Diputado Andrés Giordano: «No veo posibilidades de transformaciones estructurales si gana el Rechazo»

Escrito por el agosto 24, 2022

Andrés Giordano es diputado por el distrito 9, en la Región Metropolitana y se ha destacado por su rol como ex dirigente del Sindicato de Starbucks y su acompañamiento a causas de presos de la revuelta. Hoy habló con Radio JGM para abordar el plebiscito de este 4 de septiembre.

Mediante una declaración pública denominada «Nueva Constitución: el Congreso de cara al pueblo», trece diputados y una senadora -la independiente Fabiola Campillai- hicieron un llamado a centrar el debate en «cómo garantizamos que los movimientos sociales y las personas que no están representadas en los partidos políticos sean parte de la etapa posterior al Apruebo, en la implementación y los eventuales cambios en el nuevo texto».

El llamado de los parlamentarios, entre los que se cuentan Jorge Brito, Alejandra Placencia y Ana María Gazmurí, es a «entregar las certezas para que la discusión desborde las paredes del Congreso y que los cambios constitucionales y la implementación de las leyes que nos mandata esta nueva Constitución tengan como principio la participación ciudadana».

Andrés Giordano

Diputado Andrés Giordano.

Esto de cara especialmente a la etapa posterior al plebiscito, una que según el diputado Andrés Giordano «requiere una legitimidad social para que exista viabilidad de las transformaciones que requiere la implementación de una nueva Constitución».

Giordano, parlamentario independiente del pacto Apruebo Dignidad, ex dirigente del primer sindicato de Starbucks, y uno de los impulsores de la declaración pública, conversó con Radio JGM sobre el contenido de la misiva, la necesidad de pasar a una democracia participativa y la forma en que las discusiones políticas tienen que trascender el Congreso para integrar a los movimientos sociales.

“Esto incluso en el escenario -improbable a mi juicio- de que gane el Rechazo. Porque también las reformas estructurales que ha comprometido el Gobierno tienen dentro del Congreso una configuración muy difícil para llevarse a cabo y requieren que no se dialogue en una estructura cerrada y árida como es actualmente el Congreso, sino que sea a través del desborde de las paredes del Congreso, con esa legitimidad que permita la participación ciudadana”, señaló.

– ¿Qué opinión guarda del acuerdo de los partidos por el Apruebo en orden a modificar ciertos aspectos de la nueva Constitución si gana esa opción?

Los partidos tienen derecho a realizar los acuerdos que estimen pertinentes, pero creo que este involucra ciertas resoluciones solo de cara al plebiscito y dirigidos a un público particular que son los indecisos.

Nosotros le estamos hablando a los sectores organizados de la sociedad, poniéndonos en una situación post 4 de septiembre, porque la nueva Constitución nos mandata a construir acuerdos transversales de una manera mucho más horizontal, con medidas de participación ciudadana que actualmente no están en la Constitución. Difícilmente uno podría entender que los acuerdos de un sector o de diversos partidos van a alcanzar para hacer carne una Constitución que, en esencia, es muchísimo más democrática que la que hoy tenemos.

– Pero el acuerdo nace como respuesta frente a las encuestas que consistentemente han dado por ganador al Rechazo. Desde ese punto de vista pragmático, ¿le ve valor?

Por cierto, creo que le habla a un determinado sector que necesita que las fuerzas políticas con representación en el Congreso lleguen a ciertos consensos, frente a un sinnúmero de mitos que ha instalado el Rechazo. Buena parte de ese acuerdo en realidad no son compromisos de transformaciones profundas del texto, sino más bien respuestas y aclaraciones a una campaña bastante sucia, financiada con un gran capital de recursos, que lo que ha hecho es confundir y generar incertidumbre respecto de la implementación del nuevo texto constitucional. Efectivamente, por ese lado tiene un valor. Y los partidos tienen todo el derecho a realizar este tipo de acuerdos y hablarle a su electorado. Es parte de lo que significa la democracia.

Nosotros queremos hablarle a la gente para que sea parte de esas transformaciones y entendemos que, tanto el acuerdo de los partidos como la carta que sacamos a la luz, complementan y abren el espacio para que se construya una visión que no solo abarque dentro del Congreso, sino también fuera de sus murallas.

