A propósito de Palma Salamanca: ¿conocerá la UDI la impunidad?

Escrito por el diciembre 18, 2018

Jacqueline van Rysselberghe condena duramente el asilo a Ricardo Palma Salamanca, ex frentista involucrado en el asesinato del ideólogo de la UDI, Jaime Guzmán, pero no se inmuta al visitar a violadores de derechos humanos y celebrar solapadamente las libertades condicionales. Sus “héroes”, encerrados en el penal Punta Peuco, aquellos que se empecinaron en exterminar y desaparecer, son los terroristas de Estado. Pero para ella el rostro del terrorismo nacional “respira tranquilo” en París.

Son dos actos de una misma persona. Contradecirse podría pasarle a cualquiera -muchos, si no todos, podemos caer en lo mismo-, pero cuando esa contradicción está cargada de impunidad y descaro suele repercutir más, aun cuando pareciera tolerable. Porque sí, la “libertad de expresión” siempre puede más.

Niega la derecha, y desea olvidar, el contexto histórico en el que se fundan los hechos. Peor aún, basa sus argumentos en la absoluta ignorancia del derecho internacional. Prefiere desacreditar al organismo autónomo francés, la OFPRA, que otorgó el asilo al “Negro” Palma y su familia, y arriesgarse vergonzosamente con una arremetida que, al parecer, no tendrá efectos porque la decisión ya ha sido confirmada. A diferencia de Chile, no hay dobles caretas, pareciera que en Francia la balanza de la justicia no está cargada de influencias y privilegios.

Resulta aterrador como aquellos que le dieron soporte y apoyo civil a la dictadura de Pinochet, hoy reclaman justicia y hacen suya la compleja y manoseada palabra “derechos humanos”. Es cierto que el odio puede borrarse, pero las heridas profundas no se van con tanta facilidad. Lo que resulta más burdo de este gran evento mediático al que asiste todo el país, pues parece que es una causa de chilenos y chilenas el que los asesinos de Guzmán regresen a cumplir sus condenas, es que exigen justicia en el terreno que ellos mismos allanaron: impunidad en todos los ámbitos.

Aunque se quisiera empatar este asunto, es decir, la cabeza de Guzmán a cambio de las miles de muertes y desapariciones, no se puede. Ni a la izquierda ni a la derecha les corresponde correr esa maratón porque la realidad es mucho más compleja. Incluso cuando a comienzos de la transición el Frente Patriótico Manuel Rodríguez pretendió combatir la impunidad a través de “ajusticiamientos” no fue posible, porque igualar a luchadores embarcados en una causa popular con el monopolio de la violencia que ejerció el Estado durante los setenta y ochenta, de la mano de los mismos rostros que hoy claman justicia por su fallecido líder, es un descriterio; un terrible error.

La derrota, esa que bien conoce la izquierda, toca esta vez la puerta de los demócratas independientes. Lo más lamentable de que Guzmán no esté en esas filas es que la calidad del debate político se diluye en declamaciones de figuras ahogadas en la ignorancia y el descrédito. También le tocó a Boric, por descuidos y falta de transparencia, soportar el chasconeo y ser instrumento de una pelea que, a todas luces, la derecha no pudo ganar.

Por Tomás García.
Foto por Rodrigo Fernández, que corresponde a un mural sobre la fuga de Palma Salamanca del país. 

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