Pase Cultural: ¿Una promesa cumplida o un desafío pendiente para la cultura chilena?

Escrito por el noviembre 29, 2024

El pasado viernes 22 de diciembre, tras una extensa discusión, el senado aprobó un histórico incremento del Presupuesto 2025 para el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que aumenta los fondos sectoriales, fortalece las bibliotecas públicas y museos. Se aprobaron también los recursos para los sitios de memoria y para la implementación del Pase Cultural, que entregará 50 mil pesos a más de 300 mil jóvenes que cumplan 18 años (estudiantes pertenecientes al 40% del Registro Social de Hogares y que cumplan esa edad durante 2025) y personas de 65 años que reciban la Pensión Garantizada Universal (PGU), con el fin de ser utilizados en la compra de bienes y servicios culturales como salas de cine, teatro, librerías, circo y conciertos, entre otros.

Por: Valentina Rodríguez, Álvaro Silva y Denisse Zúñiga.

La ministra Carolina Arredondo Marzán expresó que el principal propósito del gobierno con el Pase Cultural es garantizar el ejercicio de los derechos culturales, particularmente para las personas con menos oportunidades de acceso y participación cultural en Chile. Según indicó a Culto, esta política pública se enfoca en segmentos priorizados que, por diversas razones, no tienen actividades culturales y artísticas como parte de su vida cotidiana. Arredondo subrayó que, además de fortalecer los derechos culturales, esta medida representará una inyección directa de recursos al sector cultural.

La ministra también enfatizó que el pase está programado para implementarse en 2025 y que el diseño y planificación ocuparán los próximos meses, con el objetivo de asegurar una ejecución efectiva y responsable. Este esfuerzo reafirma el compromiso del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de avanzar en la inclusión cultural y fortalecer el acceso a bienes y servicios culturales en todo el país.

Según el sociólogo Tomas Peters, lo que busca la iniciativa es reducir la brecha de acceso a la cultura, y si bien ya se ha usado en varios países, ha demostrado ser limitada en cuanto a tiempo. “Lo que ha demostrado la evidencia”, explica el profesor de estudios culturales, “es que las personas que reciben este bono lo utilizan una, dos o tres veces a lo máximo y con el transcurso del tiempo, va disminuyendo su uso o prescinden de este beneficio”.

Peters señala que “si se quiere enfrentar el problema de la desigualdad en el acceso de la cultura a través de esa herramienta, hay que tener muy claro que el rendimiento que va a tener es muy a corto plazo”.

Al hablar de políticas culturales, el académico de la Universidad de Chile remarca que es importante tener en cuenta el acceso desigual al consumo cultural provocado por el capital cultural arraigado en cada individuo. “Lo que dice la teoría”, explica, “es que personas que pertenecen a segmentos pobres de la población tienden a comprar bienes que son de la industria cultural hegemónica o masiva. Y lo más probable es que así ocurra en Chile.

Concluye que esto “nos puede hacer pensar que no van a acceder a la oferta cultural más alternativa, más compleja, o que comúnmente requiere ciertas categorías de desciframiento, que los motiven o las motiven a acceder a ofertas financiadas por el Estado, o un tipo de producción artística contemporánea”.

La visión tan a corto plazo de esta iniciativa es lo que llama la atención de Peters, quien hubiera preferido un plan que pudiera sostenerse en el tiempo. “¿Por qué el Estado no estableció, por ejemplo, un mecanismo de circulación de bienes simbólico a costos más bajos?”, se pregunta, habiendo preferido “un mecanismo de circulación mucho más estructural y estratégico a nivel nacional, con una inversión que efectivamente logre poder convocar a grupos sociales a usar espacios públicos, a acercarse a librerías, con una estrategia país que logre establecer una verdadera reducción de brechas. Sólidas, con evidencia y con propósito a largo plazo”.

