Harley Labra, baterista: «Sol y Lluvia surgió de la necesidad política de sacar al dictador»

Escrito por el julio 17, 2018

Desde que su tío Charles dejó las percusiones de Sol y Lluvia en el 2000, Harley, el primogénito de Amaro Labra, ocupó el espacio vacío. Hoy celebra los 40 años de la banda y destaca la importancia del mensaje político que tiene este conjunto ícono de la oposición popular en la dictadura.

Entre los Andes y el río Maipo se asentó hace tres meses el Patio Dominga, sitio que espira aire carnavalesco, con banderines de colores y rústicos inmuebles, un lugar que destaca por ser un restaurante y el hogar de Harley Labra (47), su esposa Fernanda Sáez y sus tres hijas. Una vez al mes, el baterista y productor musical trae al Cajón del Maipo alguna banda, ciclo que inició con Sol y Lluvia, el que dirige junto a su padre, Amaro Labra, hace 18 años.

Sol y Lluvia nació en la comuna de San Joaquín, cinco años después del golpe militar. Los hermanos Labra, Charles y Amaro, siguiendo las enseñanzas de su hermano mayor Harley, abrieron un taller de serigrafía. Era en los descansos del trabajo, dentro del mismo sitio, cuando agarraban las guitarras, los bombos y se ponían componer. Luego se les uniría su hermano Jonny.

 

Crecer en el corazón de Sol y lluvia

El primer hijo de Amaro, Harley Labra, tenía siete años para cuando se fundó la banda, viviendo el crecimiento de la banda desde adentro. «Era súper entretenido ir a jugar y mirar todo el proceso que se hacía. La pasaba re bien con mi tío en eso. Siempre estuve metido ahí, conociendo de qué se trataba el cuento musical», recuerda Labra, pues el taller estuvo un tiempo instalado en su propia casa.

Sin embargo, el baterista no era consciente de la arriesgada labor que significaba entregar el mensaje de la agrupación en tiempos de una dictadura represiva: «Con el tiempo, al ir a conciertos y manifestaciones, me di cuenta de lo potente que era Sol y Lluvia. Me enteré realmente de lo que sucedía, que desaparecía gente y que en realidad, lo que hacía mi papá era peligroso».

«Además, tenía una mamá bien protectora, que no me dejaba prácticamente salir a la calle«, cuenta Labra. A Pilar Bassa no le gustaba que su marido se dedicara a la música, pues creía que no le rendiría frutos económicos. «Estaba más preocupada de generar ingresos para la casa: mantener el hogar, la comida, el arriendo y los pañales». Sin embargo, fue ella quien le regaló a su padre la primera guitarra. Finalmente el tiempo le dio la razón al músico.

Harley Labra recuerda que un concierto de Los Jaivas, al que su padre lo llevó en el año 81′, marcó su historia como baterista. «Cuando mi papá me llevó, yo era chiquitito. Me alucinó la batería de Gabriel Parra y después de ese concierto, quise siempre tocar la batería. El caballero era un maestro y verlo en ese tiempo era alucinante. Yo quería ser Gabriel Parra», rememora con entusiasmo.

Lamentablemente, nunca tuvo la oportunidad de hablar con su ídolo. Justo cuando Gabriel Parra tenía agendado un concierto junto a Sol y Lluvia en el Estadio Nacional, tras la gira por Perú, el músico falleció en Lima el año 88′. «Era mi gran posibilidad de conocerlo, pero la vida quiso otra cosa. No importa, ya nos conoceremos en algún momento», afirma mirando al cielo.

 

Seguir sin Charles: Harley en la percusión

Los tres hermanos Labra: Jonny, Charles y Amaro (respectivamente).

En el año 2000, Sol y Lluvia sufrió su más grande ruptura hasta ahora: Charles Labra, uno de sus fundadores, dejó la banda. El hijo de Amaro señala que «fue una crisis difícil. El Charles era pesado en el grupo, no era una pérdida menor. Fue muy triste en realidad, porque se cortaron lazos con los primos. Toda esa bronca, ese cuento fue penca«.

Harley Labra comenta que estaba ensayando con el resto de los músicos, cuando llegó su padre: «Mi papá dijo: ‘Ahora sí que la banda se acaba. Se fue el Charles y ya no vamos a seguir. ¿Quién va a tocar ahora la batería?’. Entonces yo le dije: ‘Bueno, ¡yo poh‘!’ Todos se dieron vuelta y dijeron: ‘¡no!’ -usa un tono de desaprobación y se tapa el rostro con la mano-. ¡Y aquí estoy poh‘!».

Pero a pesar de lo profundo de la herida, el baterista asegura que afortunadamente el proceso fue bastante expedito: «Sacamos un disco casi altiro, ‘Vida siempre’. Fue súper natural y ese mismo año tuvimos grandes conciertos con Illapu y Gondwana. Fue una época exitosa para la banda. Después de una crisis bien grande, sacamos un corazón potente».

Así, por ejemplo, para los 30 años del conjunto, decidió junto a su padre darle un refresco sonoro e incorporaron un bloque de trombón, trompeta y saxo. «Cuando llegó el momento de ensayar juntos, pensábamos que no iba a resultar para nada, pero esto cuajó y ahora tenemos un sonido potente», sostiene.

