El Cuestionado Paradigma del Crecimiento Económico en Chile: Decrecimiento y Post-Extractivismo como Alternativas a la Crisis Actual
Escrito por Radio JGM el septiembre 3, 2024
El paradigma del crecimiento económico ha sido el centro de las políticas estatales desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad en la geopolítica mundial. En Chile, este enfoque ha guiado a todas las administraciones que han pasado por el Estado desde la dictadura militar hasta el día de hoy, con el Producto Interno Bruto (PIB) como principal medida e indicador de éxito económico.
Por Nicolás Quiroz Sandivari*
A pesar del bajo crecimiento del 0,2% en 2023 en Chile (Gutiérrez, 2024), el gobierno de Gabriel Boric mantenía un optimismo desmedido con proyecciones de un 2,7% de crecimiento para este 2024 y que se cumple con el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) del Banco Central que arrojó un 4,2% de crecimiento comparado con julio del año pasado. Esta insistencia en el crecimiento perpetuo no solo revela una visión neoliberal ante los desafíos y problemáticas actuales, sino que también exacerba la desigualdad y perpetúa un modelo extractivista que sigue afectando considerablemente a las comunidades a través del despojo y a la naturaleza a través de su destrucción.
El Informe del PNUD y la resistencia al cambio
El reciente Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado el pasado 14 de agosto, ofrece una panorámica de las dimensiones estructurales del Chile actual (PNUD, 2024). A pesar de algunos avances en indicadores como el PIB per cápita y la reducción de la pobreza, el informe perpetúa el paradigma del crecimiento económico como pilar esencial para el desarrollo, ignorando las limitaciones de este modelo. Aunque reconoce la desigualdad, el informe se limita a promover el crecimiento económico como solución para financiar políticas sociales, sin abordar las raíces profundas de la explotación de los bienes comunes y la concentración del poder económico.
En este contexto, persiste el mito del «crecimiento económico». El producto interno bruto, PIB, considerado el principal indicador de éxito, ha demostrado ser insuficiente para capturar las complejas realidades socioeconómicas. Guilluy (2019) critica al PIB por no reflejar la distribución de la riqueza ni las desigualdades estructurales, ya que su metodología se centra en la suma de la producción de bienes y servicios, ignorando las disparidades entre los diferentes segmentos de la población y la creciente brecha entre ricos y pobres.
Así, las desigualdades no solo tienen una dimensión económica; el «poder» juega un papel crucial en su perpetuación. Este indicador (PIB) no refleja la riqueza acumulada por los sectores más enriquecidos, quienes se dedican a la especulación financiera y la corrupción estatal, generando enormes ganancias a través del lavado de activos, paraísos fiscales y la apropiación de la riqueza nacional, práctica que ha sido el común denominador en Chile en las últimas décadas. En otras palabras, hay una acumulación de riqueza que no se ve reflejada en el bienestar colectivo del país, generando un país que se destaca por su corrupción y conflicto de intereses en la clase política a favor de sus negocios.
Crecimiento Económico y Desigualdad Persistente
A pesar de las políticas orientadas al crecimiento, la pobreza y la desigualdad persisten. Un anterior estudio del COES (2018) muestra que las regiones con mayores índices de desigualdad experimentan más conflictos sociales, sugiriendo que la desigualdad económica aumenta las problemáticas territoriales. Es decir, en Chile, el modelo basado en el crecimiento económico ha fallado en reducir la desigualdad y mejorar las condiciones de vida, evidenciado por el elevado coeficiente de Gini (OCDE, 2019; CIPER, 2020).
A pesar de las críticas y las evidencias de crisis, Boric sigue defendiendo el crecimiento económico, frecuentemente sacrificando la soberanía y el bienestar de las comunidades. Las políticas gubernamentales de su administración, como la promoción de acuerdos internacionales como el TPP11, el actual tratado con la Unión Europea, y la alianza de Codelco con SQM, entre otras, refuerzan un modelo económico que favorece el extractivismo y permite la explotación de los bienes comunes.
Boric ha optado por mantener y profundizar un modelo económico que, en lugar de responder a las demandas de cambio social expresadas en las bases territoriales desde el estallido social del año 2019, continúa perpetuando las mismas prácticas que han exacerbado las desigualdades y los conflictos en el país.
Decrecimiento y post-extractivismo como alternativas al desarrollo capitalista
Frente a esta problemática y a las limitaciones del crecimiento económico, el “decrecimiento” y el “post-extractivismo” emergen como alternativas al modelo capitalista impulsadas por los movimientos sociales. El decrecimiento, busca romper con el modelo de crecimiento infinito y promover una economía más sostenible y equitativa en torno a la cooperación, la reciprocidad, la solidaridad y la justicia social como principios normativos, vinculados a la reproducción de la vida y no a la suma de la producción de bienes y servicios como lo hace el PIB (Acosta y Brand, 2018).
Por lo tanto, este enfoque sostiene que el crecimiento perpetuo es inviable en un planeta con recursos finitos y propone una reorganización de la vida social que priorice el bienestar sobre la acumulación de capital. Por otra parte, el post-extractivismo cuestiona la dependencia de la extracción de “recursos naturales” o entendidos como “bienes comunes” por parte de los movimientos sociales, especialmente en América Latina. Propone una matriz productiva que respete los principios de sostenibilidad y justicia social (Acosta y Brand, 2018). En lugar de perpetuar la lógica extractivista, el post-extractivismo aboga por una economía orientada hacia la solidaridad, la armonía social y ambiental.
Es decir, estas concepciones son fundamentales para pensar “otras economías” que superen la crisis actual. La transición hacia el “decrecimiento” y el “post-extractivismo” requiere un cambio radical en nuestra concepción del desarrollo. La crisis civilizatoria del capitalismo demanda una revisión de las estructuras socioeconómicas y una transición hacia formas de organización que promuevan el buen vivir y respeten los límites del planeta. Esto implica abandonar la noción de progreso lineal y crecimiento constante, y adoptar modelos que valoren la calidad de vida y la equidad.
Las propuestas de decrecimiento y post-extractivismo no solo buscan mitigar los efectos negativos del capitalismo, sino también ofrecer alternativas para construir una sociedad más igualitaria, donde propuestas como la soberanía alimentaria, agroecología, circuitos cortos de comercialización, entre otras, son las respuestas para construir una sociedad más justa y profundamente democrática, siendo los pueblos y la gestión comunitaria las y los principales protagonistas para la transformación social.
* Integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), Estudiante de Posgrado en Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Referencias:
Acosta, A., & Brand, U. (2018). Salidas del laberinto capitalista: Decrecimiento y postextractivismo. Rosa Luxemburg.
Boric, G. (2024). Cuenta Pública 2024. https://prensa.presidencia.cl/discurso.aspx?id=285231
Guilluy, C. (2019). No society. El fin de la clase media occidental. Tarurus.
Gutiérrez, H. (2024). Gabriel Boric tras conocer el 0,2% de crecimiento en 2023: «Este es el año del despegue». https://eldesconcierto.cl/2024/03/18/gabriel-boric-tras-conocer-el-02-de-crecimiento-en-2023-este-es-el-ano-del-despegue
Pérez, R., & Sandoval, D. (2020). La geografía de la desigualdad y del poder [CIPER].
Comentarios