Un refugio en la oscuridad: conociendo a Matías Ávila de Candelabro

Escrito por el diciembre 27, 2024

Matías Ávila, vocalista y guitarrista de la banda de nerdrock, Candelabro, que llenó la Sala Metrónomo para el aniversario de su disco debut, cuenta las motivaciones y referentes que ha tenido a lo largo de su carrera como músico para entender en profundidad una de las bandas más importantes e interesantes de la escena nacional del último tiempo. 

Por Rodolfo Lira

Entre los árboles del campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile llega Matías Ávila, recién titulado hace menos de un mes como profesor de música, siendo el primer licenciado de su familia. Además de ejercer la pedagogía, también es vocalista y guitarrista de la banda de nerdrock Candelabro. Al responder cada pregunta, lo hace con humildad y gran amabilidad. A través de la mirada que pasa por sus reconocibles lentes con correa, busca las palabras correctas para retratar su camino por la música. Su trayectoria está marcada por la autenticidad, esa misma que caracteriza a Candelabro, un proyecto que ha crecido a grandes pasos desde su nacimiento a principios de 2023 y que cuenta con 7 integrantes, incluyéndolo. La banda fue parte, en agosto de este año, de “La tocata del siglo”, nombrada así por varios medios musicales y melómanos que consideran este evento importante para la escena actual del rock nacional. Las demás bandas participantes fueron Confío en tus amigos, Estoy Bien y Asia Menor.

Cuando viene el recuerdo del concierto aniversario de Ahora o Nunca, su disco debut, vivido el 8 de noviembre, responde con gran emoción: «Consideramos que es el mejor del año», dice, con una convicción que refleja la importancia del álbum para la banda. «Fue un concierto que nos marcó. Fueron unas 600 personas y nos acompañaron en una noche que significó mucho para nosotros».

Pero, ¿qué ideas hay detrás de su vocalista? ¿Cuáles son las motivaciones detrás de cada acorde en la banda? 

El camino a la pedagogía en música

«Al principio quería estudiar Derecho», confiesa, como si esa parte de su vida estuviera muy alejada. «Luego pensé en Pedagogía en Historia, pero al final me decidí por la pedagogía en música». No fue una elección fácil para alguien con un dote artístico como el suyo.

Matías menciona que, desde joven, su gran sueño frustrado fue el de estudiar teatro. «Siempre me gustó la performance, la entrega, el personaje… siento que de alguna manera, eso también está presente en lo que hago con la música», reflexiona. La pedagogía, según él, representa una mezcla perfecta entre su amor por la música y el deseo de enseñar. “No quería estudiar música en un conservatorio ni seguir la ruta estrictamente popular o del jazz. Me atraía la idea de poder integrar otras disciplinas, otras formas de aprender, otras maneras de vivir”, explica.

Pero más allá de la música, hay un referente clave en su decisión: Nicanor Parra. «Parra no era pedagogo musical, pero su historia me inspiró mucho», comenta con admiración. A través de su figura, Matías entendió que la pedagogía podía ser una vía no solo para enseñar, sino también para aprender de otros, desde los estudiantes hasta la propia vida.

La pandemia y el descubrimiento personal

La conversación se torna más profunda cuando recuerda cómo la pandemia influyó en su vida y su arte. Matías, como muchos de nosotros, se vio obligado a lidiar con el encierro, la ansiedad y la distancia social. “La pandemia fue un punto de inflexión. Fue cuando realmente me di cuenta de lo que significaba confiar en mí mismo. El mundo parecía venirse abajo, pero en vez de afligirme, decidí no restringirme por miedo, por vergüenza… por lo que dirán», dice, con una mezcla de nostalgia y decisión.

Fue en esos días de aislamiento cuando Matías creó Dedo Chico, una canción que tiene una historia curiosa ligada al primer día que decidió relajarse con las medidas de seguridad y sus más de 80 pruebas PCR voluntarias para detectar el virus. «La hice cuando contraje COVID-19 por primera vez. Estaba en Valdivia, en unas vacaciones familiares. Mi familia no tomaba tantas precauciones como yo y, finalmente, al día siguiente amanecí con la garganta hecha arena. Me encerré en la cabaña, tomé la guitarra y salió la canción. Es una canción medio irrisoria, en la literalidad no dice mucho, pero fue un desahogo para mí en ese momento”.

“Hoy me pegué en el dedo chico del pie / quedé inmolado en la cama / sin saber nada, nada, nada, nada, nada, nada”

 

 

Matías no solo habla de la pandemia como un paréntesis de incertidumbre, sino también como un tiempo de aprendizaje y de expansión personal. «En ese año post-pandemia, conocí nuevas personas, descubrí lo que era salir de fiesta… cosas que no había hecho antes, aunque ya tenía 20 años», menciona,  como si estuviera reviviendo esa sensación de libertad.

Así también, fue un impulso para atreverse y abrir su talento con la música, ya que en ese tiempo, en un curso tomado en el centro cultural Matucana 100, apareció en su vida Diego Lorenzini, a quien considera su profesor además de un compañero de escenario.

La espiritualidad en la banda: más allá de lo religioso

Matías lleva puesto un collar con el símbolo de la trinidad. Explica que fue el regalo de una cita, la mejor que ha tenido en el último tiempo, menciona. Así también, representa bien su compromiso con la espiritualidad, la búsqueda de comunión y quizás la de un equilibrio en varios ámbitos de la vida. La imagen de la banda también da guiños religiosos, como se muestra en una de sus fotos oficiales en las que aparecen vestidos de negro en una iglesia junto a un cristo crucificado. Respecto a la espiritualidad que se vive en Candelabro, Matías así lo explica: «No somos religiosos, no hay rituales ni imposiciones, pero sí hay un respeto mutuo y una energía común». Para él esa es la esencia de la espiritualidad desde su visión como cristiano, algo que trasciende lo dogmático y se convierte en un principio de conexión entre las personas.

La relación con su familia también juega un papel importante en sus creencias. Aunque nunca hubo grandes rituales religiosos en su hogar, recuerda cómo sus abuelas siempre oraban por él, pidiendo por su salud y éxito. “Es un tipo de espiritualidad más personal, no algo que se muestre en público, pero que está presente en los pequeños gestos de la vida diaria”, dice.

Íconos musicales y fútbol

Mientras habla sobre sus influencias, Matías recuerda cómo la música llegó a su vida de una manera ecléctica. “Mi papá tenía un repertorio tan amplio que en un día podíamos escuchar desde Xuxa hasta Duran Duran, pasando por los Beatles, Silvio Rodríguez, Cachureos y 31 Minutos”, dice con una gran admiración. Fue esa diversidad la que lo moldeó musicalmente, llevándolo a admirar a figuras tan dispares como Syd Barrett de Pink Floyd y Jorge González de Los Prisioneros.

“Barrett es mi héroe. Cantaba mal, tocaba mal la guitarra, pero tenía una esencia tan única que eso fue lo que me llamó la atención. Creó su propio mundo”, explica. Por otro lado, González representa para él la crudeza de la vida misma, con su ironía y sus letras que hablan de todo lo que los jóvenes sienten pero no se atreven a decir.

De igual manera, la figura del entrenador de fútbol Marcelo Bielsa, ha sido una gran influencia para él: ”para mí es como el referente máximo de la locura y genialidad no solo futbolística, sino que filosófica ante la vida (…) él tiene una frase muy buena y es que el ser humano tiene que acostumbrarse a perder, tiene que hacerse el hábito, porque ganar es solamente una excepción y uno cuando se acostumbra a eso, a que todo salga bien, tiene que de pronto asumir ese riesgo”, dice, destacando que, a pesar de ser una visión algo pesimista, está de acuerdo con ella.

Aunque el fútbol no se quedó solamente en la filosofía de un entrenador sino que en el mismo disco hay una canción dedicada al recordado (y polémico) futbolista y comentarista deportivo Eduardo Bonvallet en el track Bonva

“Bonva, ¿dónde fuiste? / Cuando mi cabeza no está / Cuando mi cabeza no estaba en su lugar / Cuando todo se ve tan triste”

 

El nerdrock y la influencia de Car Seat Headrest

Al explicar el concepto de nerdrock, una sonrisa aparece en su rostro. “Eso vino de la pandemia. Empecé mi época nerd jugando Minecraft y me metí mucho en ese mundo», cuenta. Visualmente, en la carátula de Ahora o nunca, también se puede ver esa influencia “ñoña” con el tablero del juego de mesa Scrabble. 

Musicalmente, la agrupación estadounidense Car Seat Headrest, fue la banda que lo inspiró en esa fase luego de escuchar Something Soon. Lo que le llamó la atención de la banda fue su sonido lo-fi y enfoque en la producción algo más casera. “El nerdrock para mí es algo muy ambicioso, con una estética de ‘hazlo tú mismo’, pero con una propuesta muy clara. Eso me voló la cabeza», menciona. Llevando el concepto a lo nacional, Matías lo explica con algunos referentes: “Ahí cambia. Para mí en Chile es por ejemplo Juan Amenábar, que es un viejo que tenía un laboratorio de música electroacústica muy raro. Las letras de Armando Uribe (…) Violeta Parra, que es la madre de toda la música buena en Chile”.

 

 

Si bien nerdrock es una etiqueta que lleva Candelabro, Matías dice que lo está dejando en desuso porque no sabe bien si la banda va por ahí en estos momentos. Aún no sabe hacia dónde pero sí que los sonidos están cambiando.

Para descubrir más sobre el concepto, en el perfil de Spotify de Candelabro, todos los integrantes tienen una playlist con distintas canciones con el nombre de NerdRock según.

 

Refugio en la oscuridad

A medida que la entrevista llega a su fin, Matías reflexiona sobre la importancia de aprender cada día. “Quiero ser mejor”, dice, en el ejercicio de describirse en una frase. Para él, ser mejor no es un destino, sino un proceso constante, un viaje que se construye con cada decisión. Para no repetir las cosas que él sufrió cuando era más joven, ahora desde su posición como profesional. Como la vez en que su profesor de música le dijo “mejor dedícate a otra cosa”, cuando él practicaba No Necesitamos Banderas de Los Prisioneros en el bajo, una canción que ama con la vida. 

Menciona que quizás, en algún momento, llegue el punto de decir “ya estamos bien hasta acá”, sin embargo, cuestiona de inmediato esa frase, porque, ¿hay un punto en el que se deja de mejorar? Quizás encuentre esa respuesta en el camino. Puede que el lugar que espera ya lo haya creado o incluso cantado. Para así descansar de vez en cuando dentro de un refugio en la oscuridad.

 

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