El Mario Recordón: Manchas de esfuerzo en el Estadio Nacional
Escrito por José Ignacio Campos el julio 23, 2018
Niños practicando ejercicios de coordinación con conos y cuerdas bajo la mirada de sus entrenadores y, a lo lejos, de sus madres o padres; adolescentes saltando vallas y haciendo abdominales; jóvenes corriendo con todas sus fuerzas por una recta de 100 metros o dando vueltas y vueltas por el primer carril de la pista; grupos de cinco a diez personas reunidas en círculos para planificar sus entrenamientos.
Todo esto sobre un enorme círculo de pasto rodeado por ocho carriles hechos de tartán que, por lo demás, está gastado por el paso del tiempo y el constante uso. Todo este panorama es lo primero que se ve al entrar a la Pista Atlética N°2 del Estadio Nacional, más conocida como “El Mario Recordón”.
Construido en la década de los ’60, desde entonces no ha parado de recibir a miles de personas, de todas las edades, para realizar actividad física, algunas con la finalidad de bajar de peso y otros con el objetivo de llegar a campeonatos mundiales y dedicarse al alto rendimiento.
El recinto, que tiene una capacidad para albergar casi 6.000 personas, ha recibido tanto a competencias internacionales como también a torneos escolares. Ha visto a la élite del atletismo nacional y a jóvenes llenos de ambiciones.
No es poca la historia que posee y, por lo tanto, tiene la enorme responsabilidad de albergar los sueños de cientos de niños que desean convertirse en atletas profesionales y llegar, por ejemplo, a disputar unos Juegos Olímpicos.
Cientos de jóvenes se citan diariamente en la pista atlética del Estadio Nacional para entrenar atletismo, unos de forma recreativa, otros de manera formativa y, algunos, para entrenar de forma competitiva. No hay discriminación. La pista acepta a cualquiera, siempre y cuando se le respete, se le cuide y quiera.
Y cómo no se le va a querer, si en este lugar han pasado por incontables horas de trabajo duro. Incontables horas de frustraciones, por un mal día o semana, y regocijo por un objetivo cumplido.
Los carriles de la pista son prácticamente como un diario de vida, en el que cada persona va anotando su historia. Van dejando su huella.
En las gradas del estadio se observa a la gente que dedica minutos para ver a los jóvenes y quedan impresionados al ver tanta dedicación y esfuerzo. El aire da muestras de ese esfuerzo, el que incita a saltar la reja y correr por esos largos 400 metros, que significan dar una vuelta a la pista, hasta no poder más.
Estadio de sueños, estadio de alegrías
Christofer Oyarce es entrenador del Club Atlético Francés desde hace ocho años y para él, tanto estadio y deporte permite a los chicos ser felices. “El principal beneficio para los niños es la felicidad. Ninguno de ellos viene por obligación, esa es una regla del club. Todos ellos la pasan bien acá y por eso vienen”, explicó el joven profesor.
Alrededor de Christofer se encuentran unos doce niños jugando, saltando y divirtiéndose como si no tuvieran preocupaciones. En ese grupo se encuentran dos niñas, de 9 y 11 años, ambas hermanas. Según Valentina, la mayor, lo que más le gusta del lugar es que la saca de la rutina y, lo más importante, la hace feliz.
Si bien en el estadio circulan muchos jóvenes y niños, la mayoría no ha hablado entre sí; ya que pertenecen a distintos clubes. Pero de igual manera existe una cierta complicidad a la hora de presenciar el esfuerzo que cada uno demuestra. Es normal escuchar un “vamos, tú puedes, te falta poco” desde cualquier lado de la pista, y no necesariamente dicho por un amigo, pero sí de un compañero de pista.
Según Beatriz, hermana de Valentina, puede que no haya tanto diálogo con los miembros de otros clubes, pero de igual manera existe un vínculo. “Lo que más me gusta del Mario Recordón es la pista y que la gente sea tan cálida y amable”, comenta.
Aparte de los niños que están en pleno proceso formativo y recreativo, también están los adolescentes que buscan explotar su talento y entrenan duramente para ello. Es fácil diferenciarlos. La mayoría con un físico tonificado, una vestimenta ligera o ajustada, con clavos de atletismo o zapatillas ligeras; todos corriendo a alta velocidad por los distintos carriles que son adornados con los gritos de su entrenador.
Cuando terminan de entrenar, se tiran como peso muerto en el duro suelo y cierran sus ojos por unos segundos, pensando en lo difícil que es el entrenamiento, pero también en lo glorioso que puede ser el futuro. Se paran y lo único que queda en el suelo es una macha enorme de sudor, sin duda, una huella en el diario de vida de la pista.
Pista predilecta
Javier Rato tiene 14 años y desde noviembre del año pasado entrena junto al Club Atlético Santiago, a cargo del entrenador José Herrera. Para Javier, el ambiente del estadio nacional es agradable y la presencia de otros atletas significa bastante. “Me gusta harto el ambiente del Estadio Nacional. El ver a tantos deportistas esforzarse mucho motiva a sacar el máximo potencial en los entrenamientos”, afirmó el joven atleta.
El Mario Recordón es uno de los pocos recintos que permiten el acceso de manera gratuita. Otras instalaciones, como lo son la Pista Atlética de San Carlos de Apoquindo o el Estadio de La Pintana, piden una cuota de ingreso.
Tal condición, hace que la segunda pista del Estadio Nacional sea el lugar más frecuentado para realizar deporte dentro de la región. En los meses de enero, febrero y marzo la gente ocupa prácticamente todos los espacios disponibles.
Para el técnico del Atlético Santiago, José Herrera, el “ambiente del estadio es bueno, pero para trabajar se torna difícil por la cantidad de gente que viene a entrenar al estadio y no tiene muchos conocimientos del cómo se debe trabajar en la pista, provocan disturbios y accidentes para los más chicos”.
En el mes de septiembre se desarrollará en el estadio el Nacional Sub 20 de atletismo, instancia en la cual vendrán los mejores exponentes juveniles a competir por un podio entre los mejores.
Dentro de ese grupo se encuentran los jóvenes que entrenan diariamente en “El Recordón” y que en esta ocasión serán los locales. Hasta que la competencia comience quedan aún seis meses más.
Y, durante ese tiempo, los cientos de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos seguirán esforzándose a diario para cumplir sus metas: Ser campeón olímpico o bajar unos kilos de más. Eso ya da lo mismo. Lo que verdaderamente importa es que el esfuerzo y el sacrificio no se pierda nunca del lugar.
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