De Femicidios, acosos y discriminaciones: La violencia nuestra de cada día

Escrito por el octubre 27, 2016

La multitudinaria e inédita marcha contra la violencia de género durante la semana pasada permitió desnaturalizar, aunque sea por un instante, la violencia cotidiana que enfrentamos las mujeres y, al mismo tiempo, visibilizar esos conflictos que de alguna u otra manera enfrentamos a diario.

Empapadas de ese espíritu, decidimos plasmar en un relato un apéndice de eso que vivimos, no para que usted piense que somos unas pobres víctimas, sino como un acto de desahogo y de hermandad, porque en estos episodios somos Lucía, somos Nabila, somos Florencia; somos todas.  

Tengo vivo el recuerdo de un sofoco de día jueves. La fila eterna de casino, los pasos frenéticos de estudiantes entrando y saliendo, las bandejas apiladas en un rincón. Deslizaba rápidamente el pulgar sobre la pantalla del celular, como siempre, no buscaba nada. Sin embargo, lo encontré. El titular destacaba el nombre “Lucía”, acompañado de la fotografía de unos ojos chinitos, un piercing en el labio y un pelo desordenado.

Me enteré que la habían matado en Argentina, pero no fui capaz de entender cómo. Medio confundida, medio pálida le compartí el celular a mi polola. “¿Viste esto?”, le comenté. “Concha de su madre”, pronunció ella mirando el piso. Y entonces entendí lo que significabamoncler doudoune ese verbo. Almorzamos sin pronunciar ni una sola palabra, nos miramos una vez y lloramos. Lloramos de rabia, lloramos de terror, lloramos de miedo.

Las cifras de femicidio en América Latina son escandalosas: de los 25 países del mundo en los cuales se cometen más homicidios y violencia en general contra la mujer, 14 son latinoamericanos y el 98% de estos crímenes se mantienen impunes. Mientras, a nivel mundial, el 50% de asesinatos contra mujeres son cometidas por parejas o familiares directos.

Entre 2008 y 2015 hubo 2094 femicidios en Argentina; una mujer asesinada cada 30 horas. En Chile la cifra alcanzó una víctima a la semana durante el año pasado.  El Servicio Nacional de la Mujer indica que durante el año 2016 ha habido 15 femicidios. Sin embargo, según los antecedentes de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, los crímenes atravesados por la violencia de género, es decir, en los cuales las víctimas son mujeres y los victimarios hombres, llegan a 40.

Otro elemento importante dice relación con la crueldad de los crímenes, que durante el último tiempo ha alcanzado límites realmente escalofriantes.

¿Qué pasa que mientras más valientes salimos a denunciar la violencia, con más crueldad nos asesinan?

***

Ese día transcurrió todo lento. Cuando terminaron las clases, aprovechando la brisa fresca de primavera, decidí dejar el Transantiago y caminar hasta mi casa. El trayecto no era tan largo, unos 30 minutos a paso lento, así que me dispuse a caminar con calma y despejar un poco mi cabeza.  

A poco andar saqué mi celular, el reloj marcaba las 18.27. Al guardarlo me percaté que venía un ciclista pocos metros tras de mí. Él aceleró y yo me corrí hacia un lado para que me pasara. Sin embargo, él no lo hizo, se mantuvo al lado mío. En ese momento sentí un poco de náuseas.  

– ­¿A dónde vas? ¿tienes algo que hacer?, preguntó. Yo me mantuve tranquila, – Dormir, estoy agotada, le contesté, esperando dar por terminada en ese mismo momento la incómoda charla. – ¿Quieres venir a mi casa?, insistió. Mi respiración se agitó un poco y sentí que las manos me comenzaban a sudar. En mi cabeza sólo podía imaginarme esos ojos chinitos, el piercing de su boca y los ‘dreads’ desordenados que adornaban el pelo de Lucía.  – No, respondí en tono seco.

Él insistió dos veces más, el tono de su voz comenzó a cambiar. Yo, cada vez más asustada, comencé a caminar más rápido, rogando que se fuera. Mi corazón casi se paralizó cuando vi su bicicletasoldes Moncler cruzarse por delante, haciéndome parar en seco. – Es que yo soy muy bueno en la cama, me dijo él con una mirada penetrante, mientras su mano se movía ligeramente dentro de su pantalón.

El acoso sexual callejero es una realidad que enfrentan miles y miles de mujeres de diversas partes del mundo. Aunque algunos se esmeren en argumentar que en Chile “no es para tanto”, o que “simplemente son piropos”, lo cierto es que un 94,7% de las mujeres de nuestro país ha sido víctima de este tipo de violencia según la Primera Encuesta de Acoso Callejero en Chile realizada por el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC).

