Sobre la legalización de la eutanasia: El derecho de morir en paz

Escrito por el abril 17, 2025

La muerte es una parte de la vida que eventualmente cada uno de nosotros va a experimentar, y lo ideal es enfrentarla de una manera indolora, ¿pero qué sucede con aquellas personas que padecen una enfermedad terminal y debido a que sólo hay medidas de cuidado paliativos no pueden dejar de sufrir, viéndose forzadas a prolongar una vida de sufrimiento? ¿Cómo sigue la conversación por la eutanasia en Chile?

Por Sofía Cruces P

Un once de noviembre mi gato cayó cerca de 30 metros de altura. Con mi familia teníamos esperanzas de que se recuperara, pero por desgracia a medida que avanzó el día su condición sólo fue empeorando. Supimos que el impacto lo dejó tetrapléjico y con muchísimo dolor, pues producto de la caída se le escapó aire del pulmón, lo que en lenguaje médico se llama neumotórax, y además sufrió una contusión cerebral.

Con toda la pena del mundo, tomamos la decisión de eutanasiarlo para que no siguiera sufriendo. «¿Qué clase de vida iba a tener si no iba a poder caminar, respirar bien o ir al baño por su cuenta?”, pensábamos. La vida puede ser muchas cosas hermosas, pero ¿es vida si se está en constante dolor y el día a día pasa a ser una condena?

Resulta curioso pensar que la muerte digna está mucho más avanzada en el área veterinaria que en nosotros los humanos, que muchos hemos vivido pérdidas de nuestros animales y hemos tenido que eutanasiarlos. Sin embargo, lo que se refiere a humanos son muy escasos los países que han aprobado la eutanasia: Canadá, España, Colombia, Nueva Zelanda, Bélgica, Luxemburgo y Portugal.

Por su parte, en Suiza, Austria, en varios estados estadounidenses, en Australia y Nueva Zelanda, es legal el suicidio asistido, y en Alemania e Italia se está avanzando en políticas que se refieren a la muerte asistida; mas no la eutanasia.

Este procedimiento, que en griego significa “el buen morir”, en los países que está permitido puede realizarse solo con la autorización del paciente o la de un adulto al que éste haya autorizado. Esta puede ser de carácter activo o pasivo: en el caso del activo, un tercero le administra al paciente una sustancia letal, habitualmente una sobredosis de fármacos anestésicos, que le ocasiona la muerte por depresión del sistema respiratorio y/o cardiovascular asociado a pérdida de conciencia. En el caso del pasivo, significa que la muerte es debido a la omisión, abstención o retiro de terapias de soporte vital.

En cualquier caso, esta se diferencia del suicidio asistido porque este último es realizado por el mismo paciente, quien actúa bajo su propia responsabilidad, y cuenta con la ayuda de alguien más que le facilita los medios y los conocimientos para acabar con su vida de manera indolora.

Pero cómo define el psicólogo colombiano Joel Sebastián Serna en su texto “Eutanasia: En defensa de la subjetividad”, ambos (la eutanasia y el suicidio asistido) parten de la decisión autónoma, soberana y consciente que manifiesta un sujeto para acelerar su proceso de morir, cuando se hace presente una enfermedad incurable caracterizada por un dolor y un sufrimiento insoportable.

En Chile la legalización de la eutanasia aún se está discutiendo, y actualmente está completamente prohibida. Sin embargo, existen medidas como la Ley N°21.375 o de Cuidados Paliativos Universales que busca consagrar los derechos de las personas con enfermedades terminales o graves al proporcionarle tratamiento atenuante de los síntomas que garanticen la comodidad y el bienestar del paciente. Recientemente entró en vigencia además la Ley Sanna (Ley Nº21.063) que, entre otras condiciones, permite que los padres puedan acompañar a sus hijos en estado terminal, subsidiado por el Estado. Ambas leyes están enfocadas en el buen morir, pero ninguna de ella considera acciones activas.

Por otro lado, está la adecuación del esfuerzo terapéutico, que según la definición del médico español Francisco Manuel Pérez Pérez en “Adecuación del esfuerzo terapéutico, una estrategia al final de la vida” corresponde a una adaptación de los tratamientos a la condición clínica del paciente, especialmente en situaciones donde las probabilidades de respuesta a terapias invasivas son limitadas, acuñándose el concepto de “futilidad terapéutica”. Esta práctica implica evaluar la necesidad de modificar el abordaje terapéutico, lo que podría incluir la suspensión o la no implementación de ciertos tratamientos potencialmente dolorosos, evitando el “encarnizamiento terapéutico”.