– ¿Qué ideas concretas tienen para lograr ese propósito?

Es cuestión de tomar en cuenta lo que dice la propuesta de nueva Constitución. Las propias organizaciones podrían proponer iniciativas populares de ley o de reforma constitucional. En cualquier caso, nos vamos a enfrentar a un escenario mucho más democrático: si tú quieres discutir cómo va a ser la interrupción del embarazo, vas a tener que debatir con las organizaciones feministas; si tú quieres discutir cuál va a ser el nuevo modelo de relaciones laborales, vas a tener que hacerlo con las organizaciones sindicales. Vamos a tener una ciudadanía que va a exigir mayor participación. Es parte intrínseca del espíritu de la nueva Constitución que el espacio se constituya de una manera diferente a los últimos 30 años.

– Menciona organizaciones afines a sus ideas, pero si hablamos, por ejemplo, de aborto, también habría que abrirle la puerta a organizaciones cristianas, pro-vida. Y cuando hablemos de materias laborales, también a organizaciones empresariales y a la CPC…

Por supuesto, es parte de. Pero la nueva Constitución nos mandata a ciertos principios de los cuales no podemos movernos. Por ejemplo, la discusión sobre la interrupción del embarazo probablemente esté enmarcada por la experiencia internacional, por ciertos parámetros que pueden ser las 14 semanas, como en la mayoría de los países donde esto está contenido. Y en esa discusión evidentemente van a participar distintas organizaciones sociales.

Esta Constitución, a diferencia de la actual, no es excluyente de ningún sector en particular. Al revés, potencia la inclusión, y eso es lo que tratamos de instalar en nuestra carta: que no nos olvidemos que a partir del 5 de septiembre tenemos una Constitución muchísimo más democrática, con un carácter de participación horizontal. Eso no lo podemos perder de vista si queremos generar acuerdos, tanto desde los partidos como desde el Congreso.

– Los partidos políticos tienen determinado peso en función de los votos que obtuvieron en la última elección. Con los movimientos sociales y organizaciones es difícil definir ese peso específico. ¿Qué desafíos presenta esta situación para no sobre o infrarrepresentar a ciertos grupos en función de otros?

Tener más elementos de distribución de poder obliga a que más actores se pongan de acuerdo. Vamos a requerir que exista una articulación para resolver estas interrogantes y que existan posturas lo más unánimes posibles. Por ejemplo, tendrá que haber un esfuerzo entre las distintas centrales u organizaciones representativas de trabajadores para descifrar cuál es la forma en que Chile va a transitar hacia una negociación multinivel. Hay que hacer ese esfuerzo democrático. No hay temerle a la democracia, hay que alentarla. Hemos estado acostumbrados a un modelo donde delegamos el poder en pocas manos, para que otros decidan por nosotros. Ahora, por primera vez, vamos a ser parte de esta decisión.

– Gane el Apruebo o el Rechazo, de alguna forma la pelota –que estuvo en la cancha de la Convención- va a volver al Congreso. Sin embargo, hemos visto un parlamento con poca capacidad de disciplina, más fragmentado, polarizado y con peores relaciones que de costumbre. Desde adentro, ¿ve en este Congreso la capacidad de diálogo y de lectura para redistribuir el poder, integrar nuevas fuerzas y, en el fondo, cumplir con la exigencia que la Constitución le está poniendo?

Efectivamente existe una composición o correlación de fuerzas compleja al interior del Congreso, por eso me parece tan interesante el desafío de abrir la cancha.

Soy un poco escéptico de que [estas exigencias] solo dependan de las voluntades y del ánimo que exista dentro del Congreso. Por eso para nuestro sector es importante hablarle precisamente a los sectores que no están dentro del Congreso pero que se están organizando a propósito del Apruebo y que luego del Apruebo van a tener que organizarse para su implementación.

Por cierto, van a haber dificultades. Al igual que en octubre del 2019, que se ejecuten con la rapidez que mandatan las distintas normas del texto constitucional va a depender de si existe un ánimo de movilizarse, de correr el cerco y de empujar ciertas transformaciones. Algunos temas van a resolverse en dos años, otros en cuatro. Probablemente hayan algunos en que los sectores del Rechazo opongan una fuerte resistencia y ahí cuanto podamos avanzar efectivamente va a depender de la legitimidad social que tengan estas transformaciones y de nuestra capacidad de ser cajas de resonancia de esa legitimidad.

– ¿Ve signos de que el Congreso se esté olvidando del origen del proceso?

Los sectores del Rechazo por cierto que sí. Están intentando hacer como si acá no hubiese existido una revuelta social hace menos de tres años. Son los sectores que proponen 40 años tarde cuestiones como la rebaja de los quórums; que ahora proponen compromisos para reformar, a pesar de haber estado en el poder los últimos 30 años.

Pero hubo un antes y un después en términos políticos, sociales y organizacionales. Ese recuerdo tiene que estar latente. Si no somos capaces de traducir la revuelta en medidas que se hagan cargo de ella –y creo que la Constitución es un gran avance en ese sentido-, después no podremos decir que no vimos venir otra revuelta social.

– ¿En qué pie cree que están los independientes en este momento político?

Creo que la independencia política a secas es un concepto vacío. Uno no puede ser independiente si está en política. Yo, si bien no milito en ningún partido, formo parte de un proyecto que es Apruebo Dignidad y soy profundamente “apruebodignidista”. Si la independencia no responde a un proyecto, dificulta mucho que exista la capacidad de tener una orgánica. Y eso es relevante en términos de acción política, porque es lo que te permite realizar un trabajo colectivo. Siempre tiene que haber unidad en torno a un propósito.

Ahora, pese al impacto que ha generado el comportamiento de algunos independientes que la ciudadanía ha criticado duramente, pondría eso en los mismos términos que ha tenido el impacto que han producido las acciones de militantes de partidos que han sido sujetos de corrupción o han cometido ilícitos como financiamiento irregular de la política. Tenemos un problema en la deslegitimación del quehacer político, pero creo que no hay que generalizarlo ni tampoco pretender que la independencia a secas o la militancia a secas signifiquen algún tipo de certificado de pureza. La corrupción o los comportamientos que defrauden a la ciudadanía pueden darse dentro o fuera de un partido.

La importancia está en que la democracia se fortalezca de manera tal que las personas voten informadas, que haya una fiscalización ciudadana que se ejercite colectivamente. Y en eso creo que la nueva Constitución también avanza profundamente para que el día de mañana tengamos una democracia representativa y participativa que nos haga cada vez más sentido.

– ¿Se ha puesto en el caso de que gane el Rechazo? ¿En qué pie queda la idea de ampliar la democracia si la propia ciudadanía rechaza el proceso probablemente más democrático y participativo que hemos tenido?

No es extraño que las ideas de rechazar hayan tenido un crecimiento en la percepción ciudadana. Vienen desde el primer plebiscito e incluso desde antes, cuando había iniciativas ciudadanas como Marca tu Voto o Marca AC. Además es una campaña financiada con tremendos recursos. La Constitución pone en jaque el modelo en los términos que lo conocemos y, por tanto, los privilegiados, aquellos que concentran la mayor parte de la riqueza, están desplegando toda su fuerza.

Tengo la sensación de que si gana el Rechazo, gana de manera sucia. Han levantado una serie de mitos y temores que si uno realmente lee el texto, lo analiza en su envergadura y en lo que significa además el espíritu de las normas que allí están, yo diría que no hay temores justificados. Pero lamentablemente, como fue en el plebiscito del 89´, ha habido una campaña del terror tremendamente dura.

Si eso llega a volverse realidad me temo que el veto histórico de la derecha crece. En esto quiero ser súper claro: no veo posibilidades de transformaciones estructurales después del plebiscito si gana el Rechazo, porque es precisamente el alma de las transformaciones sociales lo que genera un problema para la élite que hoy se opone al Apruebo, y no tanto los factores con los que han instalado el temor. Esa es la cortina de humo con la que se vende el Rechazo, pero lo que está de fondo son las transformaciones sociales. El día de mañana, en caso de perder el Apruebo, va a ser muy difícil que tengamos un escenario favorable a esas transformaciones.

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