Haydee Oberreuter y su resiliencia ante el poder de la dictadura

Escrito por el junio 15, 2020

El 25 de junio se estrena el documental «Haydee y el pez volador», cinta que narra la historia de la primera condena por torturas a una mujer embarazada en contexto de la dictadura en Chile. Al respecto, la JGM conversó con Pachi Bustos, directora del largometraje; y su protagonista, Haydee Oberreuter.

Foto: Michelle Bossy

La lluvia inunda las calles de Santiago. El reloj marca las diez de la mañana con cinco minutos, y en tiempos donde la propagación del virus obliga al distanciamiento social, la directora Pachi Bustos y la activista social Haydee Oberreuter parecen más cercanas que nunca. Bien demuestran que, a casi catorce años de conocerse, la confianza abunda en esta amistad, que hoy las pone ad portas del estreno oficial del largometraje documental “Haydee y el Pez Volador: Cuando la solidaridad hace posible la justicia”.

El registro iniciado en 2014, dirigido por Bustos, relata la historia de Haydee Oberreuter,  activista social que en 1975 fue torturada y forzada a abortar por efectivos de la Armada chilena, y que en 2016 logró enjuiciar a sus victimarios. 

El filme tuvo su estreno internacional el 30 de Abril de 2019 en Hot Docs, el Festival de Documentales más importante de América del Norte, donde fue uno de los veinte más votados por el público. El estreno oficial, que se vio suspendido por la revuelta social y el inicio de la pandemia, se realizará de manera virtual el 25 de junio a través del sitio web de Miradoc

En este contexto, Pachi Bustos y Haydee Oberreuter, conversaron con la JGM acerca de la realización del largometraje, y el caso que llevó a la primera condena por torturas a una mujer embarazada en la historia de Chile.

Foto: Michelle Bossy

La otra faceta

En noviembre de 1975, Haydee Oberreuter fue detenida en Santiago y llevada al cuartel Silva Palma de Valparaíso. Con tan solo 21 años, y cuatro meses de embarazo, Haydee fue torturada física y mentalmente por Infantes de marina del Centro de Inteligencia Regional de Valparaíso, dejando como consecuencia el aborto forzado de su segundo hijo Sebastián.

Tras cuarenta años, la periodista chilena Alejandra Matus, dio  a conocer la historia de Haydee a través de un reportaje en el periódico The Clinic. Este artículo llegó a manos del abogado Vicente Bárzana, quién interpuso una querella contra la Armada chilena sin siquiera conocer a Haydee, quien se enfrascaría en lo que ella define como “un viaje sin retorno”.

¿Cómo te toma la llegada repentina de esta querella?

Haydee: De alguna manera fui tomada “por asalto” con esta situación. Cuando salió la publicación, estuve quince días encerrada en mi casa, con gente llamándome por teléfono, preguntándome “cómo nunca dijiste nada”.  Ahí venía cada vez más la exposición pública y el reencuentro con tus propios demonios. Toda esta figura que uno tiene creada, de ser la dirigente, se cae: de pronto eres la “víctima”, y estás saliendo en el diario de un kiosco.

Todo esto fue muy complejo, pero finalmente decidí exponerme públicamente por un bien superior. Esto, para abrir un tema, hablar sobre qué pasa con las mujeres a las que violentaron, o con el aborto forzado. A final de cuentas, te queda claro en el camino, que las cortes no van a hacer esa justicia. Esto no es sin costo, te arranca pedazos del corazón, y es muy complejo, muy difícil de lograr, pero bien lo vale.

¿Qué significó para ti repasar esta etapa oscura de tu vida?

Haydee: Cada vez que Pachi me ponía contra la pared con preguntas que dolían yo le ladraba, porque uno se defiende. Para seguir adelante con este tipo de experiencias, acomodas tus emociones para no traicionarte a ti mismo, pero sin ir por la calle demostrando ese dolor. 

Construí una suerte de “personaje”, entonces,  seguí siendo la joven dirigente. No traicioné la lucha antidictatorial, pero nunca hablé de mis temas, nunca desde Haydee. Esto cambia en 2004, cuando aparece Alejandra Matus, que, con una habilidad y una dulzura extraordinarias, me va haciendo sacar cosas que ni yo misma recordaba a esas alturas.

Pachi Bustos, directora.

En este contexto, ¿cómo llega Pachi Bustos a involucrarse en el caso de Haydee? 

Pachi: Con Haydee, nos conocimos el 2006, a propósito de un proyecto audiovisual acerca de sobrevivientes de prisión política y tortura. Desde ese momento, su historia nos pareció super importante. 

Nosotras seguimos en contacto,  y en 2014, Haydee me cuenta que el juez Leopoldo Llanos había procesado a estos agentes de la Armada. A propósito de eso, ella se había reencontrado con Alejandra (Matus), y habían ido juntas a conocer a Vicente (Bárzana). Esto, Alejandra lo retrató en un reportaje precioso para The Clinic, que cuando lo leí; con sus cruces increíbles, de todas estas personas y sus voluntades; es que yo dije “oye, pero esta cuestión es una película”.

Justicia a medias

¿Creen que el documental retrate la falta de eficacia del sistema judicial chileno en casos de reivindicación de los derechos humanos?

