¿El fin de la Guerra Civil en Siria?

Escrito por el octubre 6, 2018

Idlib es una ciudad del norte de Siria, que durante las últimas semanas se ha vuelto protagonista de lo que aparentemente será el fin de la guerra civil, que tras 7 años de conflicto, deja un país con más de medio millón de muertos y al menos 6,3 millones de desplazados.

Esta ciudad es el último punto clave que mantienen las fuerzas rebeldes enemigas del gobierno de Bashar al Assad, que tras la derrota militar del Estado Islámico durante el 2017 -que no significa que no pueda seguir realizando atentados terroristas-, son los únicos enemigos que quedan en el campo de batalla.

En este contexto, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha hecho un llamado al gobierno sirio, junto a las fuerzas rusas en la región, a evitar «un baño de sangre», en la campaña que las fuerzas gubernamentales pretenden capturar Idlib. De forma positiva, hasta el momento se ha evitado un enfrentamiento a gran escala, ya que los rebeldes acordaron con el gobierno una retirada pacifica de la ciudad.

Sin embargo, lo que pareciera ser el fin de uno de los conflictos más terribles de las últimas décadas, se ha visto empañado por la importante presencia de fuerzas militares de otras naciones, quienes tras apoyar a distintos bandos en el conflicto, como es el caso de Rusia y su respaldo al gobierno de Assad, y Estados Unidos con los rebeldes, no han anunciado sus planes de retirada e inclusive han  hablado de eventual aumento de sus tropas.

Llegaron para quedarse

El año 2015, el gobierno ruso, encabezado por Vladimir Putin, anunció que enviaría tropas para brindar apoyo al gobierno aliado sirio. Esta operación se dio en medio del auge del Estado Islámico (EI), que por aquel entonces amenazaba seriamente con tomar el control casi total del país.

Sin embargo, si bien esta ayuda militar se anunció como un esfuerzo en la lucha contra el terrorismo, el movimiento ruso disfrazaba intenciones de control geopolítico, ya que Rusia tiene, de la época de la Unión Soviética, la base marítima de Tartús en territorio sirio, instalación clave, que hubiesen perdido en caso que al Assad hubiese sido depuesto. De igual manera, lo que Putin pretendía en su momento, y mantiene como una de sus prioridades, es mantener en el poder a un gobierno que sea aliado, elemento que Bashar al Assad cumple.

Por su parte, Estados Unidos, desde el inicio del conflicto se cuadró junto a los rebeldes opositores. Su ayuda se materializó a través del envío de armas y suministros. Sin embargo, llegado el momento, Norteamérica coordinó junto a Rusia ataques aéreos en contra del EI, debido a que los éxitos militares de los extremistas amenazaban inclusive las posibilidades de los rebeldes.

De igual manera, Estados Unidos se hizo presente durante la guerra a través de bombardeos a bases del gobierno sirio -donde se encontraba peligrosamente cerca personal ruso-, en respuesta a acusaciones de la utilización de armas químicas en contra de la población civil.

Ahora bien, desde un inicio se ha sabido que Rusia no pretende marcharse de Siria, porque la base en Tartús es vital para sus fuerzas armadas, ya que es el único puerto que tienen en el Mediterráneo. Por su parte, Estados Unidos no cuenta con alguna base en territorio sirio, pero ha aumentado la presencia de sus buques de guerra en previsión a que ni Bashar al Assad ni Putin respeten el acuerdo firmado con los rebeldes en Idlib, pactado hasta el 15 de octubre,  o utilicen armas químicas y se  vean «comprometidos» a salvaguardar a la población civil.

La verdad es que si bien el conflicto para los sirios podría estar pronto a concluir, puede que no lo vean así desde Washington o Moscú. Estos últimos porque este esfuerzo forma parte de recuperar su influencia a nivel mundial, mientras que para los estadounidenses se trata de que Siria es el último aliado de Irán en la región, su verdadero enemigo y a quienes quieren debilitar frente a un eventual enfrentamiento.

La reconstrucción de un país

Sin embargo, a pesar de los intereses extranjeros, para miles de sirios, lo peor ya ha pasado y han comenzado a soñar en la reconstrucción del país.

El gobierno de Bashar al Assad ha comenzado a implementar un programa para volver a construir las redes ferroviarias que se vieron arrasadas durante la guerra. Esta iniciativa, con la que se espera recuperar más de un 70% de la extensión de esta red de transporte, resulta fundamental para el resto de las reconstrucciones, ya que entre sus objetivos se encuentra el restablecer el comercio, pero también y de manera urgente, facilitar el traslado de los materiales de construcción.

De igual manera, las Naciones Unidas ya han comenzado a discutir el proceso de la posguerra, y su enviado en Siria, Staffan de Mistura, ha señalado que se trabaja junto a otros países como Rusia e Irán, en llegar a un consenso con el gobierno sirio para una reforma a la constitución, que en algún momento permitieran mayor libertad política.

A pesar de esto, y de forma más concreta, la ONU señaló, a finales de 2017, que la reconstrucción del país, siendo esto la infraestructura y el restablecimiento de servicios, tendría un valor de al menos 250 mil millones de dólares, es decir, hará falta de cantidades importantes de voluntad política de muchas naciones para sacar adelante a Siria y facilitar el retorno a los millones de desplazados.

 

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