Catemu: Cuando sobrevivir a la desigualdad es más arriesgado que el coronavirus

Escrito por el junio 14, 2020

[Editada] Entre cerros y colinas a 85 kilómetros de Santiago se encuentra Catemu, un recóndito pueblo del Valle del Aconcagua que consta de 13657 habitantes. La minería y la agricultura es lo que caracteriza a esta zona de la quinta región, pero debido al imponente avance del Covid-19 sus actividades se han visto severamente afectadas. La población busca cuidarse ante el temor de un inminente contagio mientras continúa sobreviviendo.

Por Pamela Muñoz

La principal vulnerabilidad a la que están expuestos los cateminos y cateminas, es la convivencia cotidiana con una gran cantidad de trabajadores santiaguinos que laburan en la minera de cobre Amalia y en la productividad agrícola, rubros productivos que no han parado sus funciones y que dan trabajo a la mayor parte de las personas que habitan el pueblo.

Plaza de Armas, Catemu

Luego del 3 de mayo, la localidad se vio afectado con el primer caso de coronavirus, algo que ya todos temían que pasara, puesto que alrededor la mitad de los trabajadores mineros vienen desde afuera.

“El control no es suficiente. Dentro de la mina no podemos estar con mascarillas y mucho menos preocuparnos de no topar al compañero de al lado. Acá adentro hay otras preocupaciones, como que no nos caiga una roca o que no vayamos a quedar encerrados”, explica Jorge Cisterna, trabajador de 43 años que ha dedicado su vida a la extracción de minerales, al igual que su padre y sus tres hermanos, mientras se dirige a su casa luego de una extenuante jornada de trabajo. [Edición: Jorge Cisternas nos indica que trabaja en la minera, sin embargo no tiene contrato con CEMIN].

Al llegar, no puede saludar a su esposa ni a sus dos hijos, pues por el miedo a contagiarlos, decidió alojar en el pequeño taller de costura en el que trabajaba su cónyuge, el cual lleva dos meses sin el sonido de las máquinas de coser.

Cristy Silva, directora subrogante del centro de salud familiar de Catemu, afirma que » 17 de los 25 casos positivos que hay en la zona son producto de la interacción entre personas que se han relacionado de alguna forma con trabajadores de Santiago», sin contar las pocas condiciones higiénicas con las que cuentan los trabajadores agrícolas, lo que hace aún más complicado el laburo en la zona.

Mascarillas a un lado

“Es como si estuviéramos en pleno paseo Ahumada sin ninguna protección”, dice Jorge Cisterna. Durante los 10 años que ha trabajado en la minera Amalia, perteneciente a CEMIN Holding Group. Jorge señala que más de la mitad de los empleados siempre han sido de Santiago, pues la empresa cuenta con gran renombre dentro de la zona y el pago que reciben los mineros “no es poco para alguien que no ha terminado el colegio, por lo que, cuando se presenta un trabajo así, la gente lo toma, aunque sea fuera de la ciudad de donde viven”.

Complejo Industrial Minero «Amalia»

Primero el indicador de temperatura, luego la entrega de mascarilla y por último la entrega de un pequeño envase de alcohol gel: Así comienza el día de los mineros en Amalia. Pero, tras cruzar el umbral que separa la excavación con el exterior, los trabajadores se ven prácticamente obligados a quitarse el cubrebocas y a convivir a menos de un metro de distancia entre ellos. Por lo mismo, los funcionarios explican que, aunque existen protocolos sanitarios dentro de la empresa, la convivencia con personal de trabajo externo a la comuna hace más compleja la situación.

Lo que causa molestia entre la comunidad es la interrogante de por qué la minera no ha suspendido sus funciones temporalmente o no ha reducido el flujo de trabajadores diarios. A esto, Pedro Salfate, Jefe de Operaciones de Planta Amalia, ha reiterado que la empresa cuenta con la aprobación del Servicio Nacional de Geología y Minería de la zona centro, entidad que visitó la faena el pasado 8 de mayo, según se indica en la página de CEMIN.