Pachi: Claro que sí, y creo que incluso pudimos haber sido más majaderas. Pusimos cuatro o cinco secuencias donde estábamos en tribunales, y que en definitiva ese día la causa no se veía. Hay una secuencia muy elocuente en ese sentido, cuando Haydee finalmente estalla, y señala que “tenía veinte años cuando esto ocurrió, y ahora tengo sesenta”. Finalmente, lo que el sistema hace es desgastarte, enfermarte, y te llevas toda una vida buscando justicia, pero todo el tiempo estás rebotando. 

Haydee: Totalmente de acuerdo con Pachi. Casi todas las semanas del 2015 y 2016 fuimos a la corte, y nunca había sala ni se constituía el tribunal. Además, durante la primera fase fue horroroso, porque muchas veces me tocaba ir a dar testimonios cuando estaban interrogando a los hechores, tenía que subir el ascensor con los personajes. A veces, cuando iba a la corte en Valparaíso, los marinos hasta me amenazaban.

Fue una etapa muy compleja, de una retraumatización muy solitaria,  que te empuja a pensar que no puedes seguir, a pensar “hasta aquí llego”. Al final, todo el sistema parece, más que enfocado a alcanzar justicia, a desalentarte y obligarte a entregar la oreja.

¿Nunca pensaste en echar marcha atrás?

Haydee: En mi caso, yo les di una oportunidad. Cuando se inició la causa, yo intenté hacer una gestión con la Armada. La mayoría de los actuales miembros del alto mando, o fueron mis compañeros de colegio, o novios de mis compañeras. Entonces, le pedí una reunión al Almirante en Jefe, Rodolfo Codina, quien convocó a todo el alto mando. 

Ahí, yo les dije que no iba a dar marcha atrás, y les di la opción de bajar la causa si reconocían que lo que hicieron no estuvo bien. “Lo vamos a pensar Haydee, lamentamos mucho lo que le sucedió”, respondieron. Nunca más nadie de la Armada se puso en contacto conmigo, por lo cual , la causa siguió adelante, y hoy estamos donde estamos.

A su punto de vista, ¿Cuál creen que sea el valor del fallo? 

Pachi: A pesar de que la condena sea solo arresto domiciliario, el hecho queda establecido. Más allá de que sea una condena muy irrisoria, abre la posibilidad de seguir presentando otras querellas, que es lo que ha hecho Haydee con los otros sobrevivientes del cuartel Silva Palma, otra batalla que se acaba de iniciar. Al final, son caminos que vale la pena recorrer, por lo que van instalando. 

Haydee: Claro, aunque por otro lado, si bien el fallo es histórico, sólo se pronuncia respecto de las torturas perpetradas sobre mi, y no al nonato, ya que el aborto forzado en tortura no está tipificado como un delito de lesa humanidad. Ahora, con los compañeros con los que caímos, estamos en otro proceso de querella por este tipo de causa. Sé que voy a perder en la corte, pero quiero hacer el punto, además, eso me permite ir después a las cortes internacionales.

En este sentido, ¿crees que el Estado chileno tenga una “doble moral” respecto a la protección de la vida del que está por nacer?

Haydee: Por supuesto. En mi caso, no se protegió a Sebastián porque el niño era “un mal chileno”, “un potencial terrorista”. Fue abortado por “eugenesia”, eliminar a los “malos”, para que queden los “buenos”, esa era la lógica que operaba en el momento, y ese doble estándar existe hasta hoy. Esta hipocresía de decir que defienden la niñez, que defienden la vida, y al final terminan haciendo completamente lo contrario. 

Foto: Michelle Bossy

Impacto social

¿De qué manera creen que el documental impacte en la sociedad y en la apreciación del rol de la mujer durante la dictadura?

Pachi: Haydee critica mucho esa imagen de la mujer en dictadura, como “la compañera de alguien”, como que a las mujeres las torturaran porque estaban “protegiendo a su compañero”. Esta historia fue el medio para hablar esta situación vivida por tantas y tantos, pero sobre todo el tema de género. Haydee lo dice siempre, muy claramente, que ella no era la mujer de nadie…

Haydee: O sea, yo era la mujer de alguien, ¡Pero por dios, era yo misma! Hasta en tortura, teóricamente, las agresiones no eran porque fuéramos la personaja en particular, sino para hacerle daño a “nuestro amo”.  Esto ha ido cambiando con los años, porque la izquierda con la que luchamos las mujeres de los setenta, era terriblemente conservadora, pacata y patriarcal, en donde las compañeras con suerte estábamos para servirles café.

¿Y a nivel de las víctimas? 

Haydee: El tema que se toca en el documental, es algo que afecta a muchas personas, no solamente a mí. Cada vez que se ha exhibido la película con algo de público, han habido mujeres de todas nacionalidades que me abrazan, y me dicen: “a mi también me ha pasado algo así”. 

Pachi: Espero que el documental ayude a visibilizar historias como la de Haydee y la de tantas mujeres, que sufrieron abusos atroces que no han sido abordados, como el aborto forzado en tortura. Espero que también se tome mayor conciencia de la lentitud e indolencia en muchos casos de los tribunales de justicia. Los largos procesos, el trato, las condenas irrisorias en relación a los delitos, generan un enorme desgaste y frustración para las víctimas de derechos humanos.

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