No hemos dejado de bailar: danza y feminismo
Escrito por Radio JGM el marzo 8, 2024
La conmemoración de este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos encuentra con dos bailarinas en la memoria, Joan Jara y Catalina Rojo. Las dos fallecieron el 2023 en contextos y momentos de la vida muy disímiles, pero ambas son pérdidas importantes para el mundo de la danza, los derechos humanos y creación colectiva. Joan, una gran luchadora, murió tras cinco décadas de caminar la búsqueda por verdad y justicia frente a los horrores de la dictadura, y en especial, hacer memoria por su compañero Víctor Jara. Mientras Catalina, una joven bailarina involucrada en múltiples proyectos en Chile y México, fue atropellada por un bus del recorrido 210 tras su participación en el elenco de los Juegos Panamericanos. Ambas muertes fueron danzadas y las honro en este texto.
Por Javiera Barría Gallardo
El reencuentro con el cuerpo
Moverse y ser movida, dice Silvia Federici. Es una cualidad política inmanente; aquella la que nos da la posibilidad de pensar en la transformación propia y la de los demás, al mundo, diría. En su texto, «elogio de un cuerpo que baila», la feminista italiana propone que nuestra lucha debe comenzar reapropiándonos de nuestro cuerpo, celebrando sus poderes de forma individual y colectiva. Siendo el baile un espacio clave para este reencuentro.
«El baile es esencial para esta reapropiación. En esencia, el acto de bailar es una expropiación y una invención de lo que puede hacer el cuerpo: de sus capacidades, sus lenguajes, sus formas de articular los afanes de nuestro ser», Silvia Federici.
El bailoteo devela dolencias, nos lleva a la dicha de estar vivas en ese movimiento, descubrir las memorias que guarda nuestro cuerpo, así lo experimenta la licenciada en danza Maria Pinchulef, coreógrafa de figuras como Mon Laferte y creadora del proyecto Abundanzas, más conocida como María Delirio. La bailarina de origen mapuche y pincoyano señala que las danzas europeas tienes muy cristalizada la pelvis, que ella en su práctica y enseñanza propone mantener la cadencia, las caderas vivas, ya que en ese espacio los cuerpos que tiene útero guardan gran parte de su energía vital.
Defiende que el cuerpo es un mapa de vivencias, y que en la pelvis se encapsulan muchas vivencias, entregándole a la danza su posibilidad terapéutica: «En mis clases dejó un buen momento para hablar de la cadera porque es mucha información la que se atesora allí. Defiendo que la cuerpa es un mapa de vivencias, entonces, en la pelvis se cristaliza mucha de nuestra experiencia sexual y creativa, entonces poder liberarla me parece súper sanador para los encuentros», comenta.
Danzar el feminismo o hacer feminismo danzando
Desde Argentina, Vesna Brzovic, bailarina, investigadora de danzas, productora de artes escénicas y creadora de la plataforma Fusadanza, en donde se difunde pensamiento de danzas del Cono Sur, plantea que la danza para ella es cotidiana, que baila desde pequeña y que la danza definen la forma en que habita sus cuerpo y entorno.
Afirma que es fundamental danzar el feminismo y que el cuerpo forma parte intrínseca de todos los movimientos feministas, siendo el lenguaje artístico corporal una ayuda para comprender las tragedias y atravesarlas: «La danza es capaz de dar cuenta de procesos, historias, debates y huellas que están en los cuerpos».
También agrega que otra forma del encuentro entre danza y feminismo lo materializa es a través de la Red de las Trabajadoras de las Danzas, creada el año 2019 en pleno estallido social, y que acompañó a muchas intérpretes en la pandemia, a través de canastas de alimentos, por ejemplo. A pesar de que en ese espacio no existe, según Brzovic, una mirada unificada del feminismo y que incluso las hay divergentes entre sí, eso mismo da cuenta de la forma plural y mutante de esta ideología.
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Danza y memoria
Aquella forma diversas que tiene el feminismo lo comparte el colectivo Cueca Sola, agrupación que converge la danza, las memoria y el feminismo. Francisca Fernández, una de sus integrantes, indica que hay que comprender al feminismo como un campo en disputa. Nos cuenta que si bien existe un feminismo que se ha institucionalizado, desde la agrupación se plantean como feministas críticas al modelo neoliberal.
Además, no dudan en denunciar la militarización en Wallmapu o condenar los trans y lesbofemicidios, además de los crímenes de odio. Con la misma fuerza, el colectivo trae en cada danza las memorias de mujeres, niñas y disidencias afro, indígenas y migrantes del continente de Abya Yala, teniendo como referencia para su baile la cueca popular, aquella que tiene un ritmo con la tierra y que sale de la forma impuesta por la dictadura.
«Hemos hecho un ejercicio nuevamente de despatriarcalizar la cueca de este relato del «gallo y la gallina», en estas figuras muy machistas, hacia una cueca que fluye en el sentido de una métrica muy vinculada con la tierra, que es el pürrun, la danza mapuche, y con las otras posibilidades de exploración que somos capaces de vincular la cueca con el flamenco, con la danza andina, entonces podríamos decir que es una cueca no estandarizada, que es todo lo contrario a la instauración de esta cueca nacional impuesta por la dictadura», Francisca Fernández.
A pesar de todas formas que se ha buscado por disciplinar a los cuerpos y sobre todo a los cuerpos feminizados, el encuentro rebelde en el espacio público entre mujeres, niñas, adolescentes y disidencias pareciera que fuera una práctica sin fin, viendo como cada año brota la desobediencia en sus diversas formas de la danza.
Batucadas, bloques, comparsas, colectivos o incluso perreos sin previo aviso dan muestra de lo vivo del movimiento feminista y de la posibilidad que entrega la danza para esta histórica y tan necesaria lucha. Porque a pesar de todo, no hemos dejado de bailar.
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