Esta práctica busca evitar intervenciones médicas agresivas o innecesarias que no contribuyan al bienestar del paciente y, en su lugar, se enfoca en proporcionar cuidados en pos de aliviar el padecimiento y, en general, preparar al paciente para una muerte “libre de angustia y sufrimiento”.

De todos modos, ¿por qué existiendo estas medidas de adecuación de esfuerzo terapéutico hay personas dispuestas a tomar esta decisión activa de acabar con su vida a través de la eutanasia?

Factores importantes a la hora de tomar una decisión como la eutanasia

Si los cuidados paliativos en muchos casos suponen un alivio en los dolores que padecen los pacientes críticos, cuando es mucho el sufrimiento que enfrentan en el día a día, la salud mental de estos se ve deteriorada y la idea de muerte comienza a rondar como pensamiento recurrente.

Pero por mucho que el paciente se sienta de determinada manera, existen factores como lo es la familia y la postura que esta asume sobre la muerte de quien es su pariente. Al respecto, la periodista colombiana Camila Jaramillo Salazar en su trabajo “Hablar de eutanasia y muerte con mi familia: 4 pistas para tocar el tema en la mesa del comedor” refiere que los temas sobre muerte digna no son necesariamente decisiones individuales.

«Ejercer el derecho a morir dignamente en cualquier parte del mundo es una decisión conjunta entre la persona y sus seres queridos,(…) (porque) en la mayoría de los casos, involucra a las personas más cercanas (…) Por este motivo, es fundamental hablar con quienes queremos sobre nuestra voluntad y deseos en el fin de la vida, pues serán ellos quienes los comunicarán (a los médicos)”, opina.

Por otro lado, está la apreciación sobre cómo se han dado las cosas en países como España. El periodista Pablo Linde hizo una recopilación de problemas que han surgido en su país respecto a la eutanasia.

Primero, está el debate sobre la aplicación de la eutanasia en casos de pacientes con problemas de salud mental. Y que de hacerse ley la eutanasia se va a tener que definir sin ambigüedades a qué pacientes se dirigen. El otro problema está relacionado a la familia y es que allá en España solo la persona afectada tiene potestad para solicitar una eutanasia, para revocarla o para posponerla. «Si no hay declarada una incapacidad, ni está bajo tutela, no hay nada que su familia pueda hacer para evitar el proceso, por mucho que esté en contra o le duela”, agrega.

Y lo último, pero no menos importante, es qué sucede en caso de arrepentimiento, y aunque no es tan común, sucede. David Rodríguez-Arias, catedrático en bioética de la Universidad de Granada al respecto sugiere que se trata de “la posible oscilación” en la voluntad de quien pidió la eutanasia y plantea que cree puede ser que el paciente quiere pasar un último momento especial con sus seres queridos: “Aunque no hay estadísticas, considero que es infrecuente: hay muchos pasos administrativos que dar y puedes arrepentirte en cualquiera de ellos. Es raro que cuando llegas al final y consigues el visto bueno, digas que no”.

Yo amo la vida, pero quiero vivir dignamente

De acuerdo a Serna, el sufrimiento se define como un malestar emocional de origen múltiple que experimenta el individuo cuando percibe amenazada su integridad física y psicológica. Esta situación se presenta especialmente en pacientes en fase terminal de su condición clínica.

En estas circunstancias, donde la conciencia de la fragilidad corporal y la pérdida de control sobre el dolor y el malestar son evidentes, surge el sufrimiento vinculado a la idea de que la muerte es la única solución. Este aspecto adquiere una relevancia fundamental al considerar la solicitud de la eutanasia.

Cecilia Heyder fue una activista por los Derechos Humanos y lideresa por la legalización de la eutanasia en Chile. Pasó más de treinta años enferma y murió en 2023 esperando que el Congreso avanzara en una propuesta que permitiera la “muerte digna” para los pacientes terminales.

