Tomás Alzamora: El cineasta que convirtió la longaniza en una causa social
Escrito por Radio JGM el mayo 7, 2025
La nueva película del cineasta chileno Tomás Alzamora, Denominación de Origen, narra la lucha entre San Carlos y Chillán por determinar cuál ciudad fabrica las mejores longanizas. En esta entrevista, el director reflexiona sobre el mensaje de su propuesta, que a pesar de su divertida premisa, trata temas como la búsqueda de identidad y la marginalización.
Por Constanza Herrera
Tomás Alzamora creció en San Carlos, región del Ñuble, rodeado por longanizas. Con puré o en choripán —las preparaciones que Alzamora más disfruta—, la longaniza siempre está presente en cumpleaños, bautizos y cualquier actividad de celebración. Y en una ciudad donde hay dos o tres carnicerías por cuadra, es esperable que este embutido sea parte de la identidad local.
Lo que llevó a Alzamora a escribir y dirigir Denominación de Origen fue una singular anécdota: en la Fiesta de la Longaniza de Chillán del 2018 se le otorgó y arrebató, en un mismo día, el premio de la “longaniza más sabrosa” al Centro de Educación y Trabajo de Gendarmería de San Carlos. Según las bases del concurso, para participar, las longanizas debían ser fabricadas dentro de la comuna de Chillán.
Con la cámara Hi8 de su mamá en mano, un elenco de actores naturales provenientes casi exclusivamente de San Carlos, y las ansias de conectar con la gente de su comuna, Tomás Alzamora comenzó un proyecto que mezcla la realidad con la ficción para contar la historia del Movimiento Social por la Longaniza de San Carlos en su lucha por recuperar la denominación de origen que le fue entregada a Chillán por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) el año 2023.
Un reconocimiento internacional
La película, que se estrenó comercialmente este 24 de abril, se proyectó por primera vez en el Festival de Cine de Valdivia, donde ganó el Premio del Público y el Premio Especial del Jurado. También participó en el Festival Internacional de Cine de Iquique, el Festival de Cine Nacional de Ñuble, el Festival de Cine Chileno y el Festival Internacional de Cine de Buenos Aires, donde su director fue galardonado con el Premio a Mejor Dirección.
—¿Qué se siente haber ganado el Premio a Mejor Dirección del Festival de Cine de Buenos Aires?
—Increíble, no lo vimos venir. Era una competencia muy dura, son 22 películas seleccionadas de todo el mundo. Este premio nos pone en un panorama latinoamericano donde compartimos pantalla con cineastas impresionantes. Pero, reflexionando, pienso: hay algo que se premia que es la honestidad, el amor y el trabajo. Hemos trabajado mucho, hemos sido muy sinceros con nosotros mismos y lo hemos pasado muy bien, creo que esto es un premio a eso. En esa suma de méritos hay algo fresco, y el jurado vio algo único, algo que refleja el proceso de un grupo de amigos haciendo cine, con un elenco lleno de pasión y ganas de aportar.
—¿Está orgulloso de que su película represente a Chile en el extranjero?
—Muy, muy orgulloso. Es un honor representar a Chile, representar a los pueblos pequeños, a la gente que no tuvo oportunidades, a la gente marginada. Es una película que también habla sobre la marginalidad, siempre hay un pueblo que queda detrás del otro. Ahora es San Carlos contra Chillán, pero antes era Chillán contra Concepción, antes era Concepción contra Santiago. Habla sobre el centralismo, de cómo todo está concentrado en las grandes capitales.
Más que longanizas
—¿Entonces en realidad la película habla sobre el tema de la marginalización?
—De todas maneras. Y de cómo nos organizamos para darle frente y darle lucha a esa marginalización. De cómo vecinos se pueden organizar en torno a la longaniza para buscar identidad, llamar la atención o tratar de posicionarse en el mapa. Entonces habla en el contexto de la longaniza, pero se puede llevar a muchos lugares y muchas imágenes más (…) Creo que es súper importante plasmar realidades locales, y ahí hago un mea culpa. Nos falta acercarnos más al territorio, salir de nuestra burbuja, de nuestro escritorio, ir a mirar otras cosas, lo que puede ser un gran aporte a la identidad del país. Porque no es solamente un problema del cine, sino que es un problema del país: no tenemos identidad.
—¿A qué se refiere con esa falta de identidad?
