Del jardín a la PSU: el sexismo en la escuela como piedra angular de la desigualdad de género

Escrito por el noviembre 26, 2016

No es lo mismo decir que Gabriel González Videla “les dio” el voto a las mujeres a decir que ellas exigieron organizadas sus derechos políticos. La invisibilización de la mujer en la historia y en el lenguaje, la educación en base a estereotipos y el uniforme, entre otras prácticas y elementos, forman parte del sexismo en la escuela. El escaso número de mujeres en directivas y en carreras del área tecnológica son sólo algunas de sus consecuencias.

Por Camila Magnet Morales
Imagen extraída de ComunidadMujer

El lunes 26 de diciembre a las ocho de la mañana más de 290 mil estudiantes estarán expectantes en su computador. La página del DEMRE será actualizada masivamente para ver los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) que será rendida el 28 y 29 de noviembre. En ese momento iniciarán las postulaciones a las carreras de educación superior, y los y las estudiantes deberán tomar una decisión determinada no sólo por sus puntajes, sino también por el sexismo al cual han sido expuestos durante su formación.

La diferencia por sexo en las distintas áreas de las carreras de educación superior es evidente: de acuerdo a estadísticas del Sistema de Información de Educación Superior (SIES), a nivel universitario, en 2014, los hombres son amplia mayoría en las carreras Tecnológicas (76%) y las mujeres en Salud (73%), Educación (66%) y Ciencias Sociales (64%).

 ensayo_psu_2012_01De todas maneras, en las universidades existe más diversificación por sexo que en los Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica. Con todo, los hombres se matriculan en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, donde solo hay un 27% de mujeres. Justamente éstas son las áreas asociadas a una mejor remuneración en el mercado laboral.

La profesora María Elena Acuña, antropóloga especializada en Educación y Género de la Universidad de Chile, indica que la tendencia por áreas específicas no tiene variables biológicas, sino que es producto de la formación. “Que hagan creer que es biológico es como cuando dicen que por ‘cosas del cerebro’ la mujer nunca va a ser jefa. Eso hay que entenderlo como parte del sexismo y de una estrategia de naturalizar la diferenciación, lo cual hace muy difícil entender que la mujer está siendo discriminada y abusada”, dice.

Esta realidad es sólo un reflejo más de una formación diferenciada para hombres y mujeres. A lo largo de toda la vida e históricamente, se han visto enfrentados a prácticas sexistas, muchas veces naturalizadas. La imposición de juguetes según el sexo, la omisión de las mujeres en la historia, el trato de los profesores, entre otras variables, son determinantes tanto en el área de interés al postular a una carrera como en el futuro acceso al mundo laboral.

Identidad determinada por estereotipos y juguetes

El pasado 3 de noviembre la Escuela de Parvulos CEMAR de Maipú decidió hacer unos talleres llamados “Mi escuela entretenida”. Para esto, se les comunicó a los apoderados que debían enviar a sus hijos con tenida deportiva para participar de un taller de fútbol. Por otro lado, las niñas debían llevar implementos de cocina y aseo de juguete, para el taller “Mamikids”.

ninos-jugando-juntosEste tipo de prácticas aportan en la conformación de estereotipos a los que son expuestos niños y niñas desde antes de nacer. Según el Informe “Género, Educación y Trabajo (GET): La brecha persistente”, las mujeres aprenden a ser mujeres según las normas sociales que estimulan conductas relacionadas con la maternidad, el cuidado de la estética, el trabajo doméstico y el cuidado de las personas. Los juguetes, juegos, cuentos infantiles, entre otros agentes de socialización temprana, son determinantes en el desarrollo desigual de los sexos y aportan en el arraigo de sus roles en la sociedad.

En realidad, a la hora de escoger juguetes, no existe una preferencia determinada por ser niñas o niños cuando tienen igual oportunidad a su acceso, de acuerdo a un estudio científico de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles.

