Universidad y salud mental: Hago lo mejor que puedo

Escrito por el enero 7, 2019

Esto va más allá de que sea fin de año o fin de carrera: es legítimo sentirse agotado, choreado de hacer cosas para la u y sentir dolor por ello. No obstante, ¿la universidad nos apaña para estar o sentirnos mejor?

Por Oscar González Chaperon*

¡No quiero escribir esto! ¡No puedo! ¡Llevo dos meses sin ser capaz de pensar un tema para esta columna! ¿Cómo la hago? Se me ocurrió hacer una, pero me tiré para abajo…

Éstos y más cuestionamientos han rondado por mi cabeza y mi vida en estos dos meses. Dudé de mis capacidades para pensar periodísticamente y estoy con el temor permanente a reprobar dos de los tres ramos que tengo este semestre. Sea por asistencia o por nota.

Ante esto me refiero a los problemas de los estudiantes universitarios en general en cualquiera de sus etapas académicas. El estrés, la ansiedad, la depresión e incluso el suicidio se pueden asomar desde antes de entrar a la u como en primero, segundo, tercero, o al final de carrera. No somos seres meramente funcionales y tenemos derecho a priorizar más que las notas, más que el rendimiento académico en nuestras vidas.

Pero ¿qué pasa si tenemos dudas existenciales? ¿Qué pasa si algún familiar está enfermo, necesita ayuda o se afronta una separación? ¿Qué pasa si hay un cambio de casa en medio de los exámenes finales? ¿Qué pasa si se es de región y el paro impide que puedas pasar navidad y/o año nuevo con la familia y amigos de la casa? ¿Qué pasa si uno vive solo en la capital y pasa todo el día encerrado? ¿Qué puede pasar cuando aumenta la interacción con el alcohol y las drogas a niveles destructivos, digamos, para borrarse uno?

En la Universidad de Chile hay profesionales de la salud mental, psicólogos contratados para tratar los distintos casos de las y los estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado. El problema es que, sumado a los servicios de salud que la U dispone, estos son insuficientes para los cerca de 40 mil estudiantes de acá sabiendo que el SEMDA atendió hasta siete mil el año pasado (según datos de la misma universidad).

Es difícil comprobar si esas siete mil personas fueron bien atendidas o si más gente solicitó una hora y no tuvo espacio. Al menos a quienes conozco no salieron bien ni mejor de esas consultas. En este sentido, para qué molestarse por buscar ayuda por esta vía.

Llegué a un punto en esta carrera en que mi única o gran motivación para hacer los trabajos es para no endeudarme por otros 3 millones de pesos de CAE. ¡No quiero que mi deuda de cuatro aranceles pase a cinco! No puedo mandar a la mierda a la u y salir impune, ¡aunque me sienta agotado! Puedo posponer la tesis, pero no los ramos. Para qué si queda tan poco, es el último esfuerzo …

Proyectemos este problema al largo y ancho de las universidades e institutos del país. ¿Cuántos pueden tratarse con profesionales pagados por la institución? ¿Cuántos deben recurrir a la salud privada? ¿Cuál es el costo económico de eso y cuáles son las dificultades de cada uno para poder costearlo?

Sólo puedo decir, por ahora, que más allá del desgano y la voluntad puesta en otros lugares de la vida y la cabeza, puedo dar cara porque tengo la voluntad de vivir el día a día y tener a buenos amigos y amigas para acompañarnos en este proceso aparentemente cíclico que es cerrar el año.

  • Estudiante de Quinto año de Periodismo, Universidad de Chile.
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