—Nada nos identifica, a los mapuche los tratamos de delincuentes, los perseguimos, siendo que son nuestros pueblos originarios. Después los juegos tradicionales tampoco nos gustan. Entonces no tengo muy claro qué somos, qué queremos ser, si queremos ser Europa o EE.UU. y somos las malas imitaciones de esto. Estamos siempre mirando para afuera y no potenciamos lo que tenemos y lo que somos realmente. Entonces creo que es súper importante la identidad en el cine y a toda escala, en la literatura, en el teatro, en la música, etc.
Marginados de la cultura
Si bien el cine chileno vive un momento destacado en el panorama internacional, con múltiples reconocimientos y premios, aún enfrenta desafíos en el plano local. Alzamora destaca la falta de financiamiento como una de las principales barreras. A su juicio, el Estado debería fortalecer los mecanismos de apoyo, no sólo incrementando los concursos para proyectos cinematográficos, sino que también fomentando la creación de audiencias y el acceso a la cultura.
La falta de acceso no es un desafío único para San Carlos, sino que en toda la región de Ñuble no existe ningún lugar dónde ver cine chileno. Y esto significó un gran problema para el director de cine el año 2017: quería mostrar su primera película, La Mentirita Blanca, pero no tenía dónde.
Esto finalmente llevó a Alzamora a crear el Festival de Cine Nacional de Ñuble. En sus propias palabras: “había mucha gente produciendo cine y no tenía dónde mostrarlo, y nuestra comunidad, los ñublensinos y ñublensinas no tenían dónde ver películas. Entonces dijimos: ‘si nadie se hace cargo de este problema, tenemos que hacerlo nosotros’”.
—Con respecto a esta situación y la necesidad de acercar el cine a las audiencias, ¿considera que hace falta mayor acción del Estado?
—Hay una responsabilidad compartida de generar los espacios, y que esos espacios ojalá estuvieran financiados todo el año. Nosotros estamos haciendo una pega que debería hacer el Estado, los ministerios de educación y cultura. Y aun así tenemos que salir a competir, y si no nos ganamos la plata, mendigar dinero. Ojalá hubiera un interés del gobierno de apoyar estas iniciativas y no hacerlas competir.
—¿Qué medidas se podrían tomar para crear más audiencias?
—Ojalá estuviera más conectado el trabajo del Ministerio de las Culturas con el de educación, que por ejemplo los niños tuvieran que ver una cierta cantidad de películas al año para que cuando salgamos del colegio tengamos conciencia y hayamos visto y analizado más películas de las que vemos. Si tú le preguntas a cualquier persona cuántas películas chilenas ha visto, nadie ha visto nada.
Con Denominación de Origen, Tomás Alzamora quiere demostrar la importancia de mirar nuestra propia realidad. “Es necesario que nuestros creadores empiecen a mirar hacia adentro. Sería bueno tratar de tener identidad en nuestro cine y que no sean películas que se puedan hacer en Europa. Carecemos de identidad cinematográfica y me gustaría que eso mejorara”, explica.
Nuevas historias que contar
—¿Hace falta diversificar las historias que se cuentan?
—Sí, de todas maneras. Debiéramos meterle un poquito de fuerza a los territorios que están ajenos. Menos mal con la democratización de los formatos audiovisuales y la técnica es que ahora podemos filmar con una cámara digital o podemos hacer una película con un celular. Muchas personas han tenido más alcance a hacer una película, antes el cine era solamente para gente rica. Ahora tenemos acceso a poder filmar con otros materiales que todos tienen al alcance.
—¿Qué otros proyectos le gustaría poder desarrollar a futuro?
—Bueno, estoy en este momento haciendo un documental de comedia para Perú, esperamos que salga este año o el próximo. Y estoy también empezando a escribir una historia de San Carlos, de Los Ángeles Negros un grupo emblemático de mi tierra que logra su éxito en los años 70. Me encantaría hacer una película musical con ellos, así que estoy trabajando en esa idea.
—¿Le gustaría que esta Denominación de Origen motivara a otros jóvenes de San Carlos a dedicarse al cine?
—Sería un sueño que esta película pudiera influenciar a los jóvenes. De hecho, cuando en Valdivia tuvimos nuestro estreno internacional se nos acercaban hartos jóvenes diciendo: “este es el cine que quiero hacer, me identifica demasiado, nunca había visto algo así, gracias por esto”. Me ha llenado el corazón que a la gente le haga sentido esta película y ojalá motive la creación desde la región, desde las provincias y desde las historias cotidianas que tenemos.
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