Soberanía alimentaria, una propuesta ante la crisis alimenticia en Argentina

El derecho a la alimentación en Argentina está respaldado en la constitución política. Sin embargo, cuando un 29% de la población adulto mayor no satisface sus necesidades, estamos hablando de una crisis alimenticia en Argentina. La soberanía alimentaria, profesada por las luchas campesinas, emerge como una solución ante una problemática humanitaria.

Por Claudia Soto

Adultos mayores son los más afectados por la crisis alimenticia en Argentina

El 12 de marzo en Argentina se llevaron a cabo diversas manifestaciones de jubilados que exigían una mejora para sus pensiones, la cobertura total de su medicación y la continuidad de la moratoria previsional, que finalizó el 23 de marzo. Las protestas fueron manejadas con represión desmedida de parte de la policía.

Según la Encuesta Nacional “Calidad de Vida de Personas Adultas Mayores en Argentina 2024”, hecha por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja, un 29% de los adultos mayores tienen poco o nada satisfechas sus necesidades de alimentación. Este dato representa un aumento del 12% respecto a 2022. 

Es aquí cuando entra en discusión el concepto de “soberanía alimentaria” en las luchas de los movimientos campesinos. Esta refiere al derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, a fin de garantizar una alimentación cultural, nutricionalmente apropiada y suficiente para toda la población.

Un pueblo que decida su alimentación

El Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra es uno de los movimientos que tiene como objetivo la soberanía alimentaria, como también la recuperación de tierras. Diego Montón, referente del MNCI Somos Tierra, explicó lo que significa esta lucha para ellos: “La soberanía alimentaria es uno de los pilares, desde la posibilidad de construir naciones soberanas y con una agenda de desarrollo que pongan el centro a sus pueblos y no los intereses de las corporaciones. En términos bien concretos, implica poder reestructurar los sistemas alimentarios poniendo los intereses de los productores y de los consumidores en el centro”.

Sin embargo, la alimentación soberana se ve puesta en jaque cuando hablamos de sistemas de producción que benefician la prevalencia de empresas extranjeras, en vez de incentivar una producción local de pequeñas y medianas familias de agricultores. 

Cuando nos referimos a la soberanía alimentaria de los pueblos, no se queda únicamente en cuestiones de producir suficiente cantidad, sino también, se le da especial importancia a la calidad y seguridad de los alimentos que posteriormente serán repartidos a la población. Es decir, las grandes producciones de empresas extranjeras trabajan con pesticidas, fertilizantes y químicos que hacen crecer las frutas, verduras y alimentos de forma rápida y prematura, sin pensar en el impacto ambiental y hacia la salud que estos pueden conllevar.

La Unión de Trabajadores de la Tierra es un movimiento campesino que reúne, desde 2010, a pequeños productores del sector agrícola. Nahuel Levaggi, coordinador general del movimiento, expresó lo que es necesario para lograr una buena alimentación de los pueblos: “Para que el pueblo pueda alimentarse en cantidad y en calidad positivamente en un modelo no de envenenamiento, de destrucción ambiental y de concentración, sino de democracia de la de la tierra de ecología y de un buen comer suficiente y de calidad, es necesario que el propio pueblo tenga soberanía sobre ese proceso alimenticio de producción, de comercialización y de consumo.”

Soberanía alimentaría frente a la agroindustria

Entonces, en la Argentina actual, donde casi el 30% de los adultos mayores no tiene cubierta sus necesidades alimenticias y donde según datos de la Unicef, a 2023 había aumentado en un 14% la indigencia en niños, la soberanía alimentaria nace como una solución hacia la crisis económica y alimentaria del país. Sin embargo, los gobiernos no la ven como una opción viable debido a su apoyo hacia el sistema que beneficia a las grandes empresas de la agroindustria nacional.

Es por esto que, si bien en general las propuestas de los movimientos campesinos no son tomadas en cuenta, desde que Milei asumió la presidencia, advierten un retroceso en materia de sus luchas. Nazareno Roviello, periodista de investigación y activista por los Derechos Humanos, da un ejemplo de aquello: “La ley de tierras fue derogada por este gobierno, y una de las cosas que no permitía era que más del 15% de la tierra esté en manos de un extranjero. Básicamente este gobierno lo que hace es priorizar a las multinacionales en detrimento de la agricultura familiar, de los movimientos campesinos, y todo lo que está haciendo este gobierno, digamos, va en contra”, expresó.

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