Ana Harcha, artista y académica U. de Chile: “Hoy son los palestinos, pero mañana podría ser otro pueblo”
Escrito por Radio JGM el mayo 13, 2024
Dramaturga, directora de teatro, artista interdisciplinaria, académica y directora de creación de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Ana Harcha, ha dedicado su vida a las artes performativas. Su legado en proyectos como Comisión Ortúzar, Trama Lana y Pluriverso evidencian su fuerte interés por las luchas sociales y políticas en Chile y el mundo, por la resonancia cultural entre distintos pueblos que viven experiencias parecidas de violencia colonial o militar. Hoy sigue practicando su activismo como artista con su reciente obra Palestina irreversible. Palestina in-existente. Sonidos para la resistencia y la re-existencia.
Por Rafaela Castillo Pimentel
Ana Harcha comenzó a estudiar teatro a los 17 años sin saber cuál sería su camino artístico. Su descubrimiento fue con sus primeros trabajos fuera de la universidad: “Conocí gente que fue una especie de segunda escuela, la escuela de la vida artística, la calle y la relación con el activismo”. Esta inspiración le hizo ver más nítidamente que no podía separar su trabajo estético del compromiso político. Así, ella relaciona su trabajo con comunidades oprimidas, con memoria histórica, con temáticas de género, con crítica al modelo económico social en Chile y el mundo, y más.
Ana viene de una familia palestina que fue desplazada en la década del ´30 hacia el sur de Chile. Aunque siempre estuvo presente en su vida como parte de su biografía e historia familiar, nunca lo había abordado artísticamente. Le dio prioridad a otros proyectos relacionados con memoria histórica chilena y a las consecuencias de la dictadura, hasta que en 2015 falleció su abuelo, hecho que la motiva a estudiar a Palestina como un problema político:
“En ese sentido me siento súper identificada con algo que dice la Lina Meruane, en un libro que ella tituló Volverse Palestina. Siento que me volví palestina, pero no por una cuestión sólo sanguínea, sino por un compromiso político en relación a una violencia de un Estado colonial y racista que se instala sobre un pueblo, que en este caso es el pueblo palestino”.
Así es como ella decidió ir a Palestina por un mes en septiembre de 2022: “Si yo quería seguir metiéndome en esto y hablando de esto, debía trabajar como lo había hecho en otros proyectos, o sea metiéndome corporalmente en el asunto”. Allí, además de reencontrarse con familiares, la artista recorrió Cisjordania, Belén, Yenín, conoció campos de refugiados, a activistas y grupos de teatro y culturales que generaban el arte de la resistencia cultural o tercera intifada (tercera revuelta en árabe).
Los muros gritan
Ana me cuenta sobre el apartheid en el territorio y cómo los israelíes tienen libre circulación, mientras que los palestinos sólo pueden andar por algunas partes designadas, como si existieran ciudadanías de segunda o tercera clase. Este control de movimiento de los cuerpos, como lo llama ella, se da en toda la zona, como en las carreteras y el muro que cuenta con 800 kms. de extensión y de ocho a nueve metros de alto, construido para aislar pueblos, dentro de la misma Palestina, de los espacios donde los israelíes instalan a sus colonos.
Este muro que materializa la segregación social palestina de parte de Israel también carga con rayados y escritos que ha dejado el pueblo palestino, no sólo reivindicando su propia lucha, sino también problemas sociales alrededor del mundo. Algunos de los escritos que la académica vio en el muro eran a favor de la lucha afrodescendiente de Estados Unidos, por el derecho a justicia en casos como el asesinato de George Floyd, o como el de Marielle Franco en Brasil, e incluso sobre Camilo Catrillanca, en Chile. “Yo me encontré con la cara de Catrillanca pintada gigante en el muro de allá, porque los pueblos sometidos del mundo encuentran relaciones entre lo que le pasa al pueblo palestino con las violencias que se ejercen sobre otros pueblos sometidos en otros territorios”, dijo Ana Harcha.
