LA DIGNIDAD NACIONAL VERSUS LA CORRUPCIÓN

Escrito por el julio 19, 2018

Por Felipe Durán

Hace exactamente 47 años el Congreso Nacional aprobaba la reforma constitucional propuesta por el gobierno de Salvador Allende que permitía nacionalizar la gran minería del cobre. En forma unánime, a ningún parlamentario se le ocurría la inoportuna acción de votar en contra. Había un acuerdo transversal para dejar la producción minera en manos de los propios chilenos. Por esto se denominó al 11 de julio el día de la dignidad nacional.

“Chile se pone pantalones largos”, decía uno de los afiches alusivos. “Para siempre el cobre está en las manos de los trabajadores”, cantaba Quilapayún en su tema “Nuestro cobre”, de Eduardo Yáñez.

Además de quitar el cobre a las empresas norteamericanas, el Presidente Allende advirtió en la ONU (1972), de la existencia de grandes empresas transnacionales que estaban socavando el poder de los Estados en el mundo, poder para tomar decisiones libremente en materia de economía, política o defensa.  Agregó que sin embargo, los valores fundamentales de la humanidad nunca podrán ser destruidos.

Un visionario, sin lugar a dudas. Para ilustrar esta afirmación que seguramente será resistida por algunos lectores, pasamos a argumentar.

A pesar de la orientación neoliberal de la dictadura de Pinochet, durante su régimen no se eliminó la nacionalización del cobre del gobierno popular que defenestraron. Está consagrada como vigente en el artículo tercero transitorio de la Constitución Política. En 1984 fue la ley minera de José Piñera quien comenzó con la sostenida idea de garantizar propiedad privada en el sector. Aunque a esa fecha, no prosperó demasiado.

Quizás se debió a la razón de que siendo una empresa como CODELCO la que debe por ley entregar el 10% de las ventas a las fuerzas armadas para la renovación del armamento, no era una buena idea privatizarla.

La sorpresa vino años después. Dice Julián Alcayaga, Economista y abogado Presidente de la organización “Recuperemos el cobre para Chile”, que durante el gobierno de Patricio Aylwin se aprobaron reformas que facilitaron la reconversión de terrenos a mineras privadas y se les dejó hecho un camino para no pagar impuestos desde 1990 hasta el año 2003, (cambiando el impuesto a la renta efectiva en lugar de la renta presunta como era hasta 1990). A consecuencia de esto,  Chile perdió alrededor de US$200.000.000.

Es decir, en simple a partir de Aylwin se les incentivó para invertir en Chile, para no pagar impuestos si no declaraban utilidades, se les facilitó conseguir terrenos y yacimientos sin explotación que eran de propiedad de CODELCO y además se mantuvo la institucionalidad de CODELCO con lo cual tenía que competir como empresa pública contra empresas privadas.

Además el aumento de producción desde Chile bajó el precio del cobre a nivel internacional.

Este descalabro es explicado de otra forma por los neoliberales, como Hernán Büchi en su libro “La transformación económica de Chile, del estatismo a la libertad económica” como una política de garantizar propiedad a los inversionistas privados, porque atraer inversión dinamizaba la economía. Claro, pero no se refiere a los impuestos que dejaron de pagar. No se habla de los doscientos millones de dólares. Ni de la necesidad de generar valor agregado. Bastaba con atraer dinero del extranjero. Dinero transnacional.

Este tipo de cambios en la ley no se necesitaban realizar en virtud de que CODELCO desde la nacionalización hasta 1989 había más que duplicado su producción. Chile no necesitó realmente la inversión extranjera. La economía durante la dictadura, creció ostensiblemente.

Julián Alcayaga va más allá de una explicación neoliberal para el cambio. Él señala a la corrupción como el protagonista de los cambios que han significado la pérdida de recursos para el país y la ganancia de cuantiosísimas sumas de dinero para los inversionistas extranjeros. Es sabido que las mineras llenan de incentivos a la gente de las comunidades donde se instalan y seguramente los tomadores de decisiones no lo hacen gratis, toda vez que necesitan ayuda con sus proyectos, aunque sea sólo bueno para ellos, aunque destruyan el medio ambiente. Aunque digan que es conveniente para todos.

La dignidad de aprobar unánimemente la nacionalización del cobre para el país, clama actualmente por el reconocimiento de todos y todas, que la desnacionalización es un pésimo negocio para Chile.

Reconocer esto que ya lo advirtió el Presidente Allende, es comprobar que el Estado chileno no ha sido capaz de mantener aquello que lo beneficia a sí mismo. Para después decirle al país, que los recursos son siempre escasos para los Estados, pero omitir el por qué:

Porque están acaparados por las transnacionales.

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