Fernando Milagros: el músico que no quería ser músico

Escrito por el octubre 24, 2022

Fernando Milagros (42) es uno de los artistas más relevantes de la escena indie chilena. Se ha presentado en algunos de los escenarios más importantes del país y esta semana lanzará su séptimo álbum de estudio.

Por Pablo Iturriaga

Fernando Milagros

Fernando Milagros.

Un viernes del año 2003 un chico que se llamaba Fernando Briones Vera, nacido en 1980, hojeaba la ya descontinuada revista Zona de Contacto de El Mercurio en busca de entretención, o bien algo que le diera una pista sobre qué hacer cuando eres un adolescente porfiado en busca de alguna aventura.

Así, en las páginas finales encontró un anuncio que le pareció divertido: una banda con un perfil en Fotolog llamada María Milagros buscaba vocalista y él, sin muchas pretensiones y haciéndole el quite a la academia musical, se atrevió. Sin saberlo, había iniciado su carrera artística, primero como el vocalista de María Milagros, luego, bajo el seudónimo de Fernando Milagros.

Es difícil seguirle la pista a Fernando. Nunca le gustó estudiar, pero entró a la carrera de periodismo a la Universidad de Las Condes, que ya no existe, para después salirse. Nunca le gustó el teatro, pero estudió diseño teatral. No quería ser músico y ya va camino a su séptimo disco. Nació en Talcahuano, pero vive en Viña del Mar. En efecto, vivió en mil lugares cómo un nómada, cómo si toda la vida fuera un viaje permanente, “cómo si el viaje fuera su hogar”, como dice uno de los versos de la canción Si Siempre.

– ¿Cuántas veces te cambiaste de colegio?

Apoya su cabeza en su puño y echa la vista arriba, como haciendo cuentas.

-Como siete u ocho, de hecho, nunca viví en Talcahuano, solo nací allí porque cuando mi mamá vivía en Temuco una tía estaba trabajando en un hospital por allá. De pasadita.

El encuentro con Fernando Milagros pareció ser eso, algo de pasadita, una sucesión de hechos fortuitos que desembocaron en un desayuno en una pastelería en Nuñoa, al lado de la casa de su mamá. A sus 42 años entra por la puerta aparentemente despreocupado, vistiendo un gorro tipo jockey y una camisa cuadrillé, un estilo casual similar al que se le puede ver usar en algún post en Instagram o incluso en festivales musicales de relevancia internacional.

Fernandito y el “nano bacán”

Milagros es hijo de mamá soltera. Su madre, Jeanette, solía dejarlo bajo el cuidado de su abuela y bisabuela. Su mamá era parvularia del Ejército cuando se embarazó. El padre de Fernando era un militar y como no estaban casados, a ella la echaron. Su padre solo se fue, y Fernando no lo conoció recién hasta 2005. Hoy, 17 años después, mientras echa un sorbo a su café, comenta: “Fue raro, es estar con una persona que se parece un poco a ti, pero realmente sabes que a nivel de cercanía no es nadie. De todas formas, siempre me responde los mails, eso es lo único”.

Al ser consultado sobre si siente que en algún momento le hizo falta una figura paterna, es categórico en decir que a más temprana edad sí sentía la ausencia, pero con los años se fue dando cuenta de que la figura paterna se puede encontrar en más personas sin que necesariamente sea en el papá biológico, como su abuelo o su ‘nano’, que cumplieron ese rol.

Estas figuras fueron fundamentales en la movida infancia de Fernando Milagros. De hecho, en 2017 su nano escribió un poco de su propia historia de vida en La Tercera: “Mientras Jeanette trabajaba yo me quedaba con Fernandito y aprendí a cuidarlo. Se me hizo algo natural. Al poco tiempo, empecé a hacer todas las cosas de la casa. Hasta a hacer comida rica aprendí”. Asimismo, comentó la felicidad y orgullo que le causa el hecho de que hoy ‘Fernandito’ sea conocido a nivel nacional por su talento en la música. Al respecto, Fernando sencillamente comenta, “mi nano es un bacán”.

Creerse el cuento

Fernando Milagros se ve entusiasta y habla con visible alegría cuando de música se trata. Claramente le es inolvidable su primer recuerdo musical: su mamá tocando Te recuerdo Amanda de Víctor Jara en una guitarra, mientras en mano tenía un cancionero de la antigua revista La Bicicleta. Fue con esas revistas que él se interesó y aprendió a tocar también cuando tenía 11 o 12 años y descubrió que existían las guitarras eléctricas, antes no mucho, porque le parecía aburrido.

De todas formas, la música llegó para quedarse cuando su padrastro, Juan Carlos, llegó a vivir a la casa con una montaña de cassettes que solía vender en Parque de los Reyes desde que era estudiante. «Había de todo, desde Led Zeppelin hasta Tito Fernández o Violeta Parra. Incluso música árabe teníamos», puntualiza mientras se ríe.

-Cuando decidiste dedicarte a la música ¿Te dijeron algo en tu familia?