Responsabilidad cultural compartida

Por otra parte, la académica de la Universidad de Chile y actual coordinadora de Educación y Mediación del Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC), Daniela Cobos, respalda que el proyecto será favorable para los beneficiarios, “Yo creo que es una iniciativa positiva del gobierno, pero particularmente del Estado porque tiene una responsabilidad histórica en garantizar el acceso y la participación cultural de todas las personas, en especial de aquellos que se ven desfavorecidos, como son los beneficiarios de este proyecto porque estamos hablando de dos grupos que, intuyo, no utilizan los recursos qué tienen en actividades culturales. Creo que es un proyecto bueno que responde a la responsabilidad estatal de promover la participación cultural”.

Sin embargo, vislumbra algunas falencias de lo que podría ser la implementación del Pase: “Una posible dificultad que yo podría ver es que va a haber gente que va a querer ver una película de moda, y tú quieres qué la persona acceda o consuma otros lenguajes artísticos o se aproxime a una cultura con un poco más de calidad, pero la persona irá a ver una película más popular, entonces el pase cultural es para que esa persona vaya a consumir la cultura qué para él o ella es importante y eso nos puede acercar más a lo mainstream”.

Junto a aquello, Cobos, explica la importancia del consumo cultural a una temprana edad, “No puede existir una valoración de las artes si no existió una inyección desde la primera infancia, muchas veces el colegio cumple un rol compensatorio de lo que ocurre en la casa, si no se consume cultura en la casa, la escuela debería tomar ese rol compensatorio, pero lamentablemente no es así. Un niño de 11 años que ha sido estimulado artísticamente, perfectamente puede reconocer los lenguajes artísticos. Es importante no solo el consumo cultural por parte de las infancias, sino el derecho a tener una educación artística de calidad en el colegio y eso hoy no está garantizada”.

Ante la falta de políticas culturales en el país o medidas que incentiven la cercanía con las artes, Daniela Cobos menciona que, “estamos bajo un modelo neoliberal que vino a destruir nuestra cultura hace más de 50 años, eso quiere decir estamos ahogándonos en un concepto de cultura que está ligado a la compra y venta de personas, de bienes, de cirugías plásticas, de moda, de vestuario, de influencers y realitys shows, estamos en un juego que alteró lo que merece la sociedad como cultura”.

La directora del Centro Arte Alameda, Roser Fort, relata su opinión respecto del  bono cultural anunciado por el gobierno. La profesional con una trayectoria que ha forjado en el área de la cultura, donde ha formado parte de Gitano Films y del canal cultural ARTV. Comenta la importancia que tiene que el Pase Cultural, sea moderado hacia los espacios de cultura alternativos y no a lo mainstream. En sus palabras remonta hacia su experiencia en otras instancias similares. “En los más de treinta años del Centro Arte de Alameda, me ha tocado ver muchas políticas de estado que proponen actividades culturales y que siempre se olvidan de quiénes realmente gestan las actividades culturales, que en general en el cine son las salas independientes, no son las multisalas”.

Considerando el ejemplo de Francia donde el pase cultural francés fue utilizado mayoritariamente en la compra de mangas. Roser Fort reflexiona acerca de los márgenes de contenido que podría tener el pase cultural chileno, insistiendo en examinar el contenido cultural que se ofrezca, para poder promover lo independiente y la propia cultura del país.

“Aquí hay un objetivo que es culturizar, sin desconocer que también se puede hacer un guiño a algunas cosas más masivas, pero acá se tiene que ver cine chileno, se tiene que ver cine independiente de otras partes, latinoamericano en lo posible, para que veamos realidades más o menos parecidas y no estar viendo gringolandia todo el tiempo. ¿O sea, se financia el cine chileno y después quién ve el cine chileno?.  Por eso hay que generar políticas de Estado que consideren realmente el contenido que ofrecen”, explica Fort. “Para el pase cultural tendríamos que llegar a esos públicos más masivos, desde una publicidad inclusiva para estos lugares distintos, diferentes a los malls”.

Igualmente, la coordinadora de cine afirma que la publicidad y la campaña del Pase Cultural son herramientas fundamentales para la implementación y funcionamiento de este. Pues, anunciar los espacios culturales, las salas de cine, las exposiciones y las carteleras serían de gran ayuda para difundir y llegar a resultados.” Así si van a gastar el pase en alguna parte, que sepan dónde”.  De este modo Fort menciona que: “Habría que hacer circuitos, en el centro está el Normandie, el Alameda, el Biógrafo, la Cineteca, la Católica y la Sala k. O sea, hay un hermoso recorrido que se puede hacer ahí. Tienen que desarrollar un marketing para el pase cultural, pero diferenciarse de todas las campañas, si es que quieren que funcione”.

Además, sobre la pequeña cifra de personas beneficiadas con el bono cultural, la experta comenta que, por ser un proyecto inicial y único en la historia del país, “tiene que partir con lo que pueda”, pero tiene que ser eficiente en su objetivo.

De acuerdo con el sentido de colaboración del gobierno con los centros culturales en la formación del pase cultural, la directora del Centro Arte Alameda afirma que: “Hay buena voluntad, pero no necesariamente buena ejecución. Vamos a tener que plantarnos bien para que recuerden que hay una red de salas de cine, que hay una red de salas de teatro que deberían estar consideradas como oferta cultural”.

Del mismo modo, en cuanto a las acciones del gobierno para fomentar la cultura en el país Roser Fort hace un balance diciendo que, “Este gobierno tiene muy buenas intenciones, realmente han propuesto leyes y han jugado un papel. Y en este caso, por primera vez en varios años he sentido un interés, pero no un resultado. Les ha costado. Y también creo que al vencer las dificultades se les olvidan ciertos objetivos también. Pero nosotros como Centro Arte de la Alameda, tenemos confianza en que el 2025 va a ser mucho más auspicioso que lo que tenemos hasta ahora. El pase es una buena idea, pero la idea tiene que ir acompañada de una buena administración de cómo se va a implementar, implementarlo correctamente”.

Políticas Comparadas

Implementar una política pública importada desde otro continente implica el desafío de transferir experiencias internacionales en contextos locales. “Eso requiere una reflexividad profunda por parte del Ministerio de las Culturas, para poder hacer ese ejercicio de transferencia de conocimiento” comenta Peters, quien señala, además, que las políticas culturales comparadas son muy necesarias para poder pensar las políticas culturales locales.

“Toda la reflexividad o experiencias que están disponibles a nivel mundial”, explica, “siempre son útiles para poder pensar el actuar del estado en una sociedad. Tanto a nivel europeo, a nivel norteamericano, a nivel latinoamericano. Todas las experiencias internacionales son útiles y necesarias. Son fundamentales para poder pensar políticas locales”.

Al preguntarle acerca de otras iniciativas internacionales que Chile podría tomar de ejemplo, el profesor destacó dos casos: Primero, la Biblioteca Oodi de Helsinki, en Finlandia.  Esa experiencia ayuda mucho a entender que, hoy en día, los espacios culturales tienen que abarcar prácticas sociales que desbordan lo eminentemente artístico y buscan poder incentivar el uso de estos espacios a través de prácticas, que son consideradas fuera de los cultural pero que son eminentemente culturales.

Otro ejemplo es el de las agencias culturales que Corea del Sur impulsó en la década de los 90. Lo cual destaca por su visión de Estado, y no de gobierno, es decir, su visión a largo plazo que hoy en día ve frutos en su inmensa industria cultural. “Esas agencias”, destaca, “buscan pensar una política a largo plazo, en lugar de acciones que se ven, en el momento, como muy útiles para reducir la brecha de acceso a la cultura, pero que a largo plazo no ayude a que, en 30 años más, el ecosistema cultural en Chile sea robusto y sustentable”.

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