En una entrevista con Cristina Tapies para Revista Anfibia comentó: “Si nadie quiere darme mi final, ni el de arriba, ni el de abajo, estoy obligada a asumirlo yo. Alguna vez leí, no me acuerdo dónde, pero me quedó marcado, que si yo no le debo nada a la vida y la vida no me debe nada a mí, estamos en paz, y entonces tengo derecho hacer lo que yo estime conveniente. Mira, me puedo arrepentir, pero tengo derecho a elegir. Llevo treinta y seis años enferma. Imagínate. Toda una vida. ¿Cómo no voy a tener derecho de elegir? Me desangro analmente, vaginalmente. Me desangro por las mucosas. Quiero comer algo y vomito sangre, me río muy fuerte y me da un dolor de guata tan fuerte que termino con arcadas, botando hilos de sangre. No es vida. No te puedes golpear, no te puedes cortar. No camines fuerte, incorpórate lento… Solo falta que me digan: no respires”.

Y en conversación con Radio Uchile el año 2021 contó: “No es vida la que llevo, mi vida es precaria, estoy prácticamente día por medio en transfusiones, porque ya no duran, antes duraban una semana (…) Estoy haciendo alergia a todos los medicamentos, ya casi no me levanto porque estoy sangrando constantemente, no es vida la que llevo”.

“Yo amo la vida, pero quiero vivir dignamente. No quiero depender de transfusiones, ni de silla de ruedas, ni de bastones, quiero vivir digna, no quiero depender de morfina ni nada”, explicó por aquel entonces.

No obstante, así como hay activistas por la eutanasia hay opositores que argumentan que los profesionales de la salud están para cuidar a los pacientes y no para matarlos, razonando que esto último constituiría la destrucción del contrato de confianza entre el médico y el paciente; y que los cuidados paliativos y la eutanasia son incompatibles y contrarios, porque los primeros previenen y alivian el sufrimiento, mientras que la eutanasia se dirige a acelerar la muerte intencionalmente.

Al respecto, el experto en bioética Miguel Kottow en conversación con Radio Uchile, aunque reconoció no sentirse cómodo al vincular la eutanasia con los derechos humanos, planteó que la función del médico no debería limitarse a prolongar indefinidamente la vida, sino más bien prevenir el sufrimiento de los pacientes y que, por lo tanto, la eutanasia debería ser reconocida como un derecho legalmente autorizado y que bajo ninguna circunstancia los cuidados paliativos debieran ser una condicionante o motivo para declinar de este derecho.

“Los cuidados paliativos no son cuestión de ley, es cuestión de una técnica médica, que tiene sus limitaciones. Hay cosas que se pueden paliar y otras no, como todo tratamiento tiene que ser voluntariamente aceptado. No puedo decirle que usted tiene la obligación de someterse a cuidados paliativos, con todos los problemas que eso implica. Si están disponibles, y ojalá lo estén, perfecto, pero si a una persona no le sirven o no tiene acceso, o no tiene la entereza moral de pasar por meses y meses de cuidados paliativos que finalmente lo van a llevar a la muerte, entonces no puede ser una condición para negar la eutanasia”, expresó Kottow.

¿Qué habría pasado con la eutanasia de haber habido un cambio en la constitución?

En la propuesta constitucional de 2022, el inciso 1 del artículo 68 rezaba: “Toda persona tiene derecho a una muerte digna”. En el inciso 2 añadía: “La Constitución asegura el derecho de las personas a tomar decisiones libres e informadas sobre sus cuidados y tratamientos al final de su vida”, y aunque no decía nada sobre eutanasia sí se garantiza el acceso a los cuidados paliativos a todas las personas portadoras de enfermedades crónicas avanzadas, progresivas y limitantes de la vida, en especial a grupos vulnerables y en riesgo social, además que: “se (…) regularían las condiciones para garantizar el ejercicio de este derecho, incluyendo el acceso a la información y el acompañamiento adecuado”.

Esta lectura, aunque no lo dice explícitamente, establecía bases importantes sobre autonomía en decisiones del final de la vida y por lo mismo constituyó un intento de avance en derechos relacionados con la muerte asistida, aunque sin llegar a las posiciones más controversiales y, hay que reconocerle que fue un intento de avance en derechos relacionados con la interrupción voluntaria de la vida, aunque sin llegar a las posiciones más polémicas.