-Siempre tuve la suerte de que me apoyaron en todo, en todas mis locuras. Igual a pesar de que siempre fui súper decidido, acá me costó caleta tomar la decisión porque tampoco tenía ningún referente artístico muy cercano.

Milagros no asimiló la posibilidad de dedicarse a la música profesionalmente hasta que ya rondaba los 30 años, una edad que él considera bastante tardía a pesar de que para ese entonces ya contaba con dos álbumes en su discografía, pero seguía siendo una afición. No se creyó el cuento hasta que sacó San Sebastián.

San Sebastián (2011) es el tercer álbum de estudio del artista, producido por el ya mítico Cristián Heyne, también productor de Javiera Mena, Gepe, Camila Moreno, Alex Anwandter, entre otros. Este álbum significó un antes y un después en su carrera. «San Sebastián fue el proyecto con el que finalmente tomé la decisión de dedicarme a la música, de hecho, para mí, mi carrera empieza con ese disco», explica con un leve tono de orgullo.

San Sebastián es un disco melancólico, aunque no era lo que Fernando Milagros estaba pensando mientras lo hacía, pero así quedó. Es un proyecto que explora el abandono, el crecimiento, el amor, entre otros aspectos. Éste tuvo muy buenas críticas y, de hecho, está considerado en el puesto 17 de los mejores discos chilenos de la década de 2010 según La Tercera. Además, contó con Gepe en la batería y la colaboración de la reconocida artista española Christina Rosenvinge en dos canciones: Nahual, y Carnaval.

Fue algo fortuito. Ella se encontraba en Chile cuando Fernando fue invitado a telonearle un concierto en el Teatro la Cúpula, él no lo dudó y accedió. Cuando fue a ver a Christina al camarín, ella le dijo lo mucho que le gustaba su música y lo invitó a tocar en el concierto que cerraría su gira.

Cuando se juntaron a ensayar, Milagros ya estaba grabando San Sebastián. Ya le había mandado un par de canciones del álbum, pero sin animarse a preguntarle si quería colaborar. Así, en uno de los ensayos ella se ofreció a hacerle las voces. Él respondió: “Te lo iba a pedir, pero me daba vergüenza”.

El caballo de Troya

Para Fernando, el hecho de dedicarse a la música en Chile es un gesto político por sí solo. Lo ve como una oportunidad de hacer llegar un mensaje a la gente que piensa distinto, sin la necesidad de hacer letras explícitamente políticas o de protesta, sino que con autenticidad y sutileza. “En mi cabeza tengo la imagen del caballo de Troya, como de hacer una canción y que no se sepa todo el contenido que lleva dentro; siento que si está más encriptado puedo llegar a más lugares sin prejuicio. Me pasa mucho esa huea’, más aún al darme cuenta de que tengo mucha llegada en el barrio alto”.

Esta analogía del caballo de Troya parece reflejar bien las letras de Fernando Milagros, casi nunca literales, medias misteriosas y hasta crípticas, porque le gusta que estas se presten a la interpretación. “Es chistoso porque a veces a uno le preguntan ‘oye de que trata esta canción’, y se suelen llevar decepciones porque no era lo que esperaban. De hecho, después de comentarle mi interpretación personal de La Noche más ligada a la familia y a las raíces, le pregunto cuál era el significado real de su letra, a lo que él entre risas responde: “Esa trata sobre un encuentro amoroso de dos personas que están en ácido”. No pude disimular la sorpresa, esa ambigüedad es lo que le gusta a Fernando.

Meterse en la oscuridad para encontrar la luz

Obsydiana es el nombre del séptimo álbum del artista, el cual salió este 21 de octubre, y que además tendrá un show de lanzamiento el sábado 12 de noviembre en el Teatro Nescafé de las Artes. Milagros define este proyecto como “el resumen de un viaje de casi cuatro años de investigación, producción musical, composición de canciones y autodescubrimiento”.

La obsidiana es una piedra que usaban los indígenas en México para poder cortar cosas y hacer puntas de flecha, también para rituales. De hecho, en el mundo esotérico tiene una carga especial con relación a trabajar con la oscuridad, ese es el concepto: adentrarse en las profundidades de uno para sacar los secretos ahí guardados, meterse en la oscuridad para encontrar la luz. “Me gusta mucho el ejemplo del compost, darse cuenta de que si sabes procesar toda esta materia en descomposición, se convierte en vida”, explicó el artista.

 

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La vida de Fernando es reflejo de aquello. Los constantes vaivenes, las angustias, dudas, sueños, temores, alegrías, y vivencias que terminaron por convertirse en vida, convertidas en canciones. Fernando Briones Vera se había convertido -legalmente- en Fernando Milagros Vera, tal como indican las letras plateadas de la tarjeta de débito con la que pagó su parte de la cuenta. Después de eso nos sacamos una foto, nos despedimos con un abrazo, me puse los audífonos y salí de la pastelería al ritmo de Carnaval.

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