Para Jorge Cisterna, las declaraciones que ha dado la administración le parecen que se acatan a la realidad de él y sus compañeros. La mayoría de los mineros concuerdan con salir todos los días a trabajar, pues prácticamente es el único sustento que tienen para ellos y sus familias, sin embargo, la idea de estar desprotegidos les hace más difícil el regreso a casa por el temor de contagiar a sus seres queridos sin saber que portaban el virus.

El peligro no solo está en la mina

Además de la minería, Catemu se caracteriza por los cerros con vegetaciones secas y hectáreas de monocultivos, específicamente de paltos. Cuando se viaja desde Santiago a esta localidad, la imagen que se captura desde el interior del vehículo se va tornando cada vez más desértica, pero las hileras verdes cargadas de paltas salen al rescate del paisaje, no así del acceso al agua de sus habitantes.

La escasez hídrica que afecta a la zona ha puesto en el debate el trabajo agrícola de los monocultivos, que incrementan la manipulación del derecho a agua entre los dueños y los pequeños agricultores. A ello, durante la contingencia sanitaria se ha sumado la vulnerable posición en la que se encuentran los trabajadores de la tierra.

Según la Comisión de Descentralización del Consejo Regional 2020, la comuna de Catemu se encuentra entre las más pobres de la quinta región, pero a Ana Zúñiga, agricultora local, estas cifras no le sorprenden, pues es algo que ha vivido en carne propia sus 57 años. Dueña de una parcela de dos hectáreas heredada por abuelo, Ana se levanta todos los días a las 6:00 de la mañana a servirle el desayuno a José, su marido, quien se vio obligado a dejar el oficio de campo para sumergirse en las profundidades de la tierra a buscar cobre. Luego de desayunar, la pareja se despide con un beso, pero antes de salir, Ana le entrega a su esposo la mascarilla de 1000 pesos que compró en la feria del pueblo para que de alguna forma pueda estar protegido, pues le asusta el hecho de que más de la mitad de sus compañeros viajan todos los días desde las comunas más periféricas de Santiago a laburar.

Después de cerrar la casa con llave, Ana camina acompañada del ladrido de los perros y del olor a leña proveniente de las casas contiguas, atraviesa los potreros y llega a uno de sus cuatro trabajos: la mantención de su parcela. “busqué a dos personas que me ayudaran con las siembras de lechugas y, aun así, perdí más de la mitad por la poca cantidad de agua que llega para este sector”, explica la mujer, quien además se dedica a la costura, el trabajo de empleada doméstica y cuenta con su propio emprendimiento de tortas.

Ana Zuñiga, agricultora local

A pesar de tener todas las precauciones para evitar un contagio de Covid-19, Ana Zúñiga dice que la escasez de agua y la vulnerabilidad de los dueños de pequeñas parcelas hace que no se le puedan brindar las condiciones necesarias para los trabajadores, “un anciano que tiene una parcela de 3×2, sin acceso a una cantidad de agua que le permita tener cultivos, no puede entregarle mascarilla y jabón a los dos trabajadores con los que cuenta, quienes con suerte ganan diez mil pesos diarios para alimentar a familias de cinco personas o más”.

Por eso, cuando la señora Ana supo del primer caso de Covid-19 en la localidad, dice que las preocupaciones la invadieron. “Aquí sólo hay un consultorio que siempre pasa lleno y casi no hay doctores ni remedios. Cuando se presenta una urgencia hay que ir a Llay-Llay, pero si es de noche sólo se puede ir en auto, y en el día sólo pasan tres micros”, reclama indignada.

Cómo lo trata el municipio

Desde la alcaldía la situación se está abordando con sanitizaciones de los caminos principales y un punto sanitario en sólo una de las tres entradas que hay para entrar a la localidad. Cada semana, los vecinos y vecinas escuchan el rugido del tractor azul con pulverizadores que expulsan agua con cloro en las bermas, pero dudan de la eficiencia que esta medida entrega. Adicionalmente a eso, dos camionetas de la municipalidad tienen como tarea vigilar el estado en el que se encuentran las personas en cuarentena y sus familias. De esta forma, no se ve aún más afectada la calidad de los habitantes de la comuna.

Hasta el momento, en el pueblo no se ha presentado ningún fallecimiento por coronavirus. La cuarentena de las 25 personas que están contagiadas ha sido cumplida a rajatabla según el centro médico de salud encargado. Sin embargo, entre la comunidad el temor de que este número se disparate es algo de cada día.