De cualquier modo, la desigualdad va más allá de la vinculación al rol maternal. El informe GET señala que los atributos que en los niños son considerados “conducentes al éxito” como la audacia, la ambición, el riesgo y el “don de mando”, en ellas son considerados negativos. Por lo tanto, la actitud modelada de las niñas es más insegura, temerosa y de constante subestimación. Se instala una idea en torno a “lo femenino” que se va proyectando en el tiempo, a su vida escolar y profesional.

Machismo en compañeros/as y autoridades

1795288_246897735488510_412791498_oEl uniforme impuesto por las escuelas también reforzaría la actitud tranquila de las mujeres. “Un hecho tan simple como que se les obligue a ocupar falda es un ‘disciplinamiento’, porque te impide jugar, te impide trepar árboles”, dice la profesora María Elena Acuña. Por lo tanto, tras un proceso de escolarización de 12 años, señala que “por supuesto que eres más tranquila, más delicada, te vas a recrear conversando y tienes menos habilidades de fuerza porque no pudiste desarrollarla por algo tan simple como la vestimenta”.

En los colegios de mujeres no es raro que las inspectoras les midan el largo de la falda o que tengan problemas porque las obligan a asistir con ellas todo el año. En el Liceo 7 de Providencia las mujeres iniciaron la lucha sistemática contra las prácticas sexistas cuando en 2014 tuvo que ir la alcaldesa de la comuna a autorizar a una compañera a licenciarse con pantalones.

file_20120412111837Casos similares se repiten en otros liceos de mujeres. Catalina Donoso del Liceo 1 afirma que recién este año se les ha permitido ocupar pantalones; antes dependía de la temporada. “Hay niñas trans y eso era un problema, porque las obligaban a usar jumper”, cuenta Catalina y agrega que si se cortan mucho el pelo les dicen que “no parecen señoritas”.

Esta estricta heteronorma es común entre los colegios que segregan por sexo y es conflictivo porque existe una gran diversidad entre lo que se considera “hombre” y “mujer”. Ya sea por las autoridades o por los compañeros, en estos espacios se ejerce violencia de género.

Un ejemplo concreto se dio en el Liceo Manuel Barros Borgoño cerca de cinco años atrás. “A los cola les meaban las mochilas, los escupían, los profesores los echaban de las clases y les decían ‘aquí no entran maricones’”, cuenta Cristóbal Ceballos, alumno de tercero medio del liceo. Para enfrentar estas prácticas, se creó “una fraternidad cola” que más tarde se estableció en el Colectivo Lemebel, del que es parte Cristóbal. Con sus acciones en conjunto fueron ganando el respeto de compañeros y autoridades al pasar los años.

En el caso de las mujeres, Catalina Machuca del Liceo 7 de Providencia y miembro del mismo colectivo, cuenta que, aunque entre ellas no hay homofobia, también son violentas: “algunas se tratan de maracas y compiten por quién está más flaca, por quién es más bonita (…) compiten por todo”.

Cristóbal Ceballos y Catalina Machuca, miembros del Colectivo Lemebel.

Cristóbal Ceballos y Catalina Machuca, miembros del Colectivo Lemebel.

Respecto a eso, Joaquín Valdivia del coleto Lemebel expresa que “no debemos hablar solo por los profesores ni queremos que el tema se quede en los textos escolares y en las salas de clases. La educación feminista debe ser integral y comprometer también a los apoderados y a nuestros compañeros y compañeras que siguen repitiendo las mismas lógicas patriarcales en sus conversaciones”.

La invisibilización desde el lenguaje

La población de mujeres en el mundo representa un 50,4 por ciento y los hombres un 49,6, aproximadamente; ellas los superan en cantidad por cerca de 60 millones de personas. Sin embargo, en el lenguaje -como parte de un sistema patriarcal- se emplea el masculino para el uso universal de las palabras, independiente del género al que corresponda la mayoría dentro de un grupo.

