La dura realidad de quienes estudian en 2×1

Escrito por el diciembre 27, 2018

Por Elena Amenábar Díaz

Los famosos 2×1 son una realidad en nuestro país, muchas personas llegan a estos centros de formación para jóvenes y adultos para poder terminar sus estudios y así lograr tener un mejor trabajo, porque ahora para todo tipo de trabajo, sea auxiliar de aseo o vendedor te piden tener la enseñanza media completa, y una de las opciones de tenerla después de que te botó la ola de la educación formal, es en los 2×1.

Resulta que este tipo de educación, que a veces para los más jóvenes y menos expertos suena tan bacán porque en dos años puedes terminar los cuatro años que significan la media y tener más tiempo libre, es un sistema educacional abandonado por el gobierno y la sociedad chilena. No se hacen cargo de la realidad de las personas que asisten en estos colegios, y sólo les importa seguir aumentando el nivel de escolarización del país en razón de los parámetros mundiales, donde aún hay más de cinco millones de personas que no tienen sus estudios completos y una taza de 6,4% de analfabetismo en Chile, según la última encuesta CASEN.

Nadie se ha levantado a reclamar porque los recursos que llegan a estos colegios son escasos, que los profes que hacen clases hasta las 11 de la noche reciban menos de 150 lucas por intentar enseñarles y entregarles las herramientas para enfrentar lo que venga, cuando ni siquiera en sus cinco años de formación pedagógica se les cuenta cómo es trabajar en educación para adultos, y menos las estrategias que se requieren para trabajar con personas que tienen tantas trancas y carencias en sus vidas, donde la falta de estudios es una más de ellas.

Pasa que a estos colegios van cabros que se drogan a diario. Padres y madres adolescentes que quieren terminar de estudiar para darles mejor vida a sus hijos e hijas. Madres y padres mayores de unos 40 o 50 años que están estudiando lo mismo que estudian sus hijos de 10 o 12 años en la educación formal, porque cuando tenían la edad para estar en el colegio estaban trabajando para ayudar a llevar el pan a la casa.

Muchos de los estudiantes que están en los 2×1 se extrañan cuando el profe o la directora del colegio les preguntan “cómo está” o “por qué ha faltado”, porque están acostumbrados a que nos los vean por ser pobres, por haber estado en la cárcel o porque no pudieron terminar sus estudios cuando debían hacerlo. La mayoría tiene terror a estudiar después de que pasó mucho tiempo o porque los echaron del colegio del día por mala conducta, desertando muchas veces y volviendo a la misma vida llena de problemas y heridas.

Puedo decir todo esto, porque llevo más de un año estudiando diferentes casos y testimonios de los EPJA para mi memoria de título con el fin de obtener el grado de periodista.

El Estado no se hace cargo. Tampoco ve una oportunidad tan clara, existente en la educación para jóvenes y adultos, que es la posibilidad de transformar la vida de al menos un porcentaje de personas que asisten a estas escuelas, porque si se les ayudara psicológicamente con las trancas de niñez, como el alcoholismo de la mamá o el machismo del marido o si se les hiciera un programa PACE como existe en la enseñanza media formal para quienes quiera asistir a la universidad lo puedan hacer, el futuro de Chile podría ser distinto.

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