Colectivo Sin Fronteras: la educación antirracista como arma de transformación
Escrito por Agustin Alvarado el octubre 1, 2020
La Corporación Colectivo Sin Fronteras nació hace 17 años con la misión de trabajar y acompañar a cerca de 180 a 200 niños, niñas y adolescentes (NNA) -en su mayoría hijos de migrantes- bajo los principios de la educación antirracista. Conversamos sobre su historia en el marco del Día Nacional Contra el Racismo.
Foto: Colectivo Sin Fronteras, 2018.
Hoy en Chile la lucha contra el racismo nace desde diversas aéreas de interés. Una de ellas es la educación, clave para formar a ciudadanos más conscientes y críticos.
Precisamente, una de las instancias que ha buscado combatir este fenómeno desde la formación de cientos de NNA lleva por nombre Colectivo Sin Fronteras. Una corporación que nace producto de la vulneración del derechos a hijos de migrantes, quienes al no contar con documentos de identidad, el Estado no solo les negó el acceso a la educación, sino que también a servicios de salud.
Una historia que toma relevancia en el marco del día contra el racismo en Chile, el pasado 30 de septiembre. Fecha que conmemora la muerte de Joan Florvil, joven haitiana que en 2017 falleció en calidad de detenida. Esto, tras ser acusada injustamente de abandonar a su hijo en un centro médico.
El enfoque anti racista más allá de la escuela
Al respecto conversamos con su directora ejecutiva, Patricia Loredo, quien destacó la importancia de acompañar a NNA en espacios libres de racismo. Un ejercicio para el que es necesario contar con grupos diversos. Es decir, tanto con niños migrantes como con chilenos. Un trabajo que, a la larga, impactará de manera positiva en la sociedad de acogida.
En cuanto a sus objetivos, desde un comienzo aspiraron a «que Chile pueda tener un Estado y una sociedad que reconozca a los distintos grupos de personas, en particular a la niñez que viene en procesos migratorios como parte de estos flujos que llegan a Chile de países especialmente de la región», afirmó.
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En esa línea, aseguró que su trabajo ha sido complejo. «No existen recetas sencillas», señaló. Por lo mismo, «es fundamental el volver a pensar la educación desde una perspectiva antirracista, decolonial. Volver a mirarnos, cada uno de nosotros, como actores importantes en esta socialización. De lo que es la escuela, pero también la educación que se puede impartir de manera no formal. Revisar las dinámicas que reproducen racismo«.
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Precisamente la necesidad de transformar las dinámicas presentes en la sociedad chilena llevó a que el trabajo del colectivo llegase a nuevos actores. Lo que influenció la tramitación de políticas que regularon estas vulneraciones de derechos. Como ocurrió en 2005 con el llamado «rut 100» -hoy Identificador Provisorio Escolar-. Sin embargo, para Patricia queda mucho por avanzar.
«Entre los avances más valiosos están las iniciativas que vienen desde la sociedad civil. Ya sean organizaciones de migrantes, organizaciones que trabajan por los derechos de las personas migrantes, organizaciones indígenas. Hay una dimensión bastante amplia de esfuerzos que se hacen, y lamentamos que el Estado, siendo el garante principal que debiera agenciar políticas que tengan que ver con disminuir el racismo, más bien ha asumido un rol más negligente en lo que significa su responsabilidad«, añadió.
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La deuda del currículum para luchar contra el racismo
Sin dudas, acciones como las desarrolladas por el Colectivo Sin Fronteras han sido claves a la hora de sensibilizar y concientizar a la sociedad de nuestro país sobre la presencia del racismo tanto a nivel social como institucional.
Un ejemplo de este impacto es el joven Jhon Maturana, quien el 2019, tras convertirse en el primer presidente afrodescendiente del centro de estudiantes del Liceo Confederación Suiza, conoció a la corporación. Instancia que le ha hecho analizar el cómo las políticas de educación en Chile tienen una deuda grande con la lucha contra el racismo. Esto, sobre todo por su incapacidad de abordar temas como la migración.
Jhon Maturana en manifestación a favor de la migración
«Aunque la educación, en cuanto a políticas públicas, parece que no se hubiera dado cuenta que la migración es un fenómeno que está pasando, por otro lado colegios están llenándose de matrícula migrante. Por lo menos ahí hay una ‘pega’ hecha. Se está dando la socialización entre jóvenes y niños, y eso es mejor. Que entre más temprano un chileno/a se de cuenta de que hay personas afrodescendientes, de descendencia indígena, esto ya lo va a naturalizar. Es una parte de la ‘pega’, pero falta mucho respaldo de las políticas públicas y de las comunidades educativas«, aseguró.
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En esa línea, la línea a cambiar tiene relación con el cómo ordenar y abordar los contenidos relevantes. «Todas las personas que hemos tenido acceso a los textos, o hemos estado en liceo o colegio público, podíamos ver que en los libros de historia o ciencias sociales se daban los temas de migración, pueblos originarios, para el último. De hecho, no se alcanzaban a pasar. Entonces no se le está dando una priorización«, sentenció.
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Al cierre, Maturana llamó a «avanzar en el ítem de reconocimiento. Ir a buscar dónde está el racismo. Si bien tenemos un concepto de lo que es, tenemos que identificar dónde lo vemos en las políticas públicas, en los manuales de convivencia. Y lo segundo, yo creo que contra el racismo no se puede apelar al ‘reformismo’ ni a los pequeños avances. Porque es algo tan dañino, destructivo y estructural que la lucha en contra de él tiene que equipararlo y ser igual de implacable«, cerró.
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Hoy las prácticas racistas, tanto a nivel institucional como social, amenazan con entorpecer la formación de miles de niños y niñas en nuevos enfoques. Además de restringir el acceso a derechos sociales de cientos de menores hijos de migrantes.
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