Por otro lado, el año 2023, el 17 de diciembre la ciudadanía acudió a las urnas para votar en el plebiscito de salida a favor o en contra de una nueva propuesta constitucional republicana, propuesta que respecto a la vida es tan tajante como sutil. Además de explícitamente “proteger la vida de quien está por nacer” y prohibir la pena de muerte, sobre la eutanasia se puede concluir que las cosas no iban a cambiar respecto al panorama actual de ese momento.

En el inciso 22 del artículo 16, que da inicio al segundo capítulo de ese documento, rezaba: “El Estado protege el libre, universal, igualitario y oportuno acceso a las acciones de promoción, prevención, protección, recuperación y cuidado de la salud y de rehabilitación de la persona, en todas las etapas de la vida. Asimismo, le corresponderá, en virtud de su función de rectoría, la coordinación y control de dichas acciones, considerando las determinantes sociales y ambientales de la salud, de conformidad con la ley”.

Promoción, prevención, protección, recuperación, cuidado y rehabilitación son palabras que no están ahí al azar. Todas hacían alusión a la prolongación de la vida y en consecuencia podrían hacer de la eutanasia algo inconstitucional.

De todas maneras, si es que se hubiese aprobado quizás se habría armado un conflicto con el grupo del gremio médico que se apega al Juramento Hipocrático y cuyos principios de la ética médica se sustentan en la “Beneficencia”, que se refiere a la obligación de actuar en beneficio del paciente, junto con aquellos que se rigen por el principio “Autonomía” que es que el paciente puede tomar sus decisiones y el “Justicia” que tiene que ver con tratar a cada paciente de manera justa y sin discriminación y asegurar el acceso igualitario a la atención médica; quizás aquellos que se apegaban al principio de la “No maleficencia” que hace relación a no hacer daño, se hubiesen sentido tranquilos.

¿Y ahora qué?

Actualmente seguimos con la misma constitución que tenemos desde 1980, y esta vela explícitamente en el artículo 19 inciso uno por: “La protección a la vida y la integridad física y psíquica”, y se consagra como un derecho fundamental. Por lo que quizás, de hacerse legislaciones, una ley de la eutanasia podría ser una realidad.

De acuerdo a cómo se han dado las cosas, tanto en 2022 como 2023, las cosas se mantienen tal y como están, pues no hubo cambio de constitución y no hubo posibilidad de avance con la primera propuesta ni un ánimo suficientemente republicano a nivel nacional para aceptar la segunda propuesta de constitución.

Sin embargo y quizás contra todo pronóstico, se retomó la eutanasia como proyecto legislativo tras haber estado estancada por años y recibió aprobación en la Cámara de Diputados durante 2021, y en la actualidad la idea de una Ley de eutanasia ha cobrado más fuerza y apoyo, tanto popular como del mismísimo Presidente Gabriel Boric, quien manifestó explícitamente su respaldo durante su tercera cuenta pública realizada en junio de 2024.

Volviendo a lo que se refiere al apoyo ciudadano, de acuerdo con la Encuesta Cadem, el año pasado un 70% de la ciudadanía chilena se mostró a favor de la eutanasia, sin embargo, constituye un tema delicado para miembros de partidos más conservadores y para varios médicos que se apegan al Juramento Hipocrático, el cual dicta entre sus líneas “A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin (…) mantendré mi vida y mi arte alejado de la culpa.”

La discusión sobre la eutanasia en Chile parece estar llegando a un punto decisivo. Con un 70% de apoyo ciudadano y el respaldo explícito del Presidente Boric, el proyecto de ley que estuvo estancado por años podría finalmente ver la luz. Sin embargo, el camino no está exento de desafíos: desde las barreras constitucionales hasta las preocupaciones éticas del varios miembros del personal médico, cada obstáculo requerirá un cuidadoso debate.

El legado de activistas como Cecilia Heyder, fallecida esperando esta legislación, nos recuerda que detrás de cada discusión técnica o legal hay personas reales enfrentando sufrimientos concretos. Su lucha, como la de tantos otros, por fin dio frutos tras por fin ser puesta en urgencia la Ley de eutanasia por la que tanto se esforzó por hacerla una realidad.

Tal vez te pueda interesar: “Gulumapu Artes”, la nueva revista digital que pone en el centro el arte y la cultura de La Araucanía

Sigue leyendo en Radio JGM

Soberanía alimentaria, una propuesta ante la crisis alimenticia en Argentina

 

Comentarios

Opiniones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *



[No hay estaciones de radio en la base de datos]