En esta muralla también vio muchas veces escritas la palabra sumud junto a diferentes interpretaciones de ella. Esta palabra árabe identifica la resistencia, “pero no sólo como agarrar la piedra y tirarla a un tanque, sino la resistencia también como la capacidad de sostener la vida contra el ejercicio de la muerte, los ejércitos y la violencia estatal”, explica Ana.
Al ver la militarización y la opresión del pueblo palestino en primera fuente, la artista cuenta que su primer impulso fue preguntar ¿cómo ayudo? y “lo primero que te decían era ‘cuenta lo que viste, nosotros no tenemos la capacidad y necesitamos que se sepa’, (…) ampliar las redes de relato y narrativa de los palestinos e instalarlo como un problema de derecho a la tierra, de derecho a un Estado, de derechos humanos, de racismo y de apartheid”. Así construyó el texto, contando distintas experiencias, conversaciones y voces que escuchó allá, sin emitir juicios, sólo descripciones.
Al volver a Chile, Harcha escribió en apenas dos meses y medio Palestina irreversible. Palestina in-existente. Sonidos para la resistencia y la re-existencia. “Me salió sólo, me salió la puesta en escena, me salió todo porque ya estaba muy cargada, porque llevaba años estudiando y planificando el viaje”. En marzo de 2023 estrenó este trabajo sin saber lo que ocurriría en octubre del mismo año. Por el contexto de contingencia, la obra se ha presentado más veces, pero este trabajo es testigo de que el borramiento del pueblo palestino viene de antes, que lleva 75 años tratando de imponerse en el territorio y su gente.
“Era obvio que eso en algún momento iba a estallar de una manera diferente, porque los palestinos necesitaban que se desnaturalizara su muerte cotidiana, o sea, han muerto 33 mil personas o más en un tiempo muy corto, pero lo que sigue haciendo el Estado de Israel es matarlos diariamente”, recalcó Ana Harcha.
“Será juzgado por la historia”
Históricamente, nunca se había visto un genocidio tan de cerca, con imágenes violentas explícitas siendo difundidas en redes sociales para todo el mundo. Ana llama a esta situación “pornográfica”, ya que, aunque pretenda informar, termina generando desensibilización. Hace un llamado a no solamente consumir estas imágenes, sino que ver qué podemos pensar y accionar a propósito de ellas, producir mundos con esa información, hacer una operación contra el borramiento de Gaza, de su infraestructura y su gente “porque hoy son los palestinos, pero mañana podría ser otro pueblo”.
Ella compara esta lucha -aunque en diferentes escalas de gravedad- con la situación del Wallmapu en Chile y con el reciente allanamiento militar de la embajada mexicana en Ecuador. “Se legitima porque el Presidente de Ecuador sabe que, junto con Netanyahu y otra gente del mundo están en un círculo de impunidad, que no los van a detener si Estados Unidos está respaldándolos”, enfatizó.
En Chile, y más específicamente respecto de la Universidad de Chile, Ana considera que el discurso ha sido ambiguo, porque se ha tratado el conflicto con una supuesta igualdad de fuerzas que es inaplicable respecto de la situación que se vive en Palestina. Las condiciones político-económicas, militares y legales no son equiparables:
“No es una guerra entre Estados en igualdad de condiciones, es un genocidio de un Estado con una de las más altas tecnologías militares del mundo, contra un pueblo”.
“Yo estoy segura de que esto será juzgado por la historia. No ahora, no en diez años más, no sé cuándo, pero esto será juzgado por la historia (…) No hay que ser un experto en política internacional para mirar lo que está sucediendo y decir ‘no es posible’. Los pueblos del mundo lo saben, y no creo que se permita el silencio al respecto. No nos han callado y no lo van a hacer, aunque nos maten, y siempre ha sido así cuando hay que defender la vida allá o aquí, antes o ahora, es así”, manifestó, para concluir esta conversación de un día gris, la académica Ana Harcha.
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