Por otro lado, Harley asegura que mirando a su tío fue como aprendió su estilo, que sigue tocando hasta hoy. Sin embargo, existe una clara diferencia entre la percusión de ambos: «La que tenía el Charles era muy rara. Tenía un bombo legüero, un makawa, que es un tambor de madera con cuero, y una caja desarmada que por ahí encontramos. Yo le incorporé la batería propiamente tal, el highack, el bombo de pie, la caja y los toms».

Actualmente, Charles lleva adelante un proyecto llamado: Antu kai mawen (Sol y Lluvia en mapudungún). Sin embargo, son bandas totalmente diferentes, cada una fiel a su estilo. «Su camino es otro, en otros escenarios», explica Labra.

 

El mensaje de Sol y Lluvia a sus 40 años

Desde su creación, la banda siempre entregó un mensaje político, «de hecho Sol y Lluvia surgió a raíz de una necesidad política gigante: sacar a un dictador. De ahí para adelante siempre se ha mantenido en esa línea», asegura Labra. El foco del grupo sigue siendo, como dice su padre, «crónicas de la vida diaria» y  los temas que se convirtieron en clásicos, siguen estando vigentes.

«Por ejemplo, el «Largo tour» dice: ‘si te saco a caminar, por Pudahuel, por la bandera, verías la vida tal como es…’ Está muy vigente. Tú escuchas los temas que tienen treinta años y es exactamente igual a ahora. Por eso los jóvenes, adultos o abuelos que nos van a escuchar se dan cuenta de que la temática es súper actual y necesaria», afirma.

Además, Harley Labra señala que para muchos movimientos políticos, Sol y Lluvia tiene una enorme relevancia: «Tener bandas que digan cosas y lo hagan potentemente es muy importante». Eso implica que, aunque haya desaparecido el ‘foco’ de Pinochet, quedan muchas otras causas relativas a los Derechos Humanos, como «la desaparición de la prensa de izquierda, el cierre de los diarios… ahora mismo la colusión, la píldora del día después y la dictadura económica».

Para él y su padre, si bien en Chile terminó la dictadura militar, prevalece la «dictadura económica» que «produce exilio y abuso. Hay gente que no come mientras otros se enriquecen a manos llenas. También, están quienes se roban millones y millones, y todo lo que les dan son cuatro años de presidio remitido y unas clases de ética», sostiene.

Por otro lado, existen temas que han quedado en la memoria colectiva y que no pueden faltar en los conciertos de Sol y Lluvia. Labra afirma que siempre le preguntan: «¿qué se siente tocar siempre las mismas canciones?». A lo que responde que: «Hay temas que son clásicos en la banda y que hay que tocarlos, por eso los condimentamos. Eso hace que nos reinventemos y que nos entretengamos también nosotros».

El conjunto tiene planeado celebrar sus 40 años de trayectoria este 17 de noviembre en la Pista Atlética del Estadio Nacional. El baterista adelanta: «Vamos a presentar algunos temas nuevos y otros arreglos. Afortunadamente, estos 40 años nos sirven para ir atrás y redescubrir cosas en nuestra discografía, así podemos hacer un concierto bien entretenido».

Gran parte de la lista ya ha tenido gran aceptación en el actual tour que celebra el aniversario en las regiones. Hasta ahora, ya han estado en Linares, Curicó y Valparaíso. Pero piensan sumar más fechas como Talca y Concepción. Incluso, el músico expresa su interés en la posibilidad de viajar a Europa: «Sería bonito visitar esas tierras a propósito de estos 40 años».

Labra explica que Sol y Lluvia tiene pocos discos para sus años, ya que su énfasis ha estado en los conciertos. El último lanzamiento, «Se enciende mi vida» fue el 2013. El baterista señala que: «Son los conciertos los que nos dan la pantalla» y que además, ahí experimentan con nuevos temas. Así, el conjunto trabaja sin presión y para oyentes que se mantienen fieles.

«Con Amaro trabajamos en la industria de la música hace tiempo y pasaba mucho que las bandas sacaban unos discos malísimos, solo por cumplir el contrato con la disquera: tres años, tres discos», explica. Los lanzamientos de Sol y Lluvia, al contrario, suelen estar supeditados al proceso creativo de Amaro, que según afirma Harley Labra, es largo.

Pero en esta última «laguna musical» han seguido creando y el baterista espera «grabar algo de aquí a fin de año», pues existen varias canciones nuevas que se probarán en los próximos conciertos. Esto a pesar de las complicaciones que podrían surgir respecto a los tiempos, debido a la labor de Amaro Labra como diputado por el distrito 12.

Por otro lado, desde la Fundación Sol y Lluvia, Harley Labra afirma que desean «empezar a fortalecer la memoria del Sol y Lluvia. Estos 40 años dan para eso, para recoger y recopilar toda esa información en un solo lugar». La fundación sin fines de lucro ejecuta sus proyectos a través de la «Casa del sol», ubicada en el barrio Bellavista. Allí se organizan conciertos, talleres de distintas artes y exposiciones.

El músico actualmente trabaja en diferentes proyectos. Lleva una productora musical junto a su esposa y por otro lado, administra junto a dos socios el restaurante La Dominga. Sin embargo, la banda que fundaron su tío y su padre sigue siendo para él, el más importante de todos.

«Sol y Lluvia es mi prioridad y espero que siga siempre, independiente del Amaro y de nosotros, porque es necesario, el mensaje del grupo es muy potente». Como dice la canción «Para que nunca más» (1980): «Hay que apretar el presente con brazos y voces que hoy puedan cantar».

 

Harley Labra junto a su padre, Amaro Labra

Patio La Dominga

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