Con respecto al único centro de salud, con el que cuenta la comuna, el Centro de Salud Familiar CESFAM Dr. Eduardo Raggio Lanata, la psicóloga Cristy Silva, directora subrogante, ha dicho que el recinto cuenta con cuatro enfermeras por turno y sólo un doctor que atiende desde las 5 de la tarde hasta las 10 de la noche cuatro veces a la semana.

Cesfam Catemu

De esta forma, don Jorge Cisterna, en su trabajo en la mina Amalia, y doña Ana en su parcela agrícola, deben buscar por sí mismos la forma de protegerse a ellos y sus familias, siendo un problema más en la lista de dificultades por las que está pasando la quinta región.

La cobertura noticiosa del avance del Covid-19 se ha centrado principalmente en la mirada centralista de medios que no han sido capaces de reflejar otras realidades en tiempos de alerta sanitaria. Basta alejarse unos cuántos kilómetros de las grandes urbes para descubrir que la desigualdad de nuestro país se expresa cotidianamente en las vidas de hombres y mujeres.

A las precarias condiciones que anterior a la pandemia, sobrevivían los habitantes de Catemu, hoy se suma la urgencia por la autogestión básica del cuidado familiar, el miedo profundo al contagio en un territorio con pobre infraestructura médica. Por el momento, la población de la comuna se resigna saliendo a trabajar diariamente y sin la verdadera certeza de que pueden estar a salvo del acelerado avance del coronavirus.

Nota de la edición:

Con fecha 4 de agosto la empresa minera aludida CEMIN, nos ha hecho llegar el siguiente comunicado que publicamos a continuación como derecho a réplica de la institución.

«Desde el inicio de esta contingencia sanitaria, la principal preocupación de CEMIN ha sido cuidar la salud de los trabajadores, sus familias y las comunidades donde operamos. Para ello, hemos implementado estrictos protocolos y medidas de prevención, en línea con las recomendaciones del Ministerio de Salud. Hemos informado a todas las autoridades de nuestros protocolos, también de sus actualizaciones, y los hemos mantenido al tanto de los casos, entre ellos a los Alcaldes y Gobernadores de las zonas donde operamos, Seremi Minería, Seremi Trabajo, Seremi Salud y Sernageomin.

Algunas de las autoridades han podido comprobar en terreno nuestras medidas de prevención, calificándolas como disposiciones comparables a empresas de la gran minería.

Todas las medidas y protocolos implementados se encuentran publicadas y disponibles en el micro-sitio https://www.cemin.com/covid19/ elaborado especialmente para esta contingencia sanitaria. Entre ellas, la empresa cuenta con una encuesta diaria de control de acceso a la faena a través de una aplicación de detección temprana de síntomas asociados al Covid-19. Los trabajadores la utilizan antes de iniciar el trayecto y durante sus días de descanso, para así evitar la propagación de la enfermedad en nuestras operaciones. También hemos implementado una solución tecnológica, a través de un sistema de mensajería, que facilita la trazabilidad de casos, tarea que por cierto se ha implementado desde el inicio de esta emergencia.

Además, en las labores administrativas se ha dispuesto el trabajo remoto y en los trabajadores pertenecientes a grupos de riesgo se ha implementado el aislamiento preventivo a 75 personas, totalizando 160 trabajadores en sus hogares. Los espacios comunes, como salas de juego y gimnasios, han sido cerrados y en los ambientes comunes de trabajo se han implementado normas de distanciamiento físico según indicaciones de la autoridad sanitaria y se realiza una permanente sanitización y desinfección de ellos. A ello se suma la distribución de dispensadores personales de alcohol gel para los trabajadores y dispensadores en todas las áreas comunes.

CEMIN cuenta, para la implementación de esta estrategia sanitaria, con la asesoría del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Adulto de la Pontificia Universidad Católica de Chile y con las recomendaciones del Ministerio de Salud.

Además, la implementación del plan para enfrentar la pandemia ha contado con la participación y trabajo en conjunto de los sindicatos, área de prevención de riesgo, comités paritarios y empresas contratistas».

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