Brasil 2018: Programa de Bolsonaro, «libertad” mediante armas de fuego y privatizaciones

Escrito por el octubre 24, 2018

A sólo 4 días de la segunda vuelta presidencial del país más grande de Sudamérica, las urnas brasileñas se preparan para recibir a los más de 140 millones de habitantes inscritos. Este domingo se disputará el máximo cargo de gobierno entre el candidato ultraderechista del Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, y el militante del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad. El primero pasó a segunda vuelta concentrando el 46% de los votos, mientras que el segundo lo hizo con el 29%, y a pesar de el incremento en apoyo que ha recibido Haddad durante las últimas semanas, las cifras materializadas el pasado 7 de octubre tienen a todo el mundo expectante.

Las noticias sobre ambos candidatos han llenado los portales informativos, incluyendo dichos y promesas de cada uno. En una era en que la posverdad y la información dirigida conforman un porcentaje considerable de lo que muchos medios bombardean, el análisis del programa oficial de Bolsonaro permite aclarar cualquier duda que pueda quedar sobre el gobierno que busca implementar: uno basado en la militarización de la población, el aumento de armas en las calles, la privatización de la riqueza nacional y la sofocación de derechos humanos que la ciudadanía había avanzado en recuperar en las últimas décadas.

El programa contiene en la esquina superior izquierda el eslogan de la campaña del ex capitán militar: “Brasil encima de todo; Dios encima de todos”. Sus líneas de acción son tres: seguridad y combate de la corrupción, salud y educación, y economía.

1. Seguridad y combate de la corrupción

Este primer eje incluye entre sus principales medidas la flexibilización del porte de armas, poniendo como ejemplo a seguir a los Estados Unidos de América, y la intervención directa de las Fuerzas Armadas en el combate del crimen organizado tanto en las calles como en la frontera. Para amparar a estas policías militares en las muertes civiles que puedan causar, se propone la aplicación de una nueva excluyente de ilicitud en su Código Penal, que buscará otorgarles una inmunidad total mediante la figura de una “legítima defensa de hecho”. Adicionalmente, el candidato plantea reducir la edad para la capacidad penal a los 16 años, mediante una enmienda constitucional, que contempla  el endurecimiento de las penas.

En cuanto a la corrupción, el programa habla de la aprobación e implementación de las Diez Medidas contra la Corrupción que, sin embargo, fueron propuestas por el Ministerio Público Federal hace más de dos años.

2. Salud y educación

La sección más corta del programa es la referente a la salud, donde se plantean propuestas bastante genéricas como la creación de un Prontuario Electrónico Nacional Interligado, conteniendo toda la información sobre consultas, médicos, tratamientos y hospitales disponibles, y otras más ideologizadas, como la titulada “Mais Médicos”, donde se estipula que los ciudadanos cubanos y sus familias podrán ser “puestas en libertad”, pudiendo migrar hacia Brasil, donde por su trabajo en el área recibirán íntegramente el “valor que se les ha robado por los dictadores de Cuba”.

Nuevamente, en materia de educación queda claro el objetivo de aumentar a la presencia militar en la potencia sudamericana: en un plazo de dos años, instalará escuelas militares en todas las capitales de estado; incluirá los ramos de “Educación Moral y Cívica” y “Organización Social y Política Brasileña”, que fueron implementados durante la dictadura militar de 21 años que ha sido férreamente defendida por el candidato en cuestión; y dejará fuera de las escuelas la ideología de género o, como el propio Bolsonaro le ha denominado, el “adoctrinamiento y sexualización precoz”.

3. Economía y políticas sociales y externas

Tras dar a conocer que su ministro de Economía sería el Chicago boy ultraliberal Paulo Guedes, Bolsonaro vino a reforzar las políticas económicas neoliberales que ha planteado en su programa: privatizaciones masivas de empresas estatales bajo la premisa de la reducción de la deuda pública y la reactivación de la economía que ello implicaría.

Entre sus políticas internas, se incluye la reducción de la cantidad de ministerios, y el nombramiento de al menos 5 generales como jefes de carteras ministeriales; la familia tradicional como núcleo excluyente de la sociedad; la sustitución de su modelo de prevención tradicional o de repartición, por uno de capitalización, aproximándose al sistema de AFP chileno; una simplificación tributaria; poner fin al Foro de Sao Paulo; entre otras.

Finalmente, siguiendo la misma línea, su política externa plantea la eliminación de barreras para la inversión extranjera en el país.

El programa de Jair Bolsonaro, como toda su campaña, tiene un claro caballito de batalla: la lucha contra la corrupción y la “seguridad”. En este sentido, para entender el fenómeno que está teniendo lugar en Brasil, hay que entender que las estrategias adoptadas por la ultraderecha son un reflejo explícito de la más notoria debilidad de los últimos gobiernos de izquierda del país: los escándalos de sus autoridades por casos de corrupción. El documento oficial plasma las cifras de personas asesinadas cada año en el país durante los últimos tiempos: sobre 60 mil, y en pleno ascenso.

Si la derecha extrema obtiene la mayoría absoluta de los votos de este domingo, además de las implicancias locales (se eliminará el Estatuto del Niño y de Adolescente “por estimular el vagabundeo infantil”), habrá importantes consecuencias a nivel mundial: el país se retirará del Acuerdo de París, y transportará la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Se formarán alianzas importantes entre los países con primeros mandos afines, como el republicano Donald Trump, y el presidente filipino ultraconservador, Rodrigo Duterte.

Pero mientras el programa de Bolsonaro pone todos sus esfuerzos en convencer a los votantes sobre la supremacía del neoliberalismo económico, y la importancia de respetar la libertad de sus habitantes, saltan a la vista las tantas ironías: pone énfasis en la seguridad de sus ciudadanos, y a la vez anticipa la llegada del gatillo fácil para las policías; alaba a los Estados Unidos como estandarte de la seguridad, cuando sólo en el mes de septiembre se reportaron tres fallecimientos por armas de fuego de estudiantes en sus establecimientos educacionales; estipula que “cualquier forma de diferenciación entre los brasileros no será admitida”, cuando emergen simultáneamente entrevistas y citas del candidato abiertamente discriminando a las mujeres, y expresando su deseo de violentar a las personas que no sean estrictamente heterosexuales; pregona la “libertad del [su] pueblo de ser libre para pensar, informarse, opinar, escribir y escoger su futuro”, inclusive de “buscar la felicidad”, siempre y cuando no se trate de diversidades sexuales; promete una descentralización del país en todos sus estados, pero promueve una concentración del poder en menos manos; reduce la libertad y bienestar de los habitantes a la propiedad privada, despojando al estado de empresas estratégicas, de la misma manera en que se llevó el proceso privatizador en la dictadura de Augusto Pinochet, quedando actualmente las ganancias multimillonarias de las empresas adquiridas en manos de oligarquías e inversionistas extranjeros.

Finalmente, adopta como insignia la eliminación de la corrupción, mientras el mismo Bolsonaro enfrenta acusaciones de esta naturaleza, como recibir donaciones de personas jurídicas, declarar un monto fraccionario del dinero real invertido en su campaña, y la utilización de bases de datos comprados a terceros para difamar por redes sociales a su contendor.

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