A principios de este año, se aprobó en la Cámara de Diputados la ley que sanciona el acoso sexual callejero, pasando en el mes de abril a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado. Sin embargo, el pasado 12 de octubre dicha comisión decidió que el proyecto debía pasar, en primera instancia, por la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, retrasando aún más la promulgación de la ley por no considerarla algo urgente.

¿Qué pasa que la violencia y el acoso hacia las mujeres están tan naturalizados que ni siquiera tienen importancia?

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Salí con mi polola como a las 2 de la tarde. No quedaba mucha gente en la feria porque los vendedores y vendedoras ya se retiraban a sus casas. Como siempre, nosotras íbamos de la mano, conversando, riendo, disfrutando. Mientras nos dábamos un beso, un hombre de unos 50 años se acercó y nos dijo “asquerosas”.

La mirada se me llenó de rabia, de esa rabia que nosotras guardamos después de todos esos años de burlas, de miedos, de amenazas, de violencia. Me di vuelta y le di un empujón, mientras le gritaba “¿qué chucha te creí hueón?” Él se quedó medio paralizado, sólo atinó a sacarse los lentes esperando recibir un golpe. Mi polola, la gente que nos miraba, él y yo sabíamos que se lo merecía.

Se subió a su camioneta, una 4×4 grande y de color azul. Yo agarré una piedra y se la tiré con toda mi fuerza, le cayó en las llantas. No sé si fue por nerviosismo, por miedo, o por odio, pero en definitiva él sacó una pistola de la guantera y nos apuntó a las dos. Corrimos. ¿Qué más íbamos a hacer?

En julio del 2012 fue promulgada la Ley antidiscriminación, también conocida como “Ley Zamudio”, a raíz del terrible crimen de tortura y asesinato en contra de Daniel en marzo del mismo año. Pese a la conmoción que causó en Chile el caso Zamudio, el año 2013 los asesinatos por homofobia aumentaron un 33%, según cifras del Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual en Chile.

Dentro del panorama de discriminación al que se enfrentan miembros de la comunidad LGBTIQ (lesbianas, gay, bisexuales, transexuales y travestis, intersexuales y queers), las mujeres son constantemente víctimas de una doble discriminación y violencia: una por el solo hecho de ser mujeres y otra por ser minoría sexual.

Según el Diagnóstico Inicial sobre situación de lesbianas y bisexuales en Chile realizado por la agrupación “Rompiendo el Silencio” el año 2014, uno de los grupos que más sufre discriminación es el correspondiente a mujeres lesbianas y madres, que enfrentan cotidianamente conflictos en establecimientos educacionales de sus hijos e hijas.

¿Qué pasa que cualquiera se siente con el derecho de clasificarnos, degradarnos y juzgarnos según nuestra vida sexual?

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El despertar del día siguiente fue amargo. Sentía que me había pasado un camión cargado por encima. Prendí el televisor, no estaba la Tonka y el Martín como todos los días, era sábado y en la señal vecina apareció Gustavo Huerta dando la noticia: 

Y este es un hecho indignante que tiene conmocionada nuevamente a la ciudad de Coyhaique. Ahora con el caso de una niña de 10 años quien fue encontrada sin vida y enterrada en el patio de su propia casa. La menor estaba desaparecida del pasado viernes y el principal sospechoso de su muerte es su padrastro”.

De nuevo sentí esas náuseas, los pelos de punta y el corazón enrabiado. Ya no soporto la comodidad de esa silla ni el privilegio de desayunar pan con palta. Florencia, por alguna razón, también tuvo la culpa. ¿No es suficiente morir a manos de parejas, ex parejas o absolutos desconocidos?

En abril de este año, comenzaron a destaparse las muertes de niños y niñas al interior de centros del Servicio Nacional de Menores (Sename) en diferentes zonas del país. Tras dos meses de investigación el informe presentado por dicho organismo fue lapidario: 210 niños y niñas que se encontraban bajo la protección del Estado de Chile murieron entre 2005 y 2016, al mismo tiempo que otras 406 menores fallecieron en programas ambulatorios del servicio.

Las causas de muerte de niños y niñas varían entre insuficiencias respiratorias, ahorcamientos, asfixias, accidentes y muertes súbitas. Al horrible panorama se le sumaron diversas denuncias de maltrato y abuso sexual al interior de la entidad gubernamental.

Pero como si no fuera suficiente, un hombre llamado Cristián Soto García fue capaz de asfixiar, quemar y enterrar a Florencia Aguirre; hija de su actual pareja. Como si no fuera suficiente con estos 616 casos de niños y niñas muertas a manos del Estado, Cristián Soto asesina a una niña de 10 años. Y ya son 617.

¿Qué pasa que ya no les basta con matarnos grandes, sino que también pequeñas?

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