Deportista paralímpico: “No es recreación ni rehabilitación, es deporte”

Escrito por el septiembre 9, 2016

“Hasta que no pueda jugar, voy a seguir haciendo esto”. La convicción y la visión crítica de su entorno deportivo ha llevado al campeón panamericano de tenis de mesa 2015 a la cima de su carrera deportiva a sus cortos 19 años. Hoy, no hay nada que se interponga en su camino.

Catalina Parra Doll

Se aleja de la mesa dos veces antes de servir. La mirada fija en la pelota y la paleta firme en la mano izquierda. Ni el ruidoso eco del gimnasio que lo recibió a los 13 años, ni el entrenamiento de las mesas contiguas, pueden desconcentrar a Matías Pino. Acerca la paleta hasta que toca la mesa. La mira a un centímetro de distancia, casi como si fuera un cálculo matemático. Matías se lleva el primer punto.

Allá en Rengo, Sexta Región, comenzó a jugar en los recreos a los ocho años. Edad en que el taca taca y el ping pong se convierten en una atracción dentro del colegio. El profesor de la selección de tenis de mesa de aquel entonces, se fijó en su talento y lo invitó a unirse al equipo. Bastó un tiempo para que lo llamaran del club de tenis de mesa de su ciudad, donde asegura que aprendió la mayoría de lo que sabe.

Desde muy joven demostró su pasión, cuando este deportista viajaba solo, todos los fines de semana desde Rengo a Santiago para poder entrenar. Sobre esto mismo, Matías dice que el apoyo de toda su familia le hizo posible lidiar con una vida y rutinas agitadas a tan corta edad.

A los 14 años ganó su primer campeonato nacional paralímpico en su disciplina y con eso un puesto en la Selección Paralímpica de Chile. Hoy, siendo campeón panamericano de Toronto 2015 y habiendo participado en sus primeros Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016, se encuentra entrenando en el Centro Olímpico de Chile, expectante a los nuevos desafíos que su carrera le pueda presentar.

Primer set 

Como cualquier seleccionado olímpico, Matías entrena de lunes a lunes; mañana, tarde y noche. Las condiciones y sacrificios que implican ser un deportista seleccionado a nivel nacional lo han hecho tomar decisiones sin cesar: prefirió los entrenamientos por sobre su gala de licenciatura y los campeonatos antes que su gira de estudio. Salió con un 30 por ciento de asistencia de cuarto medio, pero para él, todo valió la pena.

Este esforzado deportista confiesa que su autoexigencia a veces sobrepasa los límites. Su entrenador confirma este aspecto de su vida diciendo que “lo que más me llama la atención es la dedicación, la constancia que tiene. Entrenar alto rendimiento no es fácil. La gente ve la parte bonita de los viajes, pero esto es bastante más complejo”. Es tanto su compromiso, que una vez llegó a escribir más de 40 hojas de correcciones a partir de la revisión del video de un campeonato.

Son las nueve de la noche y sentado en una banca de la sala de entrenamientos, empieza a relatar su experiencia deportiva. No tiene apuros, le gusta conversar. No teme a las cámaras ni a los micrófonos.

“Yo aprendí tenis de mesa en un club convencional, siempre jugué contra gente convencional. Para mí, nunca hubo diferencias. Tú ves cómo entrenamos, nos tienen que ver como cualquier deportista. Eso le falta comprender a la sociedad”, sentencia Matías, que al nacer fue diagnosticado con diplejia espástica. Condición que afecta a las cuatro extremidades del cuerpo reduciendo la movilidad. Sin embargo, para él este jamás ha sido un impedimento

Actualmente, Matías entrena becado con el beneficio proddar que es un sueldo para deportistas de alto rendimiento. Esto le otorga alojamiento en un hotel exclusivo para deportistas, alimentación, coaches, implementos, entre otros. Este año el Instituto Nacional del Deporte financia a 413 deportistas con este sistema.

En Toronto, el 2015, Matías le entregó a Chile la tercera medalla de oro panamericana. En un reñido encuentro que quedó en la memoria del tenis de mesa nacional, pero no así en la memoria de Matías.

Yo tengo un lapsus de memoria. No me acuerdo de varios puntos. Fueron tantas emociones juntas que se me olvidaron muchas cosas. No sé qué hice. Fue la mayor experiencia deportiva de toda mi carrera, de toda mi vida”, cuenta a poco más de un año del triunfo.