Magdalena Ibáñez, profesora de literatura e investigadora del área, insiste en que en el lenguaje deben incluirse ambos géneros, aunque algunas personas digan que les acomoda el uso del masculino por la fluidez del discurso. Frente a esto, ella se pregunta “¿Es más importante la fluidez o dejar de lado a tantas personas que queremos tener y recuperar una voz en la sociedad que hemos ido perdiendo a lo largo de la historia?”.simce

Los efectos del lenguaje dentro del aula y en los textos escolares tienen directa relación con el desempeño de las y los estudiantes en las asignaturas en el colegio y en pruebas estandarizadas.

Este año las mujeres por primera vez obtuvieron resultados similares a los hombres en el Simce de matemática. El secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Carlos Henríquez, le indicó a Emol que, si bien son distintas las variables que pueden haber influido, una causa probable sería la eliminación de los sesgos por género en los nuevos textos escolares. A la larga, estos resultados también influirían en la PSU, donde se repite el panorama en que los hombres obtienen mejores resultados en matemática.

Si bien el Ministerio de Educación ha implementado una Unidad de Equidad de Género que se encarga de enfrentar este tipo de problemáticas, hay ámbitos donde es difícil incidir, pues tienen relación con el currículum oculto entregado a los y las estudiantes.

Una lucha omitida en el programa

El currículum oculto significa las normas y valores que habitualmente profesoras y profesores transmiten de manera implícita, sin que sean parte de los objetivos o contenidos de los planes de estudio correspondientes a cada etapa escolar.rut-100-678x330

Sergio Riquelme, profesor de Currículum de Educación en la Universidad Católica, asegura que el programa educativo entregado por profesores y profesoras no siempre es el oficial, pues la enseñanza está determinada por sus experiencias personales. Según el académico, el currículum no es neutral; es político y tiene género, entre otras características. Es por esto que destaca la responsabilidad del docente al entregar el contenido. “El profesor debe pensarlo dos veces antes de decir un chiste sexista en la clase”, ejemplifica.

María Elena Acuña indica que los sesgos de género en la enseñanza deben ser superados con capacitaciones a los y las profesoras, con discusión sobre el tema y con procesos de identificación del sexismo presente en prácticas que muchas veces son inconscientes. “Hay que fijarse en cómo se seleccionan los conocimientos y las narrativas a utilizar, porque en las clases de historia relatan que González Videla ‘nos dio’ el voto, cuando no es verdad. Hubo tres generaciones de mujeres organizadas exigiendo sus derechos políticos. Nadie nos dio nada a las mujeres”, sentencia.

La misma Marina Asencio, niña de 11 años que en julio fue la primera mujer en postular al Instituto Nacional, también advirtió esta situación: “Es que no puede ser. Este año tuvimos una clase sobre el voto femenino. Una. No mencionaron ningún nombre. Ni Elena Caffarena, ni Amanda Labarca. En cambio, la de Patricio Aylwin duró dos semanas”, reclamaba con sus padres, según un artículo de la revista Qué Pasa.

instituto-nacional-mujer-no-sexista-portadaEl escaso protagonismo de las mujeres en los relatos enseñados en la escuela, tendría influencia en su rol futuro como dirigentas en organizaciones. María Elena Acuña afirma que esto se debe a que tienen menos motivaciones para serlo, “porque no muestran que las mujeres históricamente han estado organizadas, han sido capaces de enfrentar luchas, de establecer demandas y de acceder a derechos”.

Esa situación se ve reflejada en la aceptación de roles secundarios en el posterior acceso al mundo laboral: en Chile el porcentaje de mujeres con presencia en los directorios de las sociedades anónimas alcanza apenas al cuatro por ciento, según datos revelados por Comunidad Mujer.

Además, la Tercera Encuesta Longitudinal de Empresas indica que las pocas mujeres dueñas de empresas (25% del total) se concentran en las de menor tamaño, representando solo el 7% de los dueños de grandes empresas, el 12 de las medianas, el 22 de las pequeñas y el 30 de las microempresas.

Así, las diferencias de género se expresan a lo largo de toda la vida. Desde la más temprana niñez se van definiendo los intereses y aptitudes en la vida de una persona en función de estereotipos que se replican y se naturalizan en el sistema educativo. Sin duda, la formación sexista en la escuela sienta las bases para la construcción de un sistema violento.

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