrevista completa a Vesania de Fundación Margen en el capítulo de Copadas «Trabajo sexual: ¿Abolir o regular?».

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