La concentración del joven deportista no se desvió ningún minuto en aquel campeonato. Las rigurosas cábalas antes de cada partida no podían faltar. “Yo no hablo a Chile cuando estoy afuera. Trato de no ocupar mi teléfono para estar totalmente concentrado. Uno puede elegir el lado donde empieza jugando y me gusta empezar de espaldas a mi entrenador. Me abrocho las zapatillas y me entro los cordones. Mis pensamientos son ‘vamos a ganar’ para darme ánimo. Trato de concentrarme únicamente en lo que es el partido”, enumera Matías como parte de sus costumbres antes de competir.

No hay diferencias

En la práctica, el tenis de mesa paralímpico clasifica a sus jugadores del uno al diez dependiendo de la movilidad, siendo la clase 1 la con menor movilidad, por ejemplo los jugadores en silla de ruedas. Este año se incorporó una nueva categoría para los deportistas en situación de discapacidad cognitiva. Matías se encuentra en la clase 6, donde no es necesario utilizar algún soporte para movilizarse.

La cultura asistencialista hacia las personas en situación de discapacidad que prima en Chile, es un tema que constantemente ensombrece el rendimiento de los deportistas paralímpicos. Matías Pino critica profundamente, sobre todo cómo la prensa maneja el tema. La forma de referirse al desempeño de lo que debiera ser ante los ojos de la sociedad, un deporte más.sin-titulo

“Yo siempre digo, no doy entrevistas tipo Teletón. Si me van a hacer una entrevista que sea sobre el ámbito deportivo. Hay una desvalorización de parte de la prensa hacia el deporte paralímpico ¿Por qué todos piensan que es una entretención y de rehabilitación? Sí, yo soy discapacitado, pero no tengo mi carrera posicionada en lo que es discapacidad. Es deporte de igual a igual. Tiene que cumplir los mismos objetivos. Yo no veo diferencias, excepto en el ámbito económico.”

Efectivamente, las diferencias entre el deporte paralímpico y el deporte convencional son evidentes al momento de considerar recursos estatales. Actualmente el tenis de mesa paralímpico tiene dos campeones panamericanos (Juegos del 2011 y 2015). Sin embargo, por el lado convencional, los recursos son superiores sin tener a ningún medallista.

Meritocracia en el deporte

El cansancio se desvanece de su rostro poco a poco, a medida que empieza a opinar respecto a los problemas del deporte en Chile.  “El país no da apoyo antes de un logro. No da apoyo por proyección, da cuando uno tiene la medalla”, afirma. “A los deportes convencionales les dan mucha más cobertura, apoyo y financiamiento. Hace poco ahora en el gimnasio pusieron carteles de los deportistas. Hay cuatro carteles de deportistas paralímpicos y hay 40 de los convencionales”.

Inserto en un medio donde la mayoría de la opinión a nivel país responde a “si no es fútbol, no es deporte”, el llamado que hace este joven deportista es a seguir avanzando en las políticas públicas que incrementen el apoyo en otras disciplinas, además de alentar a quienes recién comienzan en el deporte a no aflojar a mitad de camino, por más difícil que se vea llegar a la meta.

“Yo creo que este mensaje es para cualquier persona. No se tiene que dejar estar. No solamente por el deporte, puede ser estudiar, etc. Que no tenga miedo de fallar, ya que fallando se aprenden las cosas. Que se atrevan, no se queden con el miedo. Que nadie les diga que no pueden”, aconseja Matías.

Con el norte claro

Volviendo de los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro 2016, se tomará un merecido descanso de una semana. De ahí seguirá entrenando para los Juegos Panamericanos juveniles  en marzo del 2017 y los adultos a fines del mismo año. Ha estado en Costa Rica, Argentina, entre otros países. Comenta que el lugar que más lo cautivó fue Austria, por el estilo colonial que evocaba.

Además, Matías espera poder perfeccionar su inglés y aprender alemán. “Disfrutar a concho en cada partido, dar lo mejor que pueda y no dar ningún punto por perdido”, además de cumplir su meta de competir en Tokio 2020.

Por otra parte, surge la interrogante de qué hubiese sido si no se hubiese dedicado al deporte. “Yo vengo de una familia de profesores matemáticos, mi papá es ingeniero, por ende me gusta la matemática. Todos sabemos que el deporte no es una carrera que dure para siempre”, comenta con claridad.

Se levanta de la banca donde estuvo sentado por 45 minutos escuchando atento a las preguntas, entusiasmado y muy dispuesto a seguir conversando en otra oportunidad. Antes de irse, dice:  “Si me van a sacar de aquí que sea alguien que me gane. Pero que no me saquen de acá siendo que todavía puedo jugar. Hasta que no pueda jugar yo voy a seguir haciendo esto”. Da las gracias por la entrevista y se va a descansar. Debe estar despierto a las 7 a.m. del día siguiente para seguir haciendo lo que le apasiona.

 

Comentarios

[No hay estaciones de radio en la base de datos]