El triunfo del modelo, esta vez por la buena

Escrito por el diciembre 21, 2017

Por Felipe Durán

Más que un triunfo de Sebastián Piñera en las urnas, propongo entender el resultado electoral del domingo 17 de diciembre como el triunfo de un modelo impuesto a la fuerza,  confirmado esta vez voluntariamente por la mayoría de los chilenos y chilenas.

Aunque a algunos pueda chocarles, recordar que este esquema neoliberal fue preparado para ser impuesto en Chile bajo dictadura, es un hecho. Por las dudas, revísese el documento “El ladrillo”, que fue confeccionado por economistas de esa línea antes del golpe militar que derrocó el gobierno socialista de Salvador Allende.

Naomi Klein, periodista canadiense, escribió “La doctrina del shock” señalando a Chile, entre otros países, como un ejemplo exacto de la política violenta por las armas, para aturdir a la población y de esa forma imponer sin resistencia considerable, la eliminación de políticas de protección social, quitar el piso al Estado como ente regulador, cometer abusos contra los adversarios si era necesario, con tal de un fin “superior” como es el de imponer el neoliberalismo, hasta entonces solamente conocido y apoyado por poquísimos intelectuales de la época. Inconcebible para los tiempos de la Unidad Popular, entendida como un avance nunca antes visto de conquistas para los trabajadores y campesinos y para la autonomía del  país, citemos por ejemplo la nacionalización del cobre en 1971, que fue aprobada por unanimidad en el Congreso Nacional. Repito, unanimidad, con los votos de toda la derecha. Con esto se puede ejemplificar que había políticas para fortalecer el Estado en la época que nadie se atrevía a impugnar.

Los militares chilenos, ayudados por los civiles que hoy apoyaron a Piñera y por la CIA norteamericana de la época, fueron eficientes para lograr el cometido, porque si bien tras diecisiete años de dictadura perdieron el plebiscito del año 1988 y tuvieron que volver a sus labores netamente profesionales, lograron que la nueva fuerza política gobernante mantuviera el modelo neoliberal y la Constitución de 1980, con algunos pequeños cambios. Lógicamente eso se dio en un marco de tensiones y presiones grotescas como fue la acción del llamado “boinazo”, una suerte de amotinamiento en democracia a pocos metros de La Moneda donde estaba recién instalado el Presidente Aylwin.

El shock ya se había aplicado, para lo sucesivo bastaría con recordar quiénes mandan, quiénes tienen a las fuerzas armadas y carabineros de su lado y quiénes están en sintonía con la ideología predominante en el mundo. Sin ir más lejos la misma investigadora Naomi Klein dijo en el lanzamiento de su libro “Decir no, no basta” este año en Barcelona, que “El gran triunfo del neoliberalismo ha sido convencernos de que no hay alternativa”.

Aquellos gobiernos que tratan de hacer un proceso distinto, alternativo, son fuertemente golpeados por oposiciones internas y externas (tal como ocurrió con Allende) con el claro objetivo de desestabilizarlos.

Hay muchas formas de recordar el shock aplicado antes de ir a las urnas. Chilezuela, por ejemplo. Habría que consultar al 54% que votó por Piñera para demostrar esta hipótesis.

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