Un pastor en toma
Escrito por Gastón Villarroel el julio 29, 2024
Subiendo por Avenida Los Domínicos hasta llegar a La Paz, se encuentra la iglesia evangélica Fuente de Salvación. Tiene una capacidad para 250 creyentes. En el altar hay un cúmulo de instrumentos musicales: un teclado, una batería, un par de congas, amplificación y tres micrófonos con el fin de celebrar a Dios. En el centro de todo eso, de pie, predica Antonelle, el pastor de la iglesia haitiana “más grande” del campamento Nuevo Amanecer en la comuna de Cerrillos.
Gastón Rafael Villarroel Godoy
“Isaías 53” predica el pastor Antonelle Previl de Leglise tabernacle source du salut en la misa de tres horas en el campamento detrás del Parque Lo Errázuriz. Dentro de la iglesia de piso flotante hay distintos tipos de sillas: plásticas, banquetas, de colegio y de madera.
Son las ocho de la mañana de un domingo y da inicio el culto bíblico, esta hora y media tiene como objetivo el formar pastores evangélicos. La asistencia es “considerablemente menor” en palabras de Previl. Sin embargo, varios autos están estacionados fuera de la iglesia.
Justo después de finalizado el culto bíblico, la iglesia se comienza a llenar dando inicio a la misa. Alrededor de las nueve y media de la mañana se encuentra Antonelle, vestido de terno blanco con zapatos negros. Al costado de él se encuentran los instrumentistas de la iglesia y las coristas que cantan góspel en creole.
Los creyentes entran al templo del ex vertedero Lo Errázuriz. Caminando por el suelo de tierra del campamento Nuevo Amanecer. Donde viven catorce mil personas según la información entregada por la directora de la Dirección de Seguridad de la municipalidad de Cerrillos, Pamela Fuentes. Dando como resultado un promedio de más de cinco personas en cada una de las 2.500 viviendas.
La misa inicia con una mujer al centro del altar cantando, mientras que el resto de los haitianos le responden y bailan al ritmo de la música. Tras una canción de más de diez minutos, la mujer sale de escena para darle el protagonismo al pastor y líder de la iglesia. Pese a ser quien actualmente dirige Fuente de Salvación, Antonelle Previl no siempre creyó en el evangelio.
La llamada de Dios
31 de diciembre del 86, a Antonelle de 16 años lo buscan para matarlo. Entre humos de cigarros el ahora pastor ve a un tipo con un machete que lo busca por arrojar cenizas en su bebida. —Te están buscando —le dicen varios integrantes de la fiesta de año nuevo al, en ese momento, no creyente joven haitiano. Tras verse cercano a la muerte, no ve más salida que entregarse al Dios del evangelio. “Si tú me salvas señor, yo me convierto” le promete Antonelle a su máxima autoridad espiritual.
Los minutos pasan y el joven haitiano es encontrado por su posible asesino. Con el machete en alza y Antonelle entregado a la fe, su persecutor se queda paralizado. Como si la mano de Dios hubiese frenado el ataque. Deus ex machina, Antonelle se salva.
Después de esa noche ajetreada y con una promesa por cumplir, el joven haitiano tiene un sueño premonitorio. En aquel onírico escenario, hay una colina. En la cúspide se encuentra una iglesia irreconocible para él, pero no para un pastor haitiano que llegó a buscarlo unos días después.
Un pastor cuyo nombre no recuerda Antonelle, toca su puerta llamándolo a visitar su lugar de prédica. Buscando a un tal “Antonio” encuentra a la puerta de Previl. El pastor le comenta que Dios le otorga en un sueño la misión de ir a buscarlo con el fin de que comience a enseñar la palabra. Con el pastor a las afueras de su casa, Antonelle decide acompañarlo a su lugar de prédica.
Al ver la iglesia por primera vez, Antonelle la siente familiar y se da cuenta que es la misma que se le apareció en su sueño. —Él es el hombre que el señor lo está llamando, pero no quiere escuchar —grita el pastor que lo fue a buscar mientras lo apunta con el dedo en plena misa.
Previl al no tener estudios académicos no se creía capaz de seguir el llamado de Dios. Pero tras ese comentario que se le realiza en medio de la misa, decide contestar. Un nueve de enero del 87, Antonelle comienza a seguir el camino del evangelio. Y hace cuatro años, subió por Avenida Los Domínicos y fundó la iglesia Fuente de Salvación.
En plena pandemia Antonelle decide irse de la comuna de Pedro Aguirre Cerda y llegar al campamento ubicado detrás del Parque Lo Errázuriz. Dentro de las creencias que imparte el pastor en su iglesia en la toma, está la de no creer en la pobreza.

Misa en iglesia Fuente de Salvación
Pobreza Espiritual
—Yo no creo en la pobreza —declara el pastor haitiano al preguntarle el porque la gente es tan creyente en lugares vulnerables como el campamento más grande de la Región Metropolitana. Para él, el ser pobre depende de querer o no trabajar.
Respecto a la extrañeza de esa creencia, el teólogo y subdirector del Centro de Estudios Judaicos Nelson Marín, explica que “puede que esa idea sea una corriente más personal del evangelismo, está religión se adapta a las costumbres locales”, dijo el teólogo y profesor de la Universidad de Chile.
Antonelle cree en el esfuerzo y ayuda a las personas mediante la dinámica de otorgar el trabajo de vender dulces. “Tráeme reporte” les indica a las personas en situación de calle, con el fin de comprobar que están siguiendo el camino correcto. Entre los posibles logros que puede generar esta labor, está la del joven haitiano de 16 años que fue capaz de pagar el funeral de su madre en su tierra natal vendiendo Súper 8.
Pese a no creer en la pobreza, los datos oficiales tienen registrado catorce mil personas en Nuevo Amanecer repartidas en un total de 2.500 viviendas. La trabajadora social y profesora de la Universidad Cardenal Silva Henríquez Wendy Godoy, afirma que “no se tiene un número exacto de cuantas personas viven en un campamento y las cifras oficiales son un estimado menor al que en realidad es”, dijo en el Parque Araucano en la comuna de Las Condes.
La fiesta de Dios
—Ah, usted va donde los haitianos —responde el chofer de la micro I14 en el paradero Metro Las Rejas al preguntar si pasa por el campamento Nuevo Amanecer. En el trayecto un ruido brusco altera el viaje. Un joven de unos quince años cae al suelo entre gritos que lo acusan de estar robando celulares. Después de unos diez segundos de tensión, el joven escapa sin el celular. Al final no comete el delito y el viaje continua como si nada hubiera pasado.
Tras quince minutos en el transantiago llega al parado PI13-Parque Lo Errázuriz. Se baja a las nueve de la mañana una familia haitiana de tres personas con un carrito de feria rumbo a la toma.
Detrás de la plaza de Cerrillos, donde se encuentran tres hombres fumando pasta base en la explanada, inicia el campamento Nuevo Amanecer. Entrando por Avenida Los Domínicos hay quioscos, ferreterías y barberías.
A medida que se va subiendo por el Ex Vertedero Lo Errázuriz se ven letreros en español y principalmente en creole. Más arriba se venden vestidos de gala, con maniquís de ternos elegantes en la vitrina. En las calles paralelas hay tiendas con artículos de limpieza y materiales de construcción junto a casas de envío de dinero a otros países.
Antes de llegar a la iglesia de Antonelle, un grupo de dominicanos y dominicanas bailan salsa que suena en un parlante gigante instalado sobre un auto viejo. Decenas de botellas de ron vacías cuentan la historia de una noche regada de alcohol.
Al llegar a La Paz se escucha música tropical de Haití proveniente de la verdulería de Diego, quien hace 9 años abandonó la isla y llegó a Chile. A pocos metros se encuentra la iglesia donde predica Antonelle a más de cien personas. Se escucha música góspel de la iglesia, capaz de opacar el parlante de la verdulería.
Adentro de la iglesia Fuente de Salvación se encuentran todos los partícipes de pie, bailando y cantando en su idioma nativo. Con manos alzadas, los haitianos alaban a Dios. Algunos de ojos cerrados mientras levantan su biblia en creole, como si sintieran el espíritu del señor presente.
Todos los haitianos asisten elegantes a la iglesia. Mujeres adultas y niñas usan vestidos largos o faldas. Los hombres van de terno al igual que los niños. “Hay que ir bien vestido para celebrar a Dios”, contestan los partícipes de la misa tras preguntarle el porqué de su vestimenta. Para el subdirector del Centro de Estudios Judaicos Nelson Marín, esta conducta, puede estar relacionada con una tradición religiosa y la conservación de percepciones de género.
Tras poco más de dos horas, la celebración es interrumpida para presentar a los invitados de la Dirección de Seguridad de Cerrillos. Es la primera intervención que realiza la municipalidad en la iglesia, donde invitan a los creyentes a la charla “Criando adolecentes responsables” del programa Lazos, perteneciente a la Subsecretaría de Prevención del Delito. Con un proyector mostrando una presentación y una traductora de español a creole da inicio el seminario.
La iglesia al ser considerada como un templo, cuenta con guardias. Vestidos de ternos monocromáticos, parados en la puerta sin ser partícipes de la misa. Ubicados al lado de la mesa con vasos de plumavit, un termo para hacer café y un plato plástico con galletas.
Toda la misa se realiza en creole. Los cánticos que alaban al Dios evangélico y las palabras de Antonelle. Con música sonando constantemente, la palabra del señor es internalizada con Previl como mediador entre estos dos mundos.
Todos los haitianos, niños, padres y madres prestan atención atentamente a las predicas del pastor. Pasado las doce de la tarde, la misa llega a su fin. Tras un evento lleno de emociones y espiritualidad, Antonelle Previl dice en medio del templo “es hermosa la